ESPECTACULOS

Las increíbles historias de Titanes en el Ring

<p>El periodista Leandro D'Ambrosio las reunió en un libro. La vida de Martín Karadagian y las personas detrás de las máscaras. <strong>Video. </strong><a href="%(link0)"> Fotos.</a></p>

"Impacto catch", la revista de Titanes en el Ring.
| Editorial Del Nuevo Extremo.
A punto de cumplirse 50 años de la primera emisión de "Titanes en el Ring" por Canal 9, el periodista Leandro D'Ambrosio (30 años) y la editorial del Nuevo Extremo lanzan la 'biografía' del ciclo de lucha, "Martín y sus titanes", que reúne anécdotas jugosas de las peleas de Martín Karadagian y sus 'enemigos' que deleitaron a varias generaciones.
El 3 de marzo de 1962, el ciclo de "catch" o "lucha libre" vieron la luz luego que el entonces famoso luchador firmara un contrato televisivo con los directores de Canal 9, Manuel Alba e Idelfonso Recalde (Alejandro Romay se los compró a mitad de 1963). Por el aniversario, la Editorial Planeta también presentará este lubes "El gran capitán", de Daniel Roncoli.
Perfil.com habló con D'Ambrosio, egresado del Crírculo de Periodistas Deportivos y especialista en ciclos de la TV argentina, quien narró con lujo de detalles los secretos del ciclo y sus enigmáticos personales, además de la faceta desconocida de su promotor, Martín Karadagian.

-¿Cómo nació Titanes en el Ring?
-Karadagian ya venía haciendo luchando libre, el "catch", desde 1947 y profesionalmente en el Luna Park. Era muy conocido. Resulta que en los '50 cayó el interés por la lucha libre y él tenia la ambición de llegar a la TV. Le veía potencial como show. Pero no sabía cómo llegar. Entonces pactó un desafío con el Capitán Piluso en noviembre de 1961 en el Luna Park y lo llenó con 30.000 personas. Se generó mucha prensa. Pippo Mancera lo presentó. Tuvo un marco imponente y directivos de Canal 9 vieron que fue un éxito y le propusieron a Martín empezar un ciclo por TV.

-¿Qué pudiste saber de aquella primera emisión en el ring?
-El 3 de marzo de 1962, el primer programa salió a las 22.30. No estaba enfocado a los chicos, eso se fue distorsionando con el tiempo. Antes era un espectáculo para adultos. Para darle vistosidad, el árbitro Tobías Giordano viajó al exterior y trajo a luchadores extranjeros, muchos de ellos de Perú que tenía una buena escuela de luchadores. Las luchas eran con tipos de físicos muy trabajados: aparecen el Indio Comanche, que no era mexicano sino peruano. Karadagian vio la película Taras Bulba y le dijo: "Vos, sos el Cosaco Taras Bulba". Otro mastodonte de pieles era "Dakar". También había dos chilenos: "Míster Chile" y Joe Fica. Mas otros argentinos que los hacían pasar por europeos, como el "Tano" Benito Durante. El Caballero Rojo fue el luchador enmascarado más emblemático. En 1962 fue una explosión y la prensa pensaba que el castigo a los luchadores era de verdad

-¿Cómo describirías a Martín Karadagian?
-Yo entrevisté a 18 personas para el libro y hubo muchos elogios como críticas. No era una persona fácil, tuvo muchos problemas con los pagos a los luchadores. Muchas veces se le sublevaban. No largaba la plata tan fácilmente. En definitiva, el programa se basaba en su figura, que era "campeón del mundo". El era una empresa, un gran empresario que supo encontrar sponsors. En 1976 aparecen los "luchadores publicitarios", como el Capitán Minerva, Dink "C", STP, la marca de aceite de autos ("Su tuerca preferida", era su lema), hasta “El hombre de la barra de hielo”, que se hizo con el fin de que una empresa se interesara por publicitar en el programa. Martín K tuvo a Rodolfo Di Sarli,  como relator y como su gran socio. Le daba mucha emoción.

-¿Y cuál es tu crítica a él como luchador?
-Ojo, Karadagian era un luchador que hacía de malo hasta los '70.  Estuvo casi dos años presos en una comisaria, por pegarle a un arquitecto cuando se le cayó la losa del gimnasio en Olivos. Pudo ser una tragedia pero no había personas en ese momento.Cuando vuelve dos años después se transforma en un personaje más benévolo, más cercano a los chicos pero que igual usaba sus viejas trampas.. En el 72, ya tenía 50 años. El usaba sólo dos trampas: el piquete de ojos y el "cortito", dos maniobras de tramposo, era lo único que hacía durante esos años. O el "látigo", que te agarraba de la muñeca y te daba vueltas. En los 80, con 60 años, ya hacia muy pocas cosas. A Karadagian le amputaron una pierna en 1984 por diabetes y a partir de allí se deterioró mucho su salud. Murió en 1991 a los 69 años, muy avejentado.

