Parece estar blindado. No existe crítica, comentario o información que haga mella en la imagen pública de Marcelo Tinelli. Aun en un año de bajo rating y segundo puesto, es la figura más convocante de la televisión argentina y genera una familiaridad extraña: sus novedades interesan, pero jamás escandalizan; sus expresiones políticas se atienden, pero jamás se cuestionan; su vida pública está sujeta al asedio mediático, pero se lo trata con más cuidado que a cualquier otro miembro de la farándula. Tinelli es otra cosa.
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