Los fines de semana, es la oportunidad para que toda la familia se reúna alrededor de la mesa, a planificar el tiempo libre juntos mientras disfrutan de ricos sabores. Saliendo de la rutina diaria, de horarios que apremian, el hábito del desayuno no se vincula sólo con la buena nutrición, sino también con el orden, la planificación y el disfrute.
El desayuno debe traer la cuota de energía necesaria para enfrentar las actividades diarias, además, la correcta ingesta calórica, ayuda a mantener un peso saludable, ya que un desayuno contundente, que incluya los nutrientes necesarios para arrancar el día, ayuda a llegar con más saciedad al resto de las comidas.
El desayuno debe traer la cuota de energía necesaria para enfrentar las actividades diarias
Por otro lado, no tenemos que perder de vista, los malos hábitos que generamos por la falta de un buen desayuno, como por ejemplo el “picoteo” constante durante el resto del día. Según una encuesta del Observatorio de Consumos Problemáticos de la Defensoría de Pueblo Adjunta de la Provincia de Buenos Aires, de 442 consultados (adolescentes y jóvenes de entre 15 a 25 años) el 30% confirma que comen fuera de hora casi todos los días.
Hacer hincapié en un buen desayuno, y esto repetirlo en la merienda, es una forma de evitar ese “entre comidas” que tanto desorganiza el día de los niños y los adultos también. El desayuno es la primera comida del día después de muchas horas de reposo gástrico y es el primer combustible para arrancar con nuestras actividades. Por eso, es recomendable tener en nuestras casas, aquellos productos necesarios para conformar un desayuno completo: proteínas (leche, yogurt, quesos), carbohidratos con fibra (panes integrales, galletitas con semillas, avena, granola) frutas y/o frutos secos.
Para no aburrirse y acabar utilizando este argumento como excusa, es recomendable ir variando los desayunos. Incluso si la base es siempre la misma, como las clásicas tostadas, si se varían los “toppings” (es decir, lo que le untamos) el abanico de opciones se abre muchísimo y resulta mucho más entretenido. Algunos días será dulce, otros salado, otros agridulce y así según las ganas del momento. El comer rico y variado nos brinda la cuota de disfrute que necesitamos.
El desayuno también nos da la oportunidad no sólo de iniciar el día con energía sino también compartir un momento más distendido en familia, sobre todo los fines de semana, que nos permite también inculcar hábitos de alimentación a los más chicos.
Tomarse el tiempo de prepararlo, de disfrutarlo y de compartirlo en familia es el hábito más saludable que podemos transmitir.
*Licenciada en Nutrición.