En lo que se refiere a cine nacional, 2014 quedará grabado en la memoria como “el año Relatos salvajes” o “el año Szifrón”. De acuerdo a los datos brindados por Ultracine –medición realizada entre el 1º de enero y el 14 de diciembre de este año–, la película coral sobre la inmanente violencia cotidiana convocó a 3.395.143 personas que pagaran una entrada para verla. Ese número la convierte no sólo en la película argentina más vista del año, sino que se trata de la película más vista a secas, porque superó a todos los “tanques” norteamericanos con holgura: la siguieron dos productos de la factoría Disney como Frozen, una aventura congelada (1.943.239 espectadores) y Maléfica (1.883.324 espectadores). Es decir: el film de Damián Szifrón tuvo un rendimiento un 75% mejor que la segunda en el ranking, si se toman en cuenta todas las películas estrenadas en el país en el año. El éxito del film puede traducirse también en dinero: recaudó más de $ 150 millones. Lamentablemente, en este primer párrafo terminan las buenas noticias para el cine argentino.
En este 2014 que termina, la producción cinematográfica nacional vendió un total de 7.515.984 entradas. Pero claro: Relatos salvajes implica el 45% de esa cifra. El otro 55% se reparte entre las 161 películas restantes. Sí, leyó bien: este año se estrenaron en cines 162 películas argentinas –que el lector ni siquiera se haya enterado de la existencia de la amplia mayoría de ellas, es otro tema–, un promedio de casi tres por semana.
Si se toman sólo las cinco películas más vistas (Relatos..., Bañeros 4: Los rompeolas, El misterio de la felicidad, Socios por accidente y Muerte en Buenos Aires), representan casi el 80% de las entradas vendidas, lo que equivale a decir que 157 filmes compitieron por quedarse por el 20% restante. Si la idea era que hubiese redistribución de la riqueza, el público argentino no se dio por enterado: casi todo para muy pocos, muy poco para muchísimos.
Suele decirse que el número clave en el cine es 200 mil. Con esa cifra –más el proporcional por ventas al exterior– comienza a recuperarse la cifra promedio invertida –restando, claro, los subsidios recibidos, que este año despertaron cierto debate cuando los productores de Relatos salvajes se quejaron de haber recibido el mismo monto que el resto teniendo costos muy diferentes–. De tomar ese dato, sólo siete de las 162 películas la alcanzaron (a las cinco ya mencionadas se agregan El inventor de juegos y Betibú); es decir, sólo el 4% de la producción nacional. ¿El 96% restante? Bien, gracias. O, mejor dicho: mal, ¿gracias? 153 películas (el 94% del total) no llegaron a los 100 mil espectadores. 149 filmes (el 92% del total) ni arañaron los 50 mil espectadores. 138 producciones (el 85%) ni tocaron los 10 mil espectadores. Y, yendo aún más al extremo de lo desolador, 75 de las películas (el 46%) no llegaron ni siquiera a los mil espectadores. La película que menos recaudó reunió $ 260: no les alcanza ni para las expensas.
Este 2014 también quedará como el año en que se pudo comprobar que la presencia de Ricardo Darín, por sí sola, no garantiza un éxito. Estuvo en Relatos salvajes, pero también participó en Delirium, que tuvo 93.973 espectadores –cabe preguntarse cuántos habría tenido, eventualmente, sin la presencia del actor argentino–.
Otra de las leyendas urbanas de la industria local es la distribución. La Warner dio el batacazo con una estrategia agresiva en cantidad de salas para Relatos salvajes, pero también estrenó Betibú, a la que le fue bien, pero tampoco pueden descorchar champagne. La Disney, por su parte, que tradicionalmente gana el duelo de distribución, este año quedó segunda en cantidad de espectadores convocados –y eso que estrenó diez filmes, a diferencia de Warner que hizo lo propio sólo con dos– y de hecho en promedio de espectadores por estreno fue superada por Distribution Company (ver infografías). Disney acertó con Bañeros 4: Los rompeolas, El misterio de la felicidad y El inventor de juegos, pero no consiguió grandes logros con Violetta en concierto, Las insoladas, Aire libre, El crítico y El amor y otras historias.
Si todo esto corrobora que no hay garantías para el éxito, sí parece haberlas para el fiasco. El 54% de las películas nacionales estrenadas este año utilizaron una distribución independiente –léase “a pulmón”–, pero entre todas convocaron sólo al 1,09% del público que optó por pagar una entrada para ver cine argentino.
Todo esto no significa, en lo absoluto, que la calidad tenga que ver con el éxito. De hecho, Bañeros 4: Los rompeolas y “calidad” ni siquiera deberían figurar en un mismo párrafo.
Lo que plantean estas cifras son interrogantes, como por ejemplo qué hubiera ocurrido en este 2014 si no se estrenaba Relatos salvajes –¿al resto le hubiese ido igual, mejor o aun peor?– o, fundamentalmente, si el cine es una expresión artística, por qué las cifras indican, con tristeza inapelable, que mucha gente parece estar expresándose a los gritos en una habitación vacía dentro de un edificio que a nadie parece resultarle relevante salvo a quienes viven de él.