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Opinión

Los delicados vínculos de la justicia con la sociedad

Es necesario definir cuáles y de dónde provienen los problemas que enfrenta el poder Judicial para definir las mejoras y con ellas la credibilidad.

29-10-2017-sentencia judicial
PRIMER PUESTO. En 2016, ingresaron al fuero Ejecutivo fiscal 3518 causas cada 100 mil habitantes. | CEDOC PERFIL

Hoy parece evidente que la sociedad está por un lado y la justicia por otro. Ahora bien, no queda del todo claro cuál es la distancia real que las separa, ni tampoco desde dónde surge esa distancia. Tanto encuestas como sondeos de opinión vienen señalando hace ya algunos años que el Poder Judicial resulta ser un factor de repudio o decepción para buena parte de la ciudadanía, fenómeno que de múltiples maneras es reflejado por el campo político y cristalizado en la prensa.

Frente a este problema suelen plantearse, por simplificar, dos grandes líneas de análisis. Una de ellas es la que sugiere que las críticas sobre el desempeño de la justicia surgen “desde arriba”, o lo que es lo mismo, que son determinados actores sociales, como por ejemplo las autoridades políticas y los medios de comunicación, los que logran convencer a la opinión pública de que el Poder Judicial funciona indebidamente. En este proceso, la sociedad aparece permeable para consentir la caracterización que realizan ciertos factores de poder, legitimando en última instancia dicha caracterización. Carlos Rosenkrantz, en noviembre del año pasado, parecía inclinarse por esta perspectiva cuando afirmaba que "La mala reputación de la Justicia es porque la opinión de la gente está moldeada por los medios de comunicación".

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En contraste con lo anterior, existe un enfoque que considera que el repudio sobre la forma en que el Poder Judicial lleva adelante sus tareas se inicia “desde abajo” como resultado de la intervención espontánea e implicada de la ciudadanía, independientemente de que esto luego sea orientado por ONGs o colectivos barriales. Dicho más en concreto, son las personas “comunes” las que exigen un mejor cumplimiento del trabajo judicial, y posteriormente como reflejo de esto último es que el campo político o la prensa pueden expresar la necesidad de llevar adelante reformas. El mismo Carlos Rosenkrantz podría ser ubicado en esta segunda perspectiva, teniendo en cuenta lo que sostuvo hace unos días en el acto de apertura del año judicial: "Los argentinos están perdiendo la confianza en el Poder Judicial. Hay dudas de que nos comportamos como verdaderos jueces de una democracia republicana".

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Uno de los grandes interrogantes que se plantea aquí es si ambos diagnósticos pueden convivir a la hora de propiciar cambios profundos como los que aparentemente necesita la justicia argentina. No es lo mismo si creemos que el problema viene “de arriba”, siendo incitado por sectores de poder que consiguen persuadir a una sociedad maleable, que si presuponemos que el descontento surge “desde abajo” porque una comunidad decidida considera inaceptable el desempeño del Poder Judicial.

Como señalamos al comienzo, da la sensación que hoy existe una gran distancia entre la sociedad y la justicia, pero resulta crucial definir si esta distancia se genera “desde arriba” o “desde abajo”, para saber con mayor claridad qué cambios se necesitan hacer en el Poder Judicial.

*Investigador del Conicet.