ESPECTACULOS
Oscar 2019

Prueba de fuego para Netflix

Por primera vez el gigante del streaming logra diez nominaciones al mayor premio de la industria con Roma de Alfonso Cuarón, y esperan ganar. Disney pelea con Pantera Negra y entre las favoritas a mejor actriz Glenn Close. Esta noche transmite TNT desde las 21 para toda América Latina. México se encomienda para arrasar en California.

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Contendientes. Green Book (foto), con Maharzhala Ali y Viggo Mortensen, y Roma, de Alfonso Cuarón y con el lobby de Netflix, son las principales contendientes en la lucha por el premio mayor. | cedoc

Los Oscar 2019 serán los que donde los equipos de marketing marcaron los errores y aciertos más que nunca en estas 91 ediciones del evento que le genera US$ 130 millones a Los Angeles (y 128 millones a ABC, la cadena que los emite y vende en el mundo). De entrada, lo que antes era una oración de rutina, por ejemplo, “los Oscar que emite TNT y TNT Series desde las 21 para toda América Latina serán conducidos desde el Dolby Theatre por…”, hoy es un interrogante. ¿La razón? Cuando se anunció que el comediante Kevin Hart sería el conductor, se reflotaron tuits homofóbicos que dejaron en jaque al cómico y prefirió bajarse. En lugar de buscar, al menos públicamente un nuevo conductor o conductora, se oficializó que la ceremonia iría “hostless”, sin conducción por primera vez desde 1989 (entre los confirmados a presentar están Maya Rudolph, Chris Evans, Amy Poehler, Jennifer Lopez y Tina Fey).

No fue un buen año para la Academia, que posee un equipo de relaciones públicas que desesperadamente busca encontrar vida después de la casi muerte (es decir, de la baja en el índice de espectadores a nivel global año a año). Su decisión de acercarse a films “pequeños”, como Moonlight o La forma del agua (que en el esquema tanques que salen US$ 100 millones son películas “pequeñas”), a autores de color y latinos para retrucar sus acusaciones de elitismo solo terminan generando sí más diversidad, más representación, pero también más torpeza. Se sumaron el pasado julio 928 miembros para generar variedad en las votaciones, y aun así las diez nominaciones a Roma y La favorita no logran tapar el hecho de que ninguno de los directores nominados es mujer. Se buscó crear la categoría a Mejor Película Popular, una especie de premio al cine que sí sale US$ 100 millones y llovieron burlas. Y, la última, se anunció que categoría como Mejor Fotografía, Mejor Corto, Mejor Maquillaje y Peinado y Mejor Montaje serían emitidas durante los cortes comerciales y fue el mismísimo Guillermo Del Toro, el último ganador, quien reaccionó cual antivirus de computadora contra la Academia. Y lo apoyaron Quentin Tarantino, Scorsese y Spike Lee, entre decenas de nombres.

Todo aquello que la Academia ha hecho mal, Netflix y Disney lo han hecho bien. Los reyes del entretenimiento vendido al por mayor contrataron agencias claves de Hollywood para lograr que sus caballos de batalla dominen la charla de los premios. Netflix consiguió con Alfonso Cuarón diez nominaciones y seguramente gane su primer galardón Mejor Película (sería el segundo del mexicano). Disney logró convencer al mundo que Pantera Negra era su mejor película y así consiguió, agencia mediante, que sea la primera película súper nominada al Oscar. Así, las seis nominaciones a El vicepresidente, la esquirla contra la Estados Unidos boba y votante del año, y Nace una estrella, la ópera prima de Bradley Cooper como segunda gran perdedora de la temporada (la primera es La favorita) quedaron atrás. Ganó ese marketing, el de primeras veces. Este año cinco de los films nominados a Mejor Película poseen romances o giros Lgbtq, y poco oyen al respecto. Spike Lee podría ser el primer director de color en alzar un Oscar, pero seguimos hablando de un monarca vestido de gato. Es el año donde lo popular decidió no reconocer sus mejores instintos e ir con sus relaciones públicas. Más que nunca. Los Oscar se ahogan en el vaso de agua que creen que es el cine popular y el prestigio.

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