Por una razón o por otra, ya sea positiva o negativa, cada entrega de los Oscars se transforma en un evento particular. Es la ceremonia del mundo del espectáculo que más interés despierta alrededor del mundo, y en esta oportunidad va a ser especial por distintos motivos.
En primer término, la pregunta del millón, que atravesará a los postulantes y a los votantes de aquí hasta el 24 de febrero cuando se entreguen, es si la industria aceptará a un jugador como Netflix como miembro pleno del panteón de Hollywood. Es cierto que le otorgó a Roma, de la empresa de streaming, la mayor cantidad de nominaciones de esta temporada (10, que comparte con La favorita), pero no sería la primera vez que tras una panzada de postulaciones alguien se quede con las manos vacías, o casi. Es decir: no debe darse por descontado que vaya a ganar como mejor película, por más que es clarísima favorita en el rubro de dirección y en el de guión. Lo que estará en veremos hasta último momento es, por decirlo así, la frutilla del postre que Netflix necesita más que nunca (sus deudas se multiplican, y por más que suma usuarios también es cierto que posee una tasa de deserción de clientes desencantados muy alta, y está por perder los derechos de muchos de los contenidos más vistos en la plataforma, propiedad de las empresas que se lanzan a competir con su propio servicio de streaming).
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En segundo lugar, Black Panther se transformó, intenso lobby de Disney mediante, en la primera película de superhéroes en aspirar al premio mayor. A lo cual uno podría preguntarse si esto no debería haber ocurrido antes, o al menos con una película de superhéroes buena. En fin.
En tercer lugar, la favorita como mejor película no es ninguna de las dos con más nominaciones, sino que Green Book cosechó 8 nominaciones (al igual que Infiltrado del KkKlan, que es la que debería ganar y no lo hará, Nace una estrella y Bohemian Rhapsody) luego de ganar en los premios de la asociación de productores, que suelen tener correlación directa con la Academia.
-Crítica- Roma: una obra de arte donde todo tiene sentido
Se viene una elección reñida, que promete una de las mayores paridades en los últimos años. Esa clase de indefiniciones que el público disfruta y los candidatos padecen. Aunque de eso está hecho el mundo del espectáculo.
