En el call center del Partido Demócrata del condado de San Fernando, cerca de Los Ángeles, una veintena de voluntarios se turnan para hacer llamadas y enviar mensajes de texto. En las paredes muchos afiches hacen referencia a la “ola azul”. Es la consigna que moviliza a los activistas que buscan nuevos votos para conseguir que los demócratas, identificados con ese color, obtengan la mayoría de las bancas de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos.
“Para conseguir el control del Congreso todos los caminos conducen a California, porque tenemos el mayor número de asientos republicanos que están en riesgo y podrían pasar al bando demócrata”, explica Kevin de Leon senador estadual y candidato al senado federal. “Hay muchos más escaños a mano en este estado de los que hay en Texas, Alabama u otros estados”, agrega.
Según el análisis realizado por USC Dornsife, una encuesta permanente de la Universidad del Sur de California junto al Los Angeles Times, el voto genérico -sin referencia a los candidatos- hacia el partido demócrata alcanza hoy el 57% frente al 40% de los republicanos. Sin embargo, los votos que más cuentan son los que están en distritos que podrían cambiar de color y la mayoría de asientos republicanos en riesgo están en California.
“En la elección de 2016 hubo 24 representantes republicanos electos en distritos donde ganó Hillary Clinton, seis están en California y cuatro de ellos en el condado de Orange del sur de California”, explica Andre Mouchard, analista político del Orange County Register. Este distrito fue históricamente republicano y había muy poca inversión en publicidad política. Ahora cada anuncio que hay en la televisión es sobre la elección.
Una elección en 16 idiomas y con pocas restricciones
Los demócratas deben alzarse con 23 lugares más para alcanzar la mayoría y los analistas de ambos partidos coinciden en que seis distritos de California serán clave en esta definición. Por eso los activistas trabajan por cada voto. “Usamos los mensajes de texto para llegar a los millennials” cuenta Marirose Occhio, una de las voluntarias que ayuda en la campaña demócrata. Cómo muchos otros, su militancia tiene una razón muy puntual: “El día de la elección de 2016, decidí que tenía que hacer algo”.
En muchos testimonios, el rechazo a Trump aparece como el principal impulsor de los que trabajan en pos de la ola azul. “Esta es la primera oportunidad que tienen los votantes de decir qué piensan sobre lo que ocurrió en 2016, y los electores con los que he hablado me dicen que votarán para defender sus valores” explica Christy Smith, candidata demócrata a la asamblea estadual por el distrito 38, uno de los bastiones republicanos clave para una eventual mayoría demócrata en la Cámara baja federal.
En el centro del discurso de campaña de los Demócratas de California está la figura de Donald Trump. Este es tal vez el único punto en el que coinciden con el presidente, que también busca ocupar el centro de la escena con un fuerte discurso anti-inmigrante y permanentes referencias a la Caravana de la Esperanza.
“Trump es el elefante en el cuarto de votación, está haciendo todo lo posible por estar en el centro de la escena”, explica Robert Shrum, histórico consultor electoral demócrata y profesor de USC. Y agrega: “Está apelando a su base más dura, con un discurso sobre la inmigración y sin referencias a la economía, mientras que los demócratas están poniendo el acento en la asistencia médica y la equidad economía”.
En California, el tipo de discurso de Trump no parece el que mejor se ajusta a la necesidad de los candidatos locales. En el condado de Los Ángeles, el jefe local de los republicanos, Shawn Steel, destaca: “Llevamos a la legislatura a ocho diputados de origen asiático y en los cuatro asientos más disputados de esta elección para la Cámara hay tres candidatas mujeres, una de ellas asiática, mientras los demócratas presentan a cuatro hombres blancos”.
Steel confirma igualmente su adhesión a la política de Trump, al referirse a la caravana de inmigrantes que partió de Honduras habla de una “horda que quiere saltarse la fila” y la define como un “peligro existencial”. Pero luego aclara: “Estamos a favor de la inmigración, pero de la inmigración legal”. Como tantos otros republicanos, Steel reconoce que trabajó en contra de la candidatura de la ex estrella de la TV: “Apoyé a los otros 16 candidatos, hasta que no quedó ninguno”.
Sin embargo, le reconoce un mérito: “Trump juntó a la clase trabajadora con la clase media republicana”. Reconoce también el riesgo de perder la cámara de representantes pero no duda en que Trump será reelecto, con o sin “Ola Azul”. “Los demócratas no tienen a nadie para hacerle frente”, insiste esperanzado. Algo de razón tiene. En los últimos días, el ex presidente Barack Obama multiplicó sus apariciones públicas y, en los medios, aparece como la contrafigura de Trump en una elección fuertemente polarizada entre los seguidores del Presidente y sus detractores.