ESPECTACULOS
Karina Olmedo - Alejandro Parente

Un adiós que brilló en lo más alto

Los bailarines se retiraron con La viuda alegre, del Ballet Estable del Colón. Sus carreras marcaron a las nuevas generaciones. Las funciones del final a sala llena y merecidos aplausos.

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Momento. Los dos bailarines ensayan para la puesta de La viuda alegre. | Piemonte

El Teatro Colón marcó a fuego las vidas de Karina Olmedo y Alejandro Parente. Ambos, primeros bailarines de la compañía estable que lidera Paloma Herrera, supieron conseguir un lugar –juntos y separados– y edificar una carrera trascendental en los últimos treinta años en la danza clásica argentina. En estos días y con diferentes funciones, se despidieron de los escenarios y pusieron un broche de oro con La viuda alegre, la célebre opereta de Lehar que disecciona y recrea, en una versión bailada, la París de la Belle Epoque, el cancán, el Maxim’s y el burbujeante champagne.

En la entrevista que les realizó en exclusiva PERFIL en el Salón Dorado del Teatro Colón, hubo una espectadora de lujo: Marianela Núñez, la mejor bailarina de Gran Bretaña y primera figura del Royal Ballet, quien además es la pareja de Parente y con quien realizó la función despedida. En la antesala de su jubilación, bajo una atmósfera nostálgica, Olmedo y Parente construyen juntos su retrospectiva y marcan el fin de una generación de bailarines.

—¿Por qué dejan de bailar en el Teatro Colón?

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PARENTE: Es algo que siento desde hace varios años. Sentía que era el momento y lo estiraba un poco más. Les dije a las autoridades del teatro: hagamos una fecha para la despedida, es el momento de empezar una nueva vida. Me voy porque todo lo que podía dar ya lo di.

OLMEDO: No me da nostalgia dejar este escenario. El ciclo en esta institución está cerrado. Si bien no quiero hablar mucho de la nueva gestión, siento la necesidad de terminar la relación. Estoy contenta con todo lo que logré, pero prefiero irme en este momento y creo que fue muy bella la despedida con mucho reconocimiento.

—¿Qué cualidades artísticas, personales y profesionales encontraron el uno en el otro en estos treinta años?

O: Además de que es un gran artista, siempre fuimos un equipo con Alejandro. Si bien ahora bailo con ​Juan Pablo Ledo (Danilo en las funciones que realizó los pasados 2 y 4 de agosto) y con mi pareja, Nahuel Prozzi –con quien está casada y tiene dos hijas–, nuestra dinámica es difícil de explicar. No fuimos Karina y Alejandro, sino una dupla que trabajó a la par y logramos fusionarnos hasta tener nuestro propio público.

P: Cuando la conocí –bailaron juntos por primera vez cuando tenían 14 años–, era la más experimentada. Ya había formado dupla con Raúl Candal. Ella tiene todo lo necesario para que su partenaire se sienta cómodo.

—¿Se sintieron reconocidos por el Teatro?

O: Por muchos años sí. Nosotros, como artistas, somos reconocidos en el ambiente.

P: Cuando estaba en la plenitud de mi carrera, y

me daban los papeles principales, el teatro no contaba con la categoría que yo ocupaba y por lo tanto me pagaban como a uno más del ballet. Por eso, ahora me gusta irme como primer bailarín en el programa.

—¿Cómo siguen sus vidas ahora?

O: Voy a ir todas las mañanas a tomar clases con Raúl Candal, a quien admiro como artista y maestro. También estudio teatro con Agustín Alezzo. Me gustaría poder hacer obras casi teatrales.

P: En lo personal, mi novia vive en Londres. Ahora habrá mucha más libertad para viajar. Me acompañó en esta despedida inolvidable tras tantos años de carrera. Y ahora solo espero que ella también venga más seguido aquí.

 

El legado para los jóvenes

—¿Qué observan de las nuevas generaciones y qué consejos les darían para incursionar en el mundo de la danza clásica?

P: Siento que en parte fallé, porque no pude darles el contexto, la historia detrás de la danza y explicarles que hay un camino que otros hicieron. Como en todo arte, hay que abrazar la vocación, la pasión y la entrega. La sociedad cree que el éxito es la finalidad de algo.

O: No coincido. Son decisiones que han tomado directores que han querido imponer o plantear que lo nuevo es mejor y que lo antiguo ya no sirve más. Los conceptos han cambiado y los referentes han desaparecido. La única manera de avanzar en esta carrera es dejar el ego de lado y escuchar a los maestros.

—¿Cómo son sus personajes en la obra, y qué les interesó de la propuesta?

P: En este momento de mi carrera, interpretar una comedia y justo que se dé con mi retiro de este teatro es como una caricia al alma. Me siento bastante libre como intérprete: Danilo es un personaje que se encuentra en una disyuntiva de la vida, el lugar donde él vive atraviesa una crisis económica. También tiene problemas con el alcohol, algo de glamour, mucho orgullo y cierto porte aristócrata.

O: Hannah, a quien interpreto, tiene la posibilidad de atravesar varias etapas: se divide entre una niña de 14 años y una mujer, una viuda millonaria. Lo bueno de poder trabajar en esta obra es que el coreógrafo está acá y son muy pocas las veces en que uno puede trabajar de esa forma. Ronnie (el coreógrafo inglés Ronald Hydn) es un artista fabuloso.