El expresidente peruano Alberto Fujimori, cuyo indulto fue anulado por la justicia, rogó este jueves a las autoridades que no lo envíen de regreso a prisión, pues "eso significará mi condena a muerte", sostuvo, mientras se reaviva la lucha entre sus hijos Keiko y Kenji por su legado político. La Corte Suprema ordenó que el exmandatario (1990-2000) vuelva a prisión luego de 10 meses de libertad, tras lo cual fue ingresado a una clínica de Lima, donde este jueves quedó bajo custodia policial.
"Ya está en condición de detenido", dijo el ministro del Interior, Mauro Medina, sobre la situación legal de Fujimori, de 80 años. "Sólo se espera su alta de la clínica para ser conducido al establecimiento que disponga el Instituto Nacional Penitenciario", agregó el funcionario.
A pesar de haber sido condenado a 25 años de prisión por crímenes contra la humanidad y corrupción, Fujimori siguió gozando de gran popularidad en Perú por haber acabado con el terrorismo de Sendero Luminoso y la hiperinflación. Ese legado se disputan sus hijos, pues ambos quieren ser presidentes.En un video grabado en la cama en la clínica, Fujimori imploró este jueves a las autoridades peruanas que no lo envíen de regreso a prisión. "Quiero pedirle al presidente de la república, a los miembros del poder judicial, una sola cosa: por favor no me maten; si regreso a prisión mi corazón no lo va soportar, está demasiado débil para volver a pasar por lo mismo", dijo el exmandatario. "No me condenen a muerte, ya no doy más", agregó.
La lucha fratricida entre Kenji (38 años) y Keiko Fujimori (43) parece una versión andina de "El rey Lear", la tragedia de William Shakespeare sobre el legado de un monarca a sus herederos. En este caso la herencia es el capital político del fujimorismo, primera fuerza electoral de Perú. El cisma en el fujimorismo se selló en junio cuando el partido que lidera Keiko -que domina el Congreso- consiguió quitarle su escaño parlamentario a Kenji, quien se opuso a la cruzada de su hermana para destituir al entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien renunció en marzo pasado.
Ambos hermanos, que podrían enfrentarse en las presidenciales de 2021, derramaron lágrimas tras la anulación del polémico indulto que Kuczynski le concedió a su padre en la víspera de la última Navidad. Pero un antiguo abogado del expresidente de ancestros japoneses declaró que las lágrimas de Keiko llegaron tarde, pues fueron las propias acciones que ella emprendió por ambición política las que condujeron a la anulación del indulto. La misma advertencia había hecho Kenji en mayo, cuando dijo que si el indulto era anulado, sería por culpa del partido Fuerza Popular de su hermana, que él mismo ayudó a fundar en 2011 y del que se marginó en febrero pasado.
La escalada bélica del partido de Keiko -primero contra Kuczynski y después contra Kenji- "hacía irremediable traerse abajo el indulto", subrayó el abogado César Nakazaki. "Es una cadena de hechos", agregó el letrado, tras subrayar que "era imposible tumbarse a Kuczynski" y expulsar del partido a 10 legisladores leales a Kenji sin que el indulto colapsara. "Ojalá se hubiera quebrado antes" Keiko, acotó Nakazaki sobre las lágrimas de la poderosa líder opositora ante la prensa.
Kenji también auguraba este desenlace y se lo había advertido a su hermana en mayo. Kenji fue el promotor del indulto y para conseguirlo apoyó a Kucynski. Su hermana no hizo nada para obtenerlo por temor de que su padre le disputara el liderazgo del partido, según señalan analistas. Tras salir de la cárcel, Fujimori se retiró a escribir sus memorias y se declaró jubilado de la política y empeñado en reconciliar a sus hijos, tarea en la que no tuvo éxito.