El Bósforo, también conocido como estrecho de Estambul, separa la parte europea de la actual Turquía de la parte asiática. Divide en dos partes la ciudad de Estambul y conecta el mar de Mármara con el mar Negro, clave en el conflicto de Ucrania desde la anexión rusa de la península de Crimea, en 2014.
Esta vez, Estambul no pretende mostrar divisiones, sino punto de acuerdo entre las partes en discordia: Rusia y Ucrania. Las delegaciones de ambos gobierno reanudaron el diálogo bajo los auspicios del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.
Les dio la bienvenida con una consigna: el ceso de las hostilidades. Algo que Rusia, en particular, no ha respetado. Mientras los suyos se sientan a la mesa con los ucranianos los bombardeos suelen incrementarse, así como los ataques contra la población civil de Ucrania.
El establecimiento y el respeto de los corredores humanitarios figuran en la agenda de las negociaciones. En el campo de batalla, un misil ha destruido el edificio de la administración regional de Mikolaiv, al sur del país, con saldo de al menos dos muertos y varios desaparecidos.
Tres corredores humanitarios se han vuelto a abrir hoy. Uno de ellos en Mariúpol, cuyo alcalde, Vadim Boichenko, dijo que unas 5.000 personas murieron en el asedio no sólo de las tropas rusas, sino también, según el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, de mercenarios provenientes de otros países. ¿Mientras hay negociaciones, hay esperanza? Por ahí van los tiros.