Supongo que así se sentían Mark Hamill y Carrie Fisher cuando hacían Star Wars: no tenían idea de lo que iban a despertar, o siquiera lo que estaban haciendo” dice, sonriente, irradiando casi radiactivamente esa buena onda que lo ha hecho famoso en el mundo y para PERFIL el australiano Hugh Jackman (44, Sydney). A instantes del estreno de Wolverine Inmortal (25 de julio), aventura solista del de las garras indestructibles y el lomo de estatua grecorromana, efectivamente, no sólo ha cambiado el panorama geek (ahora hasta ustedes saben quiénes son los Vengadores) sino que Jackman devino en 2000, con el estreno de X-Men, una estrella tamaño Hollywood: “Recuerdo aquellos años... De hecho, ahora que hablo con vos, recuerdo que en 2001 me fui de paseo con mi mujer Deborra-Lee Furness a Buenos Aires, recuerdo la carne, y todavía más una ciudad tensa. Pero hermosa, muy hermosa.”
“No siempre fue fácil, y estás siempre a tan poco de tener otra vida que no podés dejar de alucinar: en un primer instante, claro que dudé mucho ser Wolverine o no.” Confiesa y se ríe Jackman, “ahora no puedo dejar de ser Wolverine: veo en qué anda el cómic, a veces me sale ese instante bestial y todo. Me enojo con algunas cosas que hicimos: el primer film ‘solista’ de Wolverine o la última X-Men no lograban dar en la tecla del personaje. Claro, que a diferencia de Wolverine mi real poder de curación es mi familia. Yo tenía algo roto adentro hasta que conocí a mi mujer. Y después fue muy doloroso descubrir que no podíamos tener hijos. Hasta que adoptamos, y el rol favorito en mi vida es ser padre”. La paternidad, es sabido, es un tema bastante hielo fino en Jackman: fue abandonado por su madre y criado por su padre. “No hay nada que pueda compararse con ese amor, nada -dice-. El esfuerzo de mi padre, hoy, puedo darme cuenta que fue colosal. Es por eso que mi amor por mis hijos es muy poderoso, y seas una estrella de Hollywood o no, te hace la persona más débil del mundo en un punto: dependés infinito de estos niños, y así tengas el trabajo más cool del planeta querés volver a casa a verlos.”
Esos niños, “acostumbrados a figuras de acción de papá”, han crecido en un mundo donde “el género superheroico ha devenido el nuevo western”. ¿Por qué cree Jackman que el mundo necesita de los superhéroes como relato primario y primero a la hora de Hollywood hoy? “Creo esa pregunta ya pasó su estado 11/9, donde podía pensarse en una idea de terror y protección que generan esos filmes. Hoy creo, sobre todo desde Los Vengadores y su destrucción de Manhattan, hablan idílicamente de cierto ideal humano que es difícil de encontrar en otras partes de la sociedad, del capitalismo. Siendo hijos del capitalismo, los superhéroes han devenido un ejemplo de altruismo, y, al mismo tiempo, permiten un imaginario que apela directamente al nervio de lo que hoy se considera espectáculo: el western hablaba de cómo nos construimos, los superhéroes –con variantes– de cómo definimos nuestra identidad.” Y en esa clasificación habla de Wolverine: Inmortal como “una película en la que el director Mangold entiende que hay un género, y la hace más terrenal, más con los pies plantada en la tierra: huele a western y además no hay miedo de atar los superhéroes a nuestro mundo y nuestra historia. No por nada arranca en Nagasaki y el bombardeo la película”.
“Una de las cosas que más me alucina de hacer de Wolverine es la cantidad de geeks que se me acercan a decirme no sólo qué hice bien sino qué hice mal”, se ríe Jackman sobre la constante asociación de su rostro al del personaje de la Marvel Comics. “Y suena extraño, pero es imposible tomarlo mal: los fans tienen tanto depositado en esto que es imposible escaparles y a veces es hasta saludable. Te das cuenta cuán importante puede ser un trocito de cultura pop y por qué requiere tanto trabajo y cariño como cualquier rol. Yo estoy enamorado del personaje, y siempre quise contar la historia que contamos aquí, desde que la leí en el cómic de Chris Claremont”. Dejando caer el apellido del guionista del relato ubicado en Japón (pero filmado en la Australia natal de Jackman, también aquí productor), el actor se recibe de geek, pero también deja ver que ese título, productor, lo pone en otro lugar: “Creo que Hollywood está, a contramano de lo que se piensa, en un instante extraño, tan saludable como potencialmente nocivo. Creo que los filmes de superhéroes son una señal: son gigantes, seguro, pero poseen ambiciones de autor detrás de cada gesto, idea, narración y eso, sabemos, puede ser el mejor cine posible. Pero sí, a veces cuesta buscar un cine directamente adulto”. Antes de cortar, sonriente, enérgico, Jackman pregunta mil veces qué piensa de Wolverine el cronista y bromea: “Si me decís qué pensás, te digo qué pienso de Messi. Aunque soy más fanático del rugby, y podría hablar más de Los Pumas”. Wolverine hablando de fútbol y Los Pumas. Esto hace diez años no pasaba.