Santiago - En su primera reacción tras la muerte del dictador Augusto Pinochet, la presidenta de Chile Michelle Bachelet hizo referencia al régimen militar como un “período doloroso” y afirmó que aspira a la “justicia” en los casos de violaciones a los derechos humanos, pero insistió en su llamado a la reconciliación nacional.
Pinochet murió en Santiago, una semana después de haber sufrido un ataque cardíaco.
"Tengo memoria, creo en la verdad y aspiro a la justicia y tengo la profunda convicción y la voluntad para superar la adversidad, los momentos amargos e injustos y entender que como en los ciclos personales, también en los ciclos de la historia de una nación se abren nuevos derroteros donde lo que aprendimos del pasado nos debe ayudar para enfrentar mejor el futuro", dijo la mandataria.
Bachelet y su madre estuvieron secuestradas durante varios meses en el centro de detención clandestino Villa Grimaldi. Su padre, el general Alberto Bachelet, murió en la cárcel tras sufrir un ataque cardíaco después de ser torturado por sus pares y subalternos en las Fuerzas Armadas chilenas.
"Cada nación, su gente sabe y sabrá hacer el relato y la construcción de estos sucesos y de sus protagonistas, la historia se va construyendo y las verdades se van instalando, y no voy a eludir en este momento, que yo tengo un concepto muy formado acerca de un periodo doloroso, dramático y complejo que vivió nuestro país", dijo hoy Bachelet.
Mientras tanto, el cuerpo del dictador chileno Augusto Pinochet fue trasladado en la madrugada a la Escuela Militar, donde es velado con los honores de ex comandante en jefe del Ejército pero no con los de ex jefe de Estado.
Con velas, fotos, flores y banderas, los seguidores de Pinochet esperaron durante horas la llegada de los restos del dictador cantando y rezando.
Mientras tanto las reacciones en el mundo fueron casi unánimes, partidos políticos y organismos de derechos humanos de Europa y América Latina lamentaron que Pinochet muriera en la impunidad.
Pinochet, quien murió en Santiago a los 91 años -en el Día Internacional de los Derechos Humanos-, tras haber sufrido hace una semana una crisis cardiaca, estaba bajo arresto domiciliario y debía responder por los crímenes cometidos durante su gobierno (1973-1990), que dejó más de 3.000 muertos y desaparecidos.
Para Amnistía Internacional, la muerte sin condena del general "debería servir para que las autoridades chilenas y los gobernantes (...) recuerden la importancia de la celeridad de la justicia para los crímenes contra los derechos humanos, a la que el propio Pinochet escapó", declaró un portavoz.
La organización Human Rights Watch (HRW) dijo que el caso de Pinochet "dejó un legado" a "los dictadores en todas partes (...) Su caso le mostró al mundo que incluso los violadores de derechos humanos más poderosos pueden ser obligados a enfrentar a la justicia", dijo su director ejecutivo para América Latina, José Miguel Vivanco.
En Francia, el vicepresidente de la Federación Internacional de los Derechos Humanos (FIDH), Luis Guillermo Pérez, lamentó que Pinochet muriera sin ser juzgado, aunque estimó que fue "condenado moralmente".
No obstante, la ex primera ministra británica Margaret Thatcher alzó una única voz de apoyo al manifestarse "profundamente triste" por la muerte del general, según dijo su portavoz.
Thatcher siempre apoyó a Pinochet debido a la ayuda que el dictador prestó a Gran Bretaña durante la guerra de las Malvinas contra Argentina, en 1982.
Desde América Latina, el vicepresidente de Venezuela, José Vicente Rangel, indicó que la muerte del ex gobernante selló su impunidad.
El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, sentenció que "el general Augusto Pinochet simbolizó un período sombrío en la Historia de América del Sur", en una nota divulgada por su secretaría de prensa.
A la vez, grupos peruanos defensores de los derechos humanos llamaron la atención sobre la ironía de que la muerte de Pinochet se hubiera producido en el Día Internacional de los Derechos Humanos.
La presidenta de la organización Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, estimó que "es un alivio que Pinochet haya dejado de pertenecer a este mundo".