El papa Francisco y su predecesor, el papa emérito Benedicto XVI, se reunirán hoy en un inédito encuentro de dos pontífices, del que no habrá transmisión por televisión pero probablemente sí fotografías y algún breve saludo a los fieles de las dos figuras máximas de la Iglesia Católica. Será una reunión histórica, ya que nunca antes un pontífice tuvo oportunidad de reunirse, hablar y –como sucederá mañana en Castelgandolfo– incluso almorzar con su predecesor.
A las 12 del mediodía, a diez días de su elección, Francisco saldrá en helicóptero del helipuerto vaticano –paradójicamente, lo mismo que hizo Benedicto XVI la noche del 28 de febrero, cuando dejó el pontificado– y aterrizará después de un cuarto de hora en el de Castelgandolfo. Allí vive Joseph Ratzinger desde el comienzo de la sede vacante.
Tras el encuentro, Francisco retornará al Vaticano. Desde la Santa Sede esperan que este nuevo gesto de Bergoglio apunte a la unidad de todo el catolicismo. “Se advierte una radical sintonía entre Benedicto XVI y Francisco: dos figuras de elevadísima espiritualidad, cuya relación con la vida está completamente anclada en Dios”, subrayó ayer la revista Civiltà Cattolica, que editan los jesuitas y difunde la Secretaría de Estado del Vaticano.
Antes de visitar a su antecesor, con quien de todos modos ya habló dos veces por teléfono, Francisco pidió dejar de lado el opulento sillón de oro que utilizaba su predecesor Benedicto XVI y en cambio solicitó un modesto sillón de cuero y madera blancos para encabezar el encuentro. Nada de estridencias ni lujos desmesurados.
El sobrio sillón se suma así a otros gestos de Francisco como seguir usando sus zapatos negros de todos los días, en vez de los lujosos pares en cuero rojo confeccionados a medida para Benedicto. También a su vestimenta papal es ya toda una marca registrada de simplicidad. Hasta ahora, el argentino ha preferido mostrarse casi siempre de blanco, dejando de lado capas rojas, adornos y otros atuendos cargados de poder y bordados. Su anillo pontificio es de plata dorada y no de oro macizo como el de otros papas.
Distintos vaticanistas consideran que el encuentro de los dos papas estará marcado por un diálogo sobre los desafíos de la Iglesia a futuro, nunca antes ocurrido en dos milenios de historia del cristianismo. No es posible imaginar tampoco de cuántas y cuáles cosas podrán hablar, en una situación que los vincula pero también los divide desde hace al menos ocho años, dado que Jorge Bergoglio fue el principal rival de Ratzinger en el cónclave de 2005.