Carlos Slim, el empresario más rico y poderoso de México y dueño de la séptima mayor fortuna del mundo, jugó fuerte en la campaña presidencial. Aunque el titular del Grupo Carso cuestionó al favorito en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador, por manifestarse en contra de la construcción de un nuevo aeropuerto en Ciudad de México –donde Slim es contratista–, sus negocios podrían beneficiarse si el líder de Morena llega al poder. Con el objetivo de tener fichas en todos los casilleros, también coqueteó con José Antonio Meade, del oficialista PRI, al enviar a su yerno, Arturo Elías Ayub, a un acto de empresarios que apoyan su candidatura.
Como es habitual en México, Slim ganará, sea quien sea el próximo presidente del país. Si AMLO llega al poder, su secretario de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú, impulsará una modificación de la reforma de telecomunicaciones, que beneficiaría a América Móvil, la empresa del magnate. Esa ley, aprobada durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, recortó las ganancias de la empresa e inhibió su expansión, por tratarse de un “agente económico preponderante”, con más del 60% del mercado de telefonía fija y móvil.
Según informó Reuters, “Jiménez y otro asesor de López Obrador, el veterano de las telecomunicaciones Abel Hibert, dijeron que estaban abiertos a la idea de otorgar a América Móvil una licencia de televisión, un negocio al que a la compañía se le negó la entrada por su tamaño e influencia”. De ser así, Slim competirá mano a mano con el imperio audiovisual azteca, Televisa, y multiplicará su influencia política.
“Sin lugar a dudas, Slim va a ganar sin importar el color del partido vencedor. Su aporte a Hacienda es tan importante que es imposible hacer política sin tener en cuenta las necesidades, problemas y ambiciones del grupo empresarial más importante del país”, explicó a PERFIL Gustavo Fondevila, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Críticas. Cuando López Obrador adelantó que cancelará o reformará la construcción del nuevo aeropuerto en Ciudad de México, Slim defendió con determinación sus negocios. “Suspender el proyecto es suspender el crecimiento del país. Me preocuparía y me daría miedo por todo lo que siga, porque creo que serán criterios equivocados de inversión”, declaró durante la campaña.
“El es contratista. Si es como dice él, un buen negocio, que lo haga con su dinero. Si lo hace con su dinero, se le puede dar la concesión”, respondió el “Peje”, como llaman a AMLO. El magnate ya sabe lo que es ser contratista del Estado y negociar con el candidato a presidente, ya que se alzó con la remodelación del centro histórico del Distrito Federal cuando él era su jefe de gobierno. Además, