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Brasil | Con la extinción del Ministerio de Cultura, Temer repite a Collor

El repudio al fin del ministerio es un preanuncio de los fuertes embates que se anuncian contra la agenda de retrocesos que Temer presenta.

Michel Temer junto al expresidente Fernando Collor De Mello, actual senador.
| Gentileza Jornal Grande Bahia

La extinción del Ministerio de Cultura, una de las primeras medidas del gobierno golpista de Michel Temer, viene sufriendo fuertes críticas y una reacción en contra cuasi unánime del sector cultural, de los servidores públicos del Ministerio y de gestores culturales de todo el país.

El Ministerio de Cultura es un patrimonio de la sociedad brasileña. Fue creado en el inicio del proceso de redemocratización del país en 1985, gracias a los esfuerzos de artistas, intelectuales y gestores culturales, bajo el liderazgo del mineiro José Aparecido de Oliveira, un demócrata liberal ligado al PMDB de Ulysses  y Tancredo, que fue el primer Ministro de Cultura. Además de Aparecido, el economista Celso Furtado también fue titular de la cartera durante el gobierno de José Sarney. El PMDB de Temer, al extinguir el MinC, rasga un capítulo más de la trayectoria democrática de su partido, hoy entregado a una cleptocracia poco esclarecida, con algunas valientes y honrosas excepciones.

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Sea a partir de su incorporación al MEC, o sea a partir de la creación de unas Secretaria Nacional de Cultura y a pesar de la dificultad de encontrar un nombre respetado por el sector cultural que acepte participar del gobierno provisorio e ilegitimo, la extinción del Ministerio de Cultura es un retroceso injustificable. Al improvisar en un área que aparentemente no sólo desconoce, sino que también desprecia, Temer repite con la Cultura, en forma y contenido, las medidas adoptadas por el ex-presidente Fernando Collor de Mello.

Al asumir el gobierno en 1990, Collor extinguió el Ministerio de Cultura a través de una medida provisoria, exactamente como hace ahora Temer. Las medidas provisorias dictadas por Collor y Temer ignoraron por completo la estructura administrativa y las competencias de las áreas del Ministerio, como así también los programas y proyectos en andamiento. En ambos casos, fueron medidas adoptadas en el primer día de gobierno, sin diagnósticos previos, sin transición administrativa, sin consulta a los gestores del órgano, a los servidores, a especialistas. Medidas tomadas en forma de excepción, de un plumazo. Una verdadera “confiscación” de las políticas culturales, un asalto al Estado brasileño.

EL plumazo de Collor paralizó por más de un año el Ministerio de Cultura y el funcionamiento de la ley de incentivo de la época, la ley Sarney, trayendo un enorme perjuicio a la actividad cultural. La obstaculización de Collor terminó con la renuncia del entonces Secretario Nacional de Cultura, Ipojuca Pontes, cuya gestión realizó una política de “tierra arrasada” de toda la institucionalidad existente en el área de cultura. Fue necesaria más de una década para reconstruir lo que Collor y Pojuca destruyeron. Temer, con su plumazo siniestro, extinguió la Secretaria Ejecutiva del MinC, que cuenta con más de una centena de funcionarios y decenas de áreas administrativas, reeditando la política de tierra arrasada.

Mendonça Filho, del DEM, nuevo Ministro de Educación (y Cultura), en una reunión con los servidores del extinto MinC, reveló un total desconocimiento del área que iría a asumir. Escogió un auditorio donde no entraría un decimo de los servidores efectivos de la cartera, y se valió de un "machete"  para leer los nombres de los órganos y de las entidades vinculadas al Ministerio. Estas entidades como FUNARTE, IPHAN, Fundação Biblioteca Nacional, Fundação Cultural Palmares e Casa de Rui Barbosa, acumulan décadas de existencia, e importancia fundamental para la vida cultural del país.

Mendoncinha, como es conocido el nuevo ministro, citó a las leyes Rouanet y del Audiovisual como áreas que mantendría el extinto Ministerio, revelando un amplio desconocimiento del amplio andamiaje de la legislación cultural del país, y señalando apenas las áreas de interés del sector privado. No citó la enmienda constitucional  216-A, que instituye el Sistema Nacional de Cultura, y que  establece en su plan de metas la necesidad de la existencia de órganos específicos y autónomos para la gestión de la cultura en todos los niveles de la federación. La fusión con él MEC contraria las directrices del Plan Nacional de Cultura, a contrmano de la enmienda constitucional.

Tampoco citó la ley Cultura Viva (13.018/2014), de autoría de la Diputada Jandira Feghali,  que transforma el programa y a los Puntos de Cultura en política de Estado, y viene siendo ejemplo de inspiración para ciudades y estados del Brasil, e inclusive para otros países de América Latina. Parece ignorar que el Ministerio da Cultura do Brasil es referencia internacional en las  áreas de Cultura Digital, economía de la música,  derecho autoral, en cuestiones relativas al patrimonio genético y a los conocimientos tradicionales asociados, en la defensa de los derechos culturales de los pueblos indígenas e quilombolas, y que tiene un papel activo en la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de la UNESCO.

Lo que Temer y Mendonça ingoran, en su desconocimiento y desprecio para con el área de la cultura, es que diferente del período Collor, hoy Brasil tiene políticas culturales consolidadas, consagradas con leyes nacionales, estaduales y municipales, y respaldadas por 3 Conferencias Nacionales de Cultura; Sistemas, Planes, Fundos y Consejos de Cultura implantados en todo el páis: Más de 4500 puntos de cultura esparcidos por todo Brasil, en áreas rurales, periferias de grandes ciudades, terreiros, aldeas indígenas, escuelas y universidades. Son millones de brasileiras y brasileiros protagonistas de éstas políticas y conscientes de sus derechos culturales, que no van a soltar la mano de las conquistas alcanzadas en los últimos años.

La fuerte reacción ante la extinción del Minc es una clara señal que los retrocesos en el campo de los derechos sociales y culturales irán a encontrar fuerte resistencia. El “Puente para el Futuro” de Temer nos lleva al triste pasado de la era Collor, con la reedición de una agenda neoliberal repudiada en las urnas en diversas oportunidades. El repudio al fin del Ministerio de Cultura es un preanuncio de los fuertes embates que se anuncian contra la agenda de retrocesos que Temer presenta para la sociedad brasileña.

(*) Ex Director Nacional de Ciudadanía y Diversidad Cultural del Ministerio de Cultura de Brasil.