Luego de su polémica designación como presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Rosenkrantz dio su primer discurso en una apertura del año judicial en el que buscarán "superar la crisis de legitimidad de la Justicia" en medio de la desconfianza de los argentinos por los intereses políticos de los jueces.
Mientras la grieta divide las críticas de kirchneristas y macristas contra Claudio Bonadio y Alejo Ramos Padilla, respectivamente, el presidente de la Corte Suprema habla de la crisis en la Justicia pero busca mantenerse al margen de cualquier polémica en el acto de apertura del año judicial 2019 en el Patio de Honor, en el 4to. piso del Palacio de Tribunales.
En ese sentido, Rosenkrantz no puntualizó sobre las acusaciones cruzadas del Gobierno que busca remover de su cargo al juez de Dolores que investiga una supuesta red de espionaje que involucra a Marcelo D'Alessio y el fiscal Carlos Stornelli; y las recurrentes críticas del kirchnerismo contra Bonadio por los avances en las causas contra la expresidenta Cristina Kirchner.
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Si bien la salida de su antecesor Ricardo Lorenzetti y de su designación, primero como integrante y luego como presidente, al frente del máximo tribunal siempre fue cuestionada por sus lazos con el Gobierno de Mauricio Macri, Rosenkrantz justificó, sin hacer referencia específica, su llegada al mando en octubre pasado: "La legitimidad de los jueces no se agota en el modo de su elección sino que depende crucialmente del modo en que deciden y, más importante que ello, de las razones que invocan en apoyo de su decisión".
"Un Poder Judicial sin legitimidad pierde su razón de ser. Tenemos que entender que pertenecer al Poder Judicial no es un privilegio. Ser jueces o funcionarios del Poder Judicial no nos confiere derechos sino que, por el contrario, nos impone deberes y responsabilidades", señaló.
Asimismo, enumeró tres logros de su breve gestión: la creación de un software para analizar los datos de las causas y el rendimiento de los jueces, la creación de una agenda de causas trascendentes para tratar con prioridad determinadas causas y la elaboración de un proyecto de reglamento de compras y contrataciones en la Corte.
"No son cambios dramáticos ni categoriales. Pero yo creo que, no obstante, son muy importantes. Para mejorar, muchas veces es mejor ir despacio por el camino incremental, las mejoras incrementales nos ponen al margen de la necesidad de grandes líderes, a los que en la Argentina somos tan adeptos, y van en la línea de la convicción de que lo que hace falta, más bien, es una épica de los cambios modestos y graduales", señaló.
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"La crisis de legitimidad es en parte una crisis de confianza y la desconfianza creciente de nuestros ciudadanos ha nacido en parte porque se empieza a generalizar la sospecha de que servimos a intereses diferentes al derecho. Los jueces debemos mostrar que somos refractarios a todo interés personal, ideológico, político y de cualquier otra naturaleza que no sea el interés de realizar el imperio del derecho", agregó.
"Es imposible recuperar la confianza ciudadana con logros aislados y la constancia es algo que nos cuesta a los argentinos. cualquier claudicación será vista como una confirmación de que en los jueces no se puede confiar. Por ello, mostrar que solo decidimos en base a la Constitución y las leyes requiere que todos los jueces seamos coherentes todo el tiempo, en todas nuestras decisiones. Y para ser coherentes todo el tiempo debemos pagar un precio alto pues debemos estar dispuestos a vivir con la falta de popularidad que algunas de nuestras decisiones pueden generar. Sabemos que no todo lo que la Constitución o las leyes establecen es popular o cae bien", concluyó.
El discuros completo de Rosenkrantz: