ESPECTACULOS
ENTREVISTA A JORGE SERRANO, DE LOS AUTNTICOS DECADENTES

Legítimos grandes éxitos

Hace dos décadas que los hits de la banda más popular de estos tiempos se tararean en las canchas y levantan el ritmo en las fiestas de casamiento. Dicen que su cuna es el rock, pero dignificaron la cumbia, cantaron con Alberto Castillo y grabaron con Guillermo Nimo. Forman una cooperativa, son demagógicos y están al servicio de la gente.

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PURA DIVERSIN. Su plato fuerte es la buena onda; prefieren los shows, pero si los contratan para fiestas, van y tocan siempre lo que la gente quiere escuchar. | Cedoc
Los Auténticos Decadentes cumplen veinte años de carrera y lo celebran con nuevo disco. Parece mentira que aquella banda que sonaba peor que cualquier otra en un modesto festival punk se haya convertido en una de las más sistemáticas máquinas de producir hits del rock argentino. Vení Raquel, La guitarra, Cómo me voy a olvidar, Los piratas... Son muchas las canciones de Los Decadentes que rotaron insistentemente en la radio, sirvieron de base melódica para el nutrido repertorio de las hinchadas de fútbol y calentaron la pista en miles de fiestas de casamiento de todo el país. Los Decadentes son los que tocaron con la Mona Jiménez, los que se animaron a convocar a Guillermo Nimo para un videoclip, los que tuvieron la suficiente memoria como para apelar al carisma de un gran artista popular como Alberto Castillo. Un show de ellos siempre es una fiesta. Y tienen a Jorge Serrano, al que muchos colegas y buena parte de la crítica consideran hoy uno de los autores de canciones más inspirados de la música popular argentina. Más cerca del culto que del chiste, se afirman como clásico masivo con Club Atlético Decadente, un álbum capaz de invitar al baile sensual (Veo), revelar con humor el malestar de una resaca (Me tiro a la basura) y proponer un ensoñador vuelo psicotrópico (Viaje mental). Gustavo Cordera, Adrián Dárgelos y Juanse son las estrellas invitadas a este club cuyo DJ, retratado en el arte de tapa, es un perro salchicha. “Ojo, es un perro que labura de modelo publicitario. Un perro realmente muy profesional”, aclara divertido Jorge Serrano desde su casa en Villa Gesell.

—¿ Los Decadentes siguen siendo una banda en la que la joda es un componente fundamental?
—Sí, siempre tuvimos eso claro. Pero al mismo tiempo me parece notorio que evolucionamos mucho artísticamente en todo este tiempo. Al principio éramos un desastre. Tocábamos en un festipunk y éramos el peor grupo, lejos. Pero siempre tuvimos contenido: buenas letras, buenas canciones, por más mal tocadas que estuvieran, y mucha actitud.

—La opinión de la prensa sobre ustedes ha cambiado bastante en los últimos años. ¿Es algo que les importa?
—A mí me importa un montón, es como el cierre del círculo. Me gusta ser apreciado por las revistas que leo, por ejemplo, y en una época había una ruptura en ese sentido. El reconocimiento que recibimos en muchos casos habla muy bien de algunos periodistas que son de otro ambiente y que han podido superar los prejuicios. Creo que el puntapié inicial en este sentido lo dieron Fernando Sánchez y Pablo Marchetti, que hoy están en la revista Barcelona. Para mí es un triunfo, no una revancha. Al principio, algunos palos de la crítica del rock me hicieron sentir mal porque yo venía de ese ambiente. Nos consideraban Katunga, y la verdad es que nosotros podemos ser aún hoy un grupo que no le tiene miedo a la joda, pero siempre estuvo claro que nuestra cuna es rockera. Nosotros salimos de Cemento... Lo que hicimos fue derribar fronteras. Nunca quisimos burlarnos de un género. Tocamos cumbia pero no somos un grupo de cumbia. Lo que hicimos es darle un tratamiento a ese género que lo dignifique. Siempre creí que el rock es un lugar de apertura, no de ortodoxia. Con el tiempo, lamentablemente, me di cuenta de que no es tan así.

