Meng Wanzhou es vicepresidenta y directora financiera del gigante chino de comunicaciones Huawei, además de ser hija de su fundador, Reng Zhengfei. El 1 de diciembre de 2018 fue detenida en el aeropuerto canadiense de Vancouver, a solicitud de la Justicia de Estados Unidos. Meng está en prisión domiciliaria acusada de haber eludido las sanciones contra Irán, supuestamente mintiendo al banco HSBC sobre los vínculos entre Huawei y la subsidiaria Skycom, con negocios en dicho país. Desde entonces, batalla legalmente contra el pedido de extradición.
La detención de Meng fue exhibida desde un primer momento por Donald Trump como una victoria política frente a Beijing, despejando así cualquier duda sobre las verdaderas motivaciones detrás del caso. De hecho, los abogados de Meng sostienen que la detención se debió a factores estrictamente políticos, tomando como argumento para la defensa declaraciones del propio Trump sobre la posibilidad de retirar los cargos contra Meng, si el gobierno chino accedía a colaborar en las negociaciones comerciales. Una marca registrada del estilo pendenciero de hacer política exterior que el magnate exhibió a lo largo de toda su presidencia.
Por otra parte, los abogados de Meng afirman que la justicia estadounidense no tiene jurisdicción para impulsar el caso, ya que basan su acusación en reuniones que Meng habría tenido en Hong Kong. En esa línea, la presidenta adjunta de la Corte Suprema de Columbia Británica, Heather Holmes, señaló en diciembre de 2019 que la evidencia proporcionada por el fiscal general de Canadá en el caso tenía “notables vacíos, estratégicos por su carácter” y, además, “pobreza en la sustanciación”. Tras más de dos años, la fiscalía no pudo aportar evidencia sólida para incriminar a Meng.
Como era de esperarse, el caso de Meng tensó notablemente las relaciones entre China y Canadá. En paralelo al caso de Meng, dos ciudadanos canadienses fueron recientemente enjuiciados en China, acusados de espionaje. El primer ministro Justin Trudeau se ha mantenido alineado con la estrategia del gobierno estadounidense. Pese a tener facultad para intervenir en un caso de extradición, Trudeau ha declarado que la eventual liberación de Meng “envalentonaría a China para detener a otros canadienses, a fin de promover sus objetivos políticos”. Canadá ha optado por acoplarse a Estados Unidos con una línea de dureza diplomática y sanciones contra China, en una disputa en donde tiene todas las de perder en el mano a mano con Beijing.
El caso de Meng y la doble vara estadounidense
Más allá de los intrincados pormenores judiciales del caso de Meng Wanzhou, y sus repercusiones para la relación sino-canadiense, resulta imposible separar la cuestión de la guerra tecno-comercial que Donald Trump inició contra China, a poco de iniciar su mandato. Sin dudas, Huawei es la compañía que ha sido más afectada por esta disputa, quedando en el epicentro del choque de superpotencias.
La empresa ha sido blanco de numerosas sanciones y prohibiciones, además de tener que afrontar la megacampaña a escala global que Washington lanzó para impedir que terceros países le permitan participar en las licitaciones de redes de 5G. Hasta el momento, con escaso suceso: sólo un pequeño puñado de países han adoptado bloqueos contra la compañía china, siguiendo el mandato de Washington.
Ahora bien, cabe preguntarse qué postura adoptará al respecto la nueva administración de Joe Biden. Hasta ahora, las señales fueron bastante claras. El nuevo gobierno demócrata declaró a Huawei y a otras tres empresas chinas como “amenazas para la seguridad nacional”, al tiempo que reclamó por las “detenciones arbitrarias” de los dos ciudadanos canadienses en China. Sin embargo, Washington no ha dicho nada de la situación de Meng, caso con demasiados elementos a la vista para sostener que su detención ha tenido también mucho de política y arbitrariedad.
Surgen entonces las siguientes preguntas: ¿Seguirá usando Biden la característica doble vara de Trump en materia de justicia y derechos humanos? Por el momento, aunque resulte paradójico, pareciera que sí. A su vez: ¿Con qué credenciales Biden pretende relanzar a Estados Unidos como el gran defensor de la democracia y los valores liberales? No queda claro qué tiene de liberal utilizar políticamente a la Justicia, algo que tanto suele molestar a Washington cuando sucede en otros países.
Son dilemas que Biden deberá resolver para presentarse de manera creíble ante el mundo y para tratar de superar la profunda crisis de legitimidad de su país, que ha corroído su propia democracia. Mientras tanto, Meng deberá seguir luchando por su propia libertad en Canadá, con desenlace aún incierto.
*Director del Observatorio Sino-Argentino. Docente del Posgrado sobre China Contemporánea de la UCA y profesor visitante de la Universidad de Zhejiang (China).