-Hubo rumores que algunos luchadores eran militantes políticos del PJ. ¿Fueron ciertos?
-Hubo dos grandes mentiras. Norberto Imbelloni, diputado del PJ compadre de Herminio Iglesias, en una nota mencionó algo de Titanes. Se terminó diciendo que era el Caballero Rojo. Hasta lo acusaron de un asesinato y se tuvo que escapar a Paraguay. El verdadero Caballero Rojo era un luchador de San Pedro, llamado Humberto Reynoso que hizo el personaje desde 1962 hasta 1972. Después se peleó con Martín. El otro mito es sobre la La Momia. Oscar de Melli, otro militante peronista bonaerense,entra a inicios de los ‘70 como "segundo" de luchadores. Era el que llevaba la toalla. De Melli se ponía los trajes y repartía volantes. En 1997 lo desenmascararon a Juan Manuel Figueroa, quien hacía de Momia en esa época, porque De Melli seguía diciendo que era él.

-Entonces, ¿quiénes interpretaron realmente a La Momia?
-En los 60, Ivan Kowalski hacia de la Momia. Entre 1972 y 1975, lo interpretó quien hacía de Gitano Ivanoff, Juan Enrique Dos Santos. Los dos murieron en accidentes automovilísticos. Por eso se decía que La Momia era una maldición. Y el tercero, de 1975 a 1988, y en los 90', fue Juan Manuel Figueroa, campeón de lucha grecoromana de Vélez Sarsfield y hoy es instructor de pesas.

-¿Cuál es la anécdota más increíble que recuerdes?
-El primer año, Martin Karadagian pelea contra el Conde Jaime De Mora y Aragón, alias "Fabiolo", que era de la nobleza belga y actor en Europa. Su hermana era la Princesa Fabiola de Bélgica. El vino para participar de programas de TV a tocar el piano y fue a ver una show de Titanes  en el que se cae Karadagian y le toca a propósito una pierna a su mujer. "Fabiolo" enfurece y lo desafía a un combate. Como una ordenanza municipal prohibía en 1972 la entrada a menores de 18 años, se realizó una pelea de judo, no de lucha libre, y se ponen el kimono. Sin embargo, la Embajada de Belgica le prohibió a Karadagian lastimar a su rival "porque era un noble". Fabiolo no sabía pelear. Llenaron el Luna Park.. Era una pantomima pública: se desafiaban con avisos en los diarios. Fue un combate único.

-¿Cómo se masificó Titanes?
-En 1972 hubo una explosión por Canal 13. Aparece el LP del disco de Titanes en el Ring con canciones como: Mercenario Joe, no te quiere ni tu madre ni padre; Benito Durante se lleva el mundo por delante, de puro caradura inventó la quebradura; Caballero Rojo es intrépido y leal, es valiente y es genial. Era un disco de culto, con letras poéticas. Los chocolatines Jack también se popularizaron con Titanes: en 1973 Karadgian hace un convenio con Felfort para meter a los luchadores en los chocolates. A su vez, en los '70 hicieron dos giras por América Latina. Las luchas se vieron en Panamá, Costa Rica, El Salvador. Desde el 72 se exportan los tapes al exterior. Llegaban y llenaban las canchas de fútbol. En Paraguay llevaron 40.000 personas a las cancha de Olimpia. Igual en Uruguay y Ecuador.

-¿Qué hacía al show tan atractivo?
-Tenía un imán: los relatos, las luces, las explosiones, era una gran actuación. Todos sabían que siempre la final era Martin Karadagian contra La momia y lo seguía igual. Mirá, Karadagian y De Sarli leían libros de historia para generar nuevos personajes e historias, como Don Quijote y Sancho. Karadagian decía que el programa tenía que fomentar cultura.

-¿Con "Lucha Fuerte" se intentó continuar el ciclo?
- En los 90 la hija de Karadagian relanzó Titanes, pero duró pocos meses. Lucha fuerte fue otro intento y hasta usó muchos luchadores de Titanes. Figueroa, "La Momia", hizo de Robox. "Cato el Ninja", era en Titanes el pibe 10/83 que entraba con rulos y nenas bailando. Y otros tantos.