Cada año a finales de junio miles de animales son sacrificados en la ciudad de Yulín, al sur de China, en la famosa "Fiesta de la carne de perro". Los platos preparados con la carne de estos animales constituyen una delicia tradicional para miles de chinos, aunque este año, la pandemia del coronavirus salvará la vida de algunos.
La epidemia, que infectó a más de 9 millones de personas y provocó la muerte de más de 470.000, emergió a fines de 2019 en un mercado en Wuhan en el cual se vendían todo tipo de animales vivos silvestres para su consumo y a partir de entonces las autoridades endurecieron las leyes sobre el comercio de animales.
Los científicos piensan que el virus nació sin duda en los murciélagos, pero habría pasado por otra especie antes de transmitirse al ser humano, quizá a través del pangolín, animal muy codiciado por su carne, que se comercializaba con gran éxito en el mercado de pescado de Huanan, en Wuhan.
Se estima que 10 millones de perros se matan en China cada año para el consumo de su carne, miles de los cuales son faenados durante la fiesta de la carne de la ciudad de Yulin, en condiciones que los defensores de los animales consideran crueles, según la asociación estadounidense Human Society International (HSI).
Aunque la carne de perro continúa siendo considerada una delicadeza en muchas regiones chinas, su consumo está prohibido convirtiéndose cada vez más en impopular y la ciudad de Shenzhen fue la primera en prohibirlo en marzo pasado.
En este contexto, el estadounidense Jeffrey Bari creó un refugio cerca de Pekín, donde acoge a unos 200 perros salvados de un destino fatal que los esperaba a miles de km al sur de la capital. La fiesta de Yulin, en la ciudad de Guangxi, es "inhumana y bárbara", afirma este defensor de los animales, que intenta encontrar familias de acogida para sus huéspedes.
Los militantes por esta causa salvan a centenares de perros todos los años, organizando verdaderas redadas en los mataderos o interceptando camiones que, cargados de canes, se dirigen hacia el sur donde aún subsiste la tradición del consumo de su carne.
Los traficantes son acusados no sólo de recoger perros abandonados sino también de robar mascotas. "Tenemos un sentimiento de placer cuando logramos cambiar el destino de un perro", se congratula Miss Ling, una voluntaria que ayuda en el refugio de la ONG "No Dog Left Behind" (Ningún perro abandonado).
La asociación estadounidense Humane Society International, que se pelea por la protección de los animales, estimó que 10 millones de perros son asesinados cada año en China por su carne.
Consumo a la baja
El festival de Yulin es una celebración que se realiza en Yulin y que tiene como objetivo conmemorar el solsticio de verano. La vieja tradición estipula que durante los 10 días de celebración debe consumirse carne de perro para estar más saludable durante el invierno.
Pero incluso antes de la aparición de Covid-19, el consumo de carne de perro mostraba un fuerte declive en China y, en contrapartida, cada vez más gente adopta canes como mascotas. Pero en algunas regiones del país, aún consideran la carne de perro buena para la salud.
Con el impacto de la pandemia, el gobierno chino aprobó una ley que prohíbe el comercio y consumo de animales salvajes. La ley no se aplica específicamente a los canes, pero el ministerio de Agricultura acaba de reclasificar a los perros como mascotas, eliminándolos de la lista de animales comestibles.
A pesar de que el consumo aún no está explícitamente prohibido, dos importantes ciudades del sur, Shenzhen y Zhuhai, ya emitieron decretos al respecto.
Wuhan, la ciudad china donde nació Covid-19, prohíbe venta y consumo de animales salvajes
"Vergüenza mundial"
En Yulín, donde la fiesta anual comenzó el domingo, coincidiendo con el solsticio, y dura una semana, decenas de perros se hacinan en jaulas estrechas. Como es habitual todos los años, los animales sacrificados se acumulan en los mostradores de las carnicerías.
En esta festividad, los cadáveres de los perros son pelados y colgados de ganchos en puestos callejeros o apilados en mesas. La multitudinaria fiesta continúa con un banquete de carne canina y licor.
Sin embargo, los proveedores especializados contactados por teléfono desde Pekín reconocen que este mercado comienza a sufrir dificultades. "Hay cada vez menos clientes", declaró un empleado identificándose como Chen, para quien el problema radica en la obsesión por la seguridad alimentaria que, como consecuencia de covid-19, se extendió por todo el país.
En las redes sociales, muchos usuarios abogan por la prohibición de esta festividad, cuya nueva denominación, "Fiesta del solsticio de verano", no engaña a nadie. "¿No es suficiente con que (esta fiesta) sea una vergüenza de alcance mundial? ¿Cuándo se respetará la seguridad alimentaria de una buena vez? ¡Anulen esta festividad inmediatamente!", se queja un usuario de la red Weibo.
DS