—¿El del rock es un ambiente muy ortodoxo?
—Con los músicos está todo bien. Todos los que nos vieron en vivo se dieron cuenta al toque de que nuestros shows son muy calientes y nada caretas. Pero hubo gente que nos vio tocando un tema en el programa de Tinelli y nos juzgó solamente por eso. El rechazo del que hablo se dio específicamente en el ámbito de la prensa de rock. Al final, algunos terminaron pidiéndonos disculpas.

—¿Cómo ven hoy el hecho de haber tocado en el programa de Tinelli?
Cuando nosotros empezamos, estaba a full la batalla entre Hacelo por mí , el programa de Pergolini, y Ritmo de la noche, el de Tinelli. Cada uno apoyaba a grupos muy distintos. Y fue Tinelli el que nos apoyó más sinceramente. Fue raro, porque nosotros éramos más del otro ambiente, del palo del rock. En ese momento, Nito, el guitarrista de la banda, me dijo: “¿Qué querés? ¿Sacar chapa de rockero?”. Ahí me di cuenta de que era una pelotudez ser políticamente correcto. Tinelli tenía un programa muy popular y a nosotros nos cerraba estar ahí porque había un verdadero interés de parte de él. A nosotros siempre nos chupó un huevo todo, tocamos para todos, los pibes, los padres, la nona... Mucha gente del rock tiene miedo de perder credibilidad. Nosotros, en cambio, exacerbamos las contradicciones. Los caretas son los que no hacen lo que quieren por sentirse políticamente correctos.

¿Les da igual tocar en una fiesta que en un show?
—Obvio que no, pero nosotros siempre ponemos la misma energía. Somos una banda al servicio de la gente, casi demagógica.

—¿Demagógica?
—No lo digo peyorativamente. Cuando vamos a un lugar y sabemos que la gente quiere que toquemos determinadas canciones, las tocamos. Nuestras listas de temas son armadas siempre con el criterio de un “grandes éxitos”. Muchos artistas prefieren tocar en vivo sólo los temas de su último disco y se niegan a incluir lo que la gente les pide. Nuestro laburo es más parecido al de los disc-jockeys, que cuando ven que se les cae la fiesta ponen un tema para levantarla.

Chabán y Callejeros
“A Chabán lo tratan como un asesino, pero se olvidan de que el noventa por ciento de los grupos argentinos no hubiera tenido dónde tocar si no hubiese existido él”, comenta Serrano, que reconoce que Los Auténticos Decadentes iniciaron su carrera en Cemento, el viejo boliche de Omar Chabán. “Siempre fue muy comerciante y bastante poco generoso con las instalaciones de los lugares que manejó, pero de ahí a un asesino como Astiz... Ya decidirá su futuro la Justicia, pero muchos músicos le debemos respeto por todo lo que hizo por el rock. Me da pena que ahora esté pagando por algo que, en buena parte, fue un accidente. Me parece injusto que él sea visto como un demonio y los que prendieron las bengalas como santos. Además del boludo que tiró la bengala que produjo el incendio, hubo otros que tiraron otras antes y muchos que celebraban esa pavada. Ahora todos ponen el grito en el cielo, pero parece que no supieran lo que son las instalaciones de las bailantas. Es lamentable que haya tenido que pasar esta desgracia para que haya controles.

—¿Callejeros tiene alguna responsabilidad?
—Tampoco se puede demonizar a la banda. No eran los únicos que tocaban en esas condiciones, en todo caso. Lo que pasó fue una fatalidad, y hay mucha gente que está desesperada por encontrar un culpable. Miles de veces uno va a tocar a un lugar y no chequea dónde está la puerta de emergencia, es la verdad. Me parece una monstruosidad que estos pibes no puedan tocar. No nos olvidemos de que también murieron parientes de ellos. ¿Quién puede pensar que Callejeros quería que pasara eso? Mi deseo es que Callejeros pueda seguir tocando.