Acorralado por las críticas y el desprecio de medio planeta, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el miércoles un decreto para poner fin a la separación de las familias de inmigrantes en la frontera. Así revirtió una práctica que puso a Estados Unidos en el banquillo internacional, cuando trascendieron las fotos de miles de chicos literalmente "enjaulados", muchos de ellos llorando desconsolados al verse separados de sus familias detenidas al tratar de ingresar ilegalmente, al país del norte.
La avalancha de críticas que recibió Trump por su política de "tolerancia cero" hacia la inmigración ilegal lanzada a principios de mayo fue de tal nivel, tanto nacional como internacional se multiplicaron los cuestionamientos, mientras recorrían el mundo las imágenes de los más de 2.300 niños sido separados de sus padres migrantes, en su mayoría de Centroamérica.
Esas fotografías, ciertamente desgarradoras, con audios en los que se escucha el llanto desesperado de pequeños, hasta bebés, retenidos en instalaciones fronterizas generaron una oleada mundial de indignación y hasta acusaciones de violación de los derechos humanos.
"No me gustaba ver a las familias separadas", dijo Trump este miércoles, al firmar el decreto respectivo en la Oficina Oval, luego de insistir durante semanas en que estaba obligado por ley a apartar a los menores de sus padres indocumentados.
"Creo que cualquiera con un corazón podría actuar de la misma manera", agregó el mandatario, como si no hubiera sido su propio gobierno el que había instrumentado el tema, señalando incluso que su hija Ivanka y su esposa Melania tenían sentimientos "muy fuertes" sobre el tema. Sin embargo, si bien se vio forzado a aliviar el tema de las separaciones de niños de sus familias, Trump subrayó que la lucha contra la inmigración ilegal en la frontera "será igualmente dura, si no más dura".
"Debemos mantener nuestras fronteras fuertes. O seremos invadidos por el crimen y por personas que no deberían estar en nuestro país", dijo Trump durante una reunión con legisladores republicanos en la Casa Blanca.
El decreto sugiere que el gobierno buscará retener a las familias indefinidamente, al cuestionar el llamado Acuerdo de Flores de 1997, que marca un límite de 20 días para que los niños puedan permanecer detenidos.
El estado de Nueva York, que este miércoles se escandalizó al conocer que más de 70 niños separados de sus padres en la frontera estaban en albergues federales en ese estado, ya anunció una demanda estatal contra la administración Trump "por violar los derechos constitucionales de niños inmigrantes y sus familias".
De marzo a mayo, más de 50.000 personas por mes, la mayoría de Guatemala, El Salvador y Honduras, pero también de México, fueron detenidas por cruzar ilegalmente la frontera, una cifra en alza desde octubre. Un 15% llega en grupos familiares, 8% son menores no acompañados. Casi todas las familias, y muchos otros, solicitaron asilo por la violencia en sus países de origen.
La política de separación obligatoria de niños y adultos fue anunciada el 7 de mayo buscando disuadir a los migrantes, y provocó controversia al conocerse estremecedores relatos de niños en instalaciones preparadas para ellos. Los menores son retenidos por patrulleros fronterizos en espacios cercados que parecen jaulas, donde los pequeños "lloran y gritan llamando a sus mamás", contó a AFP en El Paso la pediatra Marsha Griffin, que visita centros de detención temporal en Texas, entre ellos los de bebés y niños pequeños. El gobierno de Trump no explicó hasta ahora como se reencontrarán con sus familias los miles de niños separados hasta ahora.
Gene Hamilton, un alto funcionario del Departamento de Justicia, dijo que el decreto era una medida "temporal" y que el Congreso necesita dar "una solución permanente". Este miércoles había al menos dos proyectos de ley sobre inmigración, pero no se sabía si alguno tenía el apoyo para ser aprobado. Los republicanos controlan la Cámara, pero en el Senado la mayoría oficialista es muy frágil (51-49).
El presidente de la Cámara baja, el republicano Paul Ryan, anunció que el jueves sometería a votación una iniciativa, que además de contemplar las separaciones familiares busca resolver la situación de los "dreamers", inmigrantes indocumentados traídos al país cuando eran niños. "Encerrar a familias enteras no es una solución en absoluto", dijo el senador demócrata Dick Durbin tras conocerse el decreto. "La administración Trump debe revertir su política de perseguir a las personas vulnerables que huyen de tres de los países más peligrosos del mundo", dijo.
Numerosas voces se alzaron contra esta política de Trump este miércoles, al celebrarse del Día Mundial de los Refugiados: desde el expresidente Barack Obama, a la ministra británica Theresa May y su par canadiense Justin Trudeau. Incluso el Papa Francisco abogó por el tema. "La dignidad de una persona no depende de que sea ciudadano, migrante o refugiado. Salvar la vida de quien escapa de la guerra y de la miseria es un acto de humanidad", recordó en un tuit el Pontífice.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, pidió por su parte "el más pronto cambio de esta legislación retrógada", y dijo que "sería oportuna" una visita a la frontera de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Durante la sesión del consejo permanente de la OEA, varios países, entre ellos México, Guatemala y El Salvador, rechazaron la política migratoria estadounidense, en medio de llamados a respetar la Convención de Derechos del Niño, un tratado internacional que Washington firmó pero no ratificó.