El gobierno holandés informó que en el rastrillaje llevado a cabo por expertos, que se desarrolló en las proximidades de una granja de pollos en la pequeña localidad de Grabovo, donde cayó el vuelo MH17 de Malaysia Airlines, con 298 personas a bordo, encontraron más restos de víctimas de la tragedia aérea. Sin embargo, los inspectores no pudieron finalizar el rastrillaje debido a que escucharon disparos de artillería a una distancia de unos dos kilómetros.
Según explicaron, los expertos holandeses y australianos recurrieron a perros policía para rastrear la vasta zona de la catástrofe del avión malayo. Además de la zona central del siniestro en Grabovo, los restos del Boeing-777 y de sus pasajeros están diseminados por una superficie de entre 20 y 30 kilómetros cuadrados.
La trompa del avión se encuentra en un campo de girasoles en la localidad de Rasipnoye, mientras en Petropavlovka yace intacto un gran trozo del fuselaje, sin que los expertos hayan podido aún acceder al lugar.
Los expertos internacionales, sin embargo, debieron abandonar una parte del sitio donde todavía hay restos del avión malayo derribado en el este de Ucrania, a consecuencia de los combates, indicó la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa (OSCE).
Los inspectores escucharon disparos de artillería a una distancia de unos dos kilómetros. "Se produjeron lo suficientemente cerca para tomar la decisión de marcharse. El impacto de los disparos era muy ruidoso y el suelo temblaba", explicó a la prensa Alexander Hug, jefe adjunto de la misión de la OSCE en Ucrania.
Hug aseguró que los separatistas dieron el visto bueno para acceder a la zona bajo su control y estimó que era muy pronto para determinar si se trataba de una violación del alto el fuego, acordado por los prorrusos y las fuerzas ucranianas en las inmediaciones de lugar de la tragedia aérea.
"El ruido de los combates se volvió más cercano y los compañeros tomaron la decisión de retirarse", añadió el responsable de la OSCE, para quien "el riesgo era muy alto".
En la zona donde se concentran las búsquedas de restos mortales, el ruido de las explosiones a lo lejos es casi permanente, constató una periodista en el terreno.