Cumplió 42 años a inicios de marzo. Amaba su profesión. Era periodista. Pero sobre todo adoraba a su familia. Hincha del equipo guayaquileño Emelec, Víctor Hugo Peña Black inculcaba esa pasión a sus dos pequeños hijos. Se mostraba orgulloso de su esposa Sandy y hablaba siempre con mucha admiración de su madre.
Pero su vida se apagó. No es solo una estadística. No es solo un número de esos que ya no consigue llevar la cuenta el gobierno de Ecuador, saturado por la cantidad de contagios por coronavirus. Es la triste realidad que hizo que una persona estuviera durante días con síntomas, pero la mandaran a su casa, donde finalmente murió.
“Tres veces fue al médico y le dijeron que tenía laringitis. El miércoles lo llevaron a un hospital y le dijeron que era bronquitis. El jueves lo enviaron a la casa con medicamentos y al día siguiente murió por una falla respiratoria. Hubo negligencia en el trato al paciente y nunca le hicieron la prueba del COVID-19 pese a que se la pidió”, lamentó Stalin Briones, amigo cercano del comunicador, en diálogo con PERFIL.
Otra víctima del #coronavirus. Víctor Hugo Peña, coordinador de noticias de @ecuavisa, falleció esta tarde en su casa, en #Durán. Presentó síntomas desde hace varios días. pic.twitter.com/FMYXZBEiEz
— LaHistoria (@lahistoriaec) March 27, 2020
Este viernes el periodismo ecuatoriano lloró la pérdida de uno de sus miembros. Pero no es sólo su historia la que causa dolor. Son los cuerpos tirados en las veredas a la espera de que lleguen los organismos pertinentes para llevárselos, debido a los retrasos en la operatividad ejecutada por el Ministerio de Salud Pública (MSP). Se convierten entonces en focos infecciosos que solo evidencian cómo el Estado no logra controlar la situación en una ciudad de 2.7 millones de habitantes, que se ha transformado en el epicentro de la pandemia, Guayaquil.
“Tengo a mi papá encerrado y envuelto en unas sábanas por más de 10 horas, ya que Medicina Legal no está disponible y no pueden venir a llevarlo. ¿Qué solución me pueden dar?”, así Antonio Velastegui reclamaba en Twitter por la falta de respuesta del organismo. “¿Cómo quieren que el país no se siga infectando si no pueden hacer nada por los cuerpos?”, cuestionó.
Tengo a mi papá encerrado y envuelto en unas sábanas por más de 10 horas, ya que Medicina legal no está disponible y no pueden venir a llevarlo. ¿Qué solución me pueden dar? @Lenin @Salud_Ec @PoliciaEcuador #ActivadosPorLaSalud #COVID19Ecuador #JuntosEcuador
— Antonio Moisés (@antoniomoises_v) March 27, 2020
En la provincia del Guayas, cuya capital es Guayaquil, hasta este 29 de marzo se registraban casi el 73% de los 1890 casos confirmados en el país, según datos proporcionados por el Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias. 2835 personas están bajo sospecha de coronavirus y se contabilizan oficialmente 57 muertos. Sin embargo, esa última cifra causa duda en la ciudadanía, ya que fallecimientos como el de Víctor Hugo han ocurrido en domicilios y sin haberse podido realizar la prueba del COVID-19.
En entrevista radial con el programa local Así Amaneció, la ministra de Gobierno, María Paula Romo, se pronunció sobre las muertes en las casas y señaló que por las medidas que rigen en Ecuador, como el estado de excepción que restringe la movilización, y el toque de queda, se ha dificultado el recoger los cuerpos tras los decesos que se producen en domicilios particulares.
Añadió que en los últimos tres días en Guayaquil se realizó el levantamiento de 100 cadáveres y que aún hay algunos pendientes. Pero ese número no se refleja en las estadísticas oficiales. Según Romo, “algunas” de esas personas murieron por causas relacionadas al coronavirus y otras por distintos motivos, entre los que justamente constan problemas respiratorios, por lo que se sospecha que también habrían fallecido por esa enfermedad.
- Desesperación en las redes ante falta de camas e insumos
En las redes sociales las denuncias se multiplican. Usuarios desesperados piden ayuda para conseguir insumos. Tanques de oxígeno y ciertos medicamentos son los más requeridos por los familiares de personas contagiadas, que emplean plataformas como Twitter para tratar de obtener los elementos que alegan no encontrar en las casas de salud.
Amigos necesito un contacto de tanques de oxígeno en Guayaquil. Que sí estén abastecidos.
— Ali G V (@Alina_GuerraV) March 29, 2020
Hagan su magia porfa! 🙏🏼
Hay otros que lamentan ni siquiera poder obtener una cama. El video de un hombre acostado en una camioneta, esperando atención afuera de un hospital, se viralizó rápidamente y se convirtió en el reflejo de lo que está sucediendo.
Necesito cargar 3 tanques de oxígeno. Ayer casi se me mueren mis padres. Por favor, necesito ayuda. He llamado a todos los números que aparecen en redes, no encuentro oxígeno@HernanUlloa @CarlosVerareal @KarlaMoralesR @PedroPabloDuart @Salud_Ec @AnderssonBoscan @alfredovelazco
— Psic. Cl. (@paoCercado) March 29, 2020
Este sábado, su hijo Omar Romo contó entre lágrimas que el hombre falleció luego de ser ingresado. “Dos horas estuvo esperando. Es una injusticia, necesitamos ayuda internacional. Yo denuncio al gobierno, que se haga cargo de lo que hizo”, sostuvo en una grabación que también se replicó en las redes.
Falleció el señor que esperó dos horas en el balde de una camioneta para ser atendido en el Hospital del IESS Los Ceibos. Su hijo, Omar Romo no ha parado de llorar su pérdida. "Necesitamos ayuda internacional. Yo denuncio al Gobierno, que se haga cargo de lo que hizo". pic.twitter.com/F7rGJxdhNh
— Mónica Velásquez (@MoniVelasquezV) March 29, 2020
Stalin Burgos conoce esa realidad. Su madre, Erodita Núñez, de 53 años, es enfermera de un hospital privado y creen que se contagió con coronavirus. En diálogo con PERFIL, explicó que estuvo durante cinco días buscando que la atendieran en una entidad de salud, pero la respuesta que recibió es que “iba a estar mejor en casa”.
“Tiene fiebre de 39 grados, dolor muscular, tos desde hace 8 días. Le hicieron una tomografía de tórax y una biometría y allí tenía una manchita en su pulmón, lo que daba positivo para COVID-19 o para neumonía. Por eso pedimos la prueba para salir de esta incertidumbre, pero no recibimos respuesta y el 171 del MSP le dio cita para el 21 de abril”, afirmó.
Sobre las múltiples denuncias de falta de atención en los hospitales, el ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, en conferencia de prensa brindada este sábado, sostuvo que en Guayaquil no existe saturación de camas hospitalarias. "Se han destinado 75 millones para la repotenciación de unidades críticas en todo el país. Tenemos suficientes trajes de bioprotección para el personal de salud", añadió.
- Los factores que influyeron en la crisis sanitaria
En los pasillos de los hospitales la realidad se torna compleja. Así lo reconoció Luis Yépez, médico a cargo del área de neurología del Hospital General IESS Los Ceibos, ubicado en el norte de la ciudad: “No hay sistema sanitario que soporte esta afluencia de pacientes en una emergencia como esta. Este tipo de cosas no se ven nunca. Realmente es algo que no importa todas las armas que tengamos para afrontarlo, es demasiado”.
Para el neurólogo, la alta contagiosidad del virus influyó en la proliferación de los casos, sumada a la falta de colaboración ciudadana frente a las medidas adoptadas por el gobierno como la cuarentena. “Se pidió de diferentes maneras, por todos los medios de comunicación, pero realmente si hubo un 50 por ciento de colaboración te exagero. Mucha gente en las calles. El virus tuvo la oportunidad de reproducirse, de replicarse. Y bueno, estamos viviendo las consecuencias de aquello”, agregó en conversación con Infobae.
Sin embargo, otros factores agravaron la crisis, como lo exteriorizó la exministra de Salud, Catalina Andramuño, quien dejó su cargo en medio de la pandemia y en su carta de renuncia apuntó a la “falta de recursos para afrontar la emergencia sanitaria” como la causa de su dimisión, aunque esto fue desmentido posteriormente por el Ministerio de Economía.
Las irregularidades agudizan el drama. La Fiscalía General del Estado abrió una investigación penal por el delito de “desatención del servicio de salud”, luego de que las autoridades del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) anunciaran el viernes pasado que hallaron 100 ventiladores mecánicos abandonados en el hospital Teodoro Maldonado Carbo (HTMC), equipo indispensable para tratar a pacientes graves.
Ecuador ocupa el segundo lugar en contagios y muertes después de Brasil en Latinoamérica, a pesar de que su población es doce veces menor y su territorio es 30 veces más chico que el del país de habla portuguesa.
- Fosa común, la última morada de los caídos por el virus
Como determina el protocolo recomendado para el tratamiento de quienes mueren con coronavirus, los cuerpos deben ser cremados, pero esto se dificulta en el país andino, ya que sólo tres ciudades cuentan con el servicio de incineración y la cantidad de cuerpos excedería la capacidad operativa.
Es la justificación de las autoridades para habilitar en Guayaquil una fosa común. Gustavo Zúñiga, director municipal de Aseo Cantonal y Mercados de esa ciudad, detalló que ya se está explorando el lugar idóneo y que una vez que la fosa sea cerrada, se construirá un mausoleo en memoria de las víctimas.
Mientras tanto, la angustia se apodera de los que todavía están vivos, de los contagiados, de sus familiares y de quienes aún no contraen el virus, al ver un sistema de salud colapsado que no logra cubrir la demanda frente a una pandemia que ya cobró en el mundo la vida de 31 mil personas, siendo España e Italia los países más golpeados. Una situación que temen vivir en Ecuador.
En redes sociales los usuarios vuelcan su peregrinación por hospitales, intentando presionar de ese modo para poder conseguir ayuda. Otros, en cambio, regresan a sus casas rogando que la muerte no los alcance, rogando tener otra oportunidad, aquella que no tuvo Víctor Hugo Peña de darle la batalla a ese enemigo silencioso que lo venció sin escudo. Le impidió ver crecer a sus hijos, abrazar nuevamente a su esposa, darle un beso en la frente a su madre y estrechar la mano de sus compañeros y amigos, que todavía no consiguen asimilar su repentina partida.