La tragedia del Covid-19 ya introdujo un cambio radical de las expectativas económicas y sociales de América Latina, que podrá generar “una nueva década perdida”, la del período 2014-2024. Eso es lo que predice un estudio del Instituto Iberoamericano de la Universidad de Salamanca. Según su profecía, esta vez será peor aún que aquella larga crisis que azotó a la región a partir de 1980, cuando Brasil entró en default de su deuda externa; Argentina vio derrumbar su PBI en 12% y Chile se hundió en una feroz devaluación.
Presagia que, una vez más, los ingresos de los hogares podrán disminuir; empeorar la seguridad laboral y aumentar la desigualdad social. De hecho, la Cepal prevé que un contingente de 30 millones de latinoamericanos podrá sumarse a los sectores de población más vulnerables, que ya se encuentran en situación de pobreza. Pero, además, la veloz y persistente irradiación del Coronavirus anticipa “el riesgo de que se intensifiquen las amenazas a la soberanía y a la seguridad”.
Esa fue la profecía que enunció Elena Lazarou, analista del Servicio de Estudios del Parlamento Europeo, durante un panel de la XVII Conferencia Internacional de Seguridad del Fuerte de Copacabana (Río de Janeiro). En esa reunión, donde esta vez confluyeron en forma virtual académicos, políticos, diplomáticos y militares, se debatieron los desafíos que derivan de los cambios climáticos, de la seguridad cibernética, la desinformación, el crimen organizado, el terrorismo, las nuevas epidemias globales y las intensas migraciones.
La tragedia del Covid-19 ya introdujo un cambio radical de las expectativas económicas y sociales de América Latina
“El mundo enfrenta dilemas que provocan muertes, injusticias sociales y nuevas crises climáticas. Y al mismo tiempo, el estallido de la pandemia nos confronta a todos con una nueva intensidad de esas crisis. En simultáneo, vemos el debilitamiento de las instituciones multilaterales en el momento en que más precisamos de ellas” advirtió Henning Speck, asesor de Seguridad Nacional del grupo parlamentario de los partidos socialcristiano y democristiano del Bundestag (Congreso alemán). En su enfoque, “hay una necesidad apremiante de fortalecer los mecanismos multilaterales” para prevenir desequilibrios devastadores. Lazarou coincidió en que “la mayoría de los retos de seguridad conque nos deparamos estos días dejaron de ser nacionales para convertirse en transfronterizos”.
Mientras los expositores europeos dieron prioridad a los cambios climáticos, como un peligro inminente para la humanidad, el brigadier Ary Soares Mesquita, secretario de Defensa y Seguridad Nacional de Brasil, prefirió dedicar su tiempo a describir las dificultades que representa el narcotráfico para su país. “Como saben, nosotros somos vecinos de grandes productores mundiales de cocaína y de marihuana (Bolivia, Perú y Colombia)” argumentó. “Eso nos lleva a adoptar medidas más drásticas en el combate al crimen organizado, que es un delito transnacional. Por eso, precisamos de la cooperación con los países vecinos”. En la visión de este militar, “la mayor dificultad de Brasil reside en el hecho de ser un país gigantesco, con un mercado extremadamente permeable, al punto de haberse tornado en el segundo consumidor mundial de cocaína. Brasil está además en la ruta del tráfico que tiene como destino Europa y otras partes del planeta. Se suma a esto el contrabando, el tráfico de personas y de armas”. Soares Mesquita reconoció, con todo, que el gobierno de Jair Bolsonaro debe enfrentar también “una batalla bastante significativa en la lucha ambiental”. Pero, en línea con el discurso del presidente brasileño ante la asamblea anual de las Naciones Unidas, el brigadier acusó a la prensa de “exagerar” los datos de la devastación de la selva amazónica. Juzgó que “las informaciones de los medios fueron extremadamente simplificadas, con números exagerados sobre los incendios en Pantanal y el Amazonas, que nos preocupa mucho”. Adujo que la pandemia “dificulta el trabajo de los militares” en las acciones contra el fuego “porque muchos técnicos y profesionales terminan por contagiarse”. Y en un intento de responder a las presiones europeas sobre el gobierno brasileño, para que acabe con las llamas que consumen el “pulmón del mundo”, el militar se limitó a señalar que esa es “una situación muy compleja en Brasil”.
En el discurso inaugural de la conferencia de Copacabana, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Parlamento Europeo, el alemán David McAllister, habló del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur. Reclamó que ambas partes “cuiden” el tratado firmado en junio del año pasado. “Las relaciones entre ambas regiones están en el tope de nuestra agenda. El tratado pasa ahora por una verificación jurídica y lingüística y será presentado a comienzos de 2021 al Parlamento Europeo, que podrá aprobarlo”, indicó el eurodiputado. Empero, admitió la existencia de “debates en países miembros de la UE, que se manifiestan preocupados acerca del desarrollo sustentable abordado en los acuerdos”. En ese grupo militan nada menos que Francia, Holanda, Irlanda y Austria. Estas naciones critican la gestión ambiental del gobierno de Bolsonaro; le exigen que se comprometa con las políticas de preservación del Amazonas; y le demandan el estricto cumplimiento de los Acuerdos de París sobre cambios climáticos.
Henning Speck, el asesor del bloque de diputados social y democristianos en el parlamento germánico, admitió que “tanto los miembros de Europa como los del Mercosur tenemos, todavía, desafíos que superar. Son los patrones ambientales elevados que debemos garantizar y que será un beneficio para todos”. Algún día, se ilusionó, “ésta será la mayor área de comercio del mundo”.
La analista europea Elena Lazarou retomó el hilo del cambio climático, al señalar que “hay un enlace muy interesante entre las cuestiones medio ambientales y la seguridad. Nos lleva a hablar del multilateralismo, porque en fin de cuentas las soluciones a una cuestión global como esa sólo tienen una manera de ser solucionadas: la cooperación internacional”. Dedicó también una reflexión a los impactos de los flujos de refugiados: “Dio un impulso a la tendencia al nacionalismo conservador, a la xenofobia y al proteccionismo; y estos son precisamente los fenómenos que conducen al aislamiento y que, precisamente, conspiran contra las soluciones”.
*Autora de Brasil 7 días.