Frente a una gran expectativa pública, el gobierno de Japón anunció este lunes de que la próxima era imperial, que comenzará el 1 de mayo tras la abdicación del emperador Akihito en favor del príncipe heredero Naruhito, se llamará 'Reiwa'. El término significa "La cultura se nutre cuando la gente armoniza sus corazones de una manera hermosa", y servirá para marcar simbólicamente el espíritu del reinado del próximo monarca. La palabra (“gengo”) está compuesta por los ideogramas (“kanji”): 'rei' -hermoso- y 'wa' -armonía- y procede del “Manyoshu”, la más antigua colección de poesía japonesa, escrita hace más de 1.200 años.
La elección de este nombre -o “gengo”- es una tradición de más de 1.300 años y constituye el primer paso oficial hacia el cambio generacional en el Trono del Crisantemo. El actual emperador Akihito, 125º monarca de Japón, llegó al trono en 1989 tras la muerte de su padre, Hirohito, para asumir un puesto ceremonial como símbolo de unidad del pueblo nipón, según marcó en 1947 la Constitución de posguerra. Su era, Heisei (que significa “la paz que prevalece por todos lados”) culminará con su abdicación, el próximo 30 de abril.
A pesar de ciertos obstáculos legales, la decisión de la abdicación contó con el respaldo de una amplia mayoría del pueblo japónes, un 89 por ciento, según una encuesta de Nikkei publicada en agosto de 2016. Su hijo, Naruhito, se convertirá en el 126° emperador, descendiente de una dinastía dos veces milenaria que, según la creencia sintoísta, desciende de la mismísima diosa del Sol, Amaterasu-o-mikami. Esta deidad dio vida a la tierra de Yamato y estableció allí una dinastía que lleva reinando, siempre según la creencia, desde hace más de dos milenios.
Aunque la monarquía nipona perdió su “divinidad” después de la Segunda Guerra Mundial, los rituales de coronación del próximo monarca parecen insinuar que la creencia de una dinastía semidivina sigue vigente. De hecho, parte importante del protocolo imperial consiste en que el emperador saliente informe a los espíritus de sus antepasados sobre su abdicación, y lo mismo hará su sucesor. La designación de un nombre de era hace alusión a la “eternidad” de los sucesivos emperadores, cuyas personas trascendían a la vida eterna una vez que terminaban su reinado.
El gengo que acompañará el reinado del emperador Naruhito “significa el nacimiento de una civilización en la que reina una armonía entre los seres", según dijo el primer ministro nipón, Shinzo Abe, este lunes. "La primavera llega tras el duro invierno, este nombre quiere señalar el principio de un periodo que desborda esperanza", agregó. El experto en literatura japonesa, Ryan Shaldjian Morrison, de la Universidad de Nagoya, propone como traducción más apropiada "venerable armonía", señalando que el carácter "rei" puede tener otros significados como "orden" o "bien/bello/agradable".
Pero el cambio de era no es una cuestión meramente simbólica. Antiguamente, se declaraba el fin de una era y el inicio de otra tras una guerra devastadora, un terremoto, una epidemia o un gran incendio como medio para marcar un nuevo comienzo tras la calamidad. Actualmente, una gran parte de la población continúa utilizando el sistema gengo paralelamente al calendario gregoriano. El nombre de la era imperial está impreso en documentos gubernamentales y oficiales, facturas, sistemas informáticos y hasta licencias de conducir.
Diez mil años de vida
El emperador Akihito, ahora de 85 años, dijo en agosto de 2016 que estaba muy anciano y enfermo como para continuar llevando a cabo su papel de “símbolo del Estado”, función que le da la Constitución de 1947. Tras dos años de deliberaciones y preparativos, el gobierno de Abe programó su abdicación para el próximo 30 de abril. Será una ceremonia breve, de 10 minutos de duración, en la que Akihito se despedirá de su pueblo.
Tras la renuncia (la primera abdicación desde la del emperador Kokaku, en 1817) Akihito y su esposa, Michiko, tomarán el título de ‘emperadores eméritos’ y prácticamente desaparecerán de la vida oficial. Retirados en un palacio especialmente preparado, los exsoberanos no tendrán ningún papel oficial ni tradicional en la vida de la corte, acaso la más estricta del mundo en cuando a la observación de sus tradiciones.
El primer ministro será el encargado de gritar ¡Banzai! (“Diez mil años de vida”) frente al nuevo emperador, Naruhito, el 1 de mayo. También será una ceremonia brevísima a la que no asistirá ningún miembro femenino de la familia imperial. El gobierno colocará en las manos de Naruhito los Tesoros Imperiales, símbolos de su estatus y su herencia: un espejo, un collar y una espada de orígenes milenarios y mitológicos.
La coronación del nuevo emperador será el 22 de octubre en el palacio imperial de Tokio. Vestido con ropajes tradicionales, Naruhito protagonizará una ceremonia idéntica a la que entronizó a su padre en 1990. El emperador leerá un discurso en el que anunciará al mundo su ascenso al trono sentado en un trono imperial (el “takamikura”) cuyo diseño responde a la suma de tradiciones y leyendas que sustentaron la monarquía nipona durante 2.600 años. Asistirán representantes oficiales de 195 naciones del mundo.
Hijo de Akihito y la emperatriz Michiko, el próximo emperador Reiwa deberá mantener un difícil equilibrio entre las tradiciones de una institución milenaria y su voluntad de acercar a la familia imperial a la realidad del mundo actual, al tiempo que protege a su esposa, la princesa Masako, con dificultades para cumplir su rígido papel. El príncipe, de 59 años, ya expresó su preocupación, al igual que su padre Akihito, sobre cómo asumir el papel de Japón en el pasado.
En 2015, consideró "importante, ya que el recuerdo va a borrarse", que los japoneses "miren con humildad" las décadas pasadas, sin ocultar los abusos cometidos por el ejército imperial durante la primera mitad del siglo XX. También deseó que "las generaciones que vivieron la guerra transmitan correctamente a las que no la sufrieron la trágica experiencia vivida por Japón y el camino que tomó en la historia". Este año expresó asimismo su voluntad de estar "cerca del pueblo y compartir sus alegrías y sus penas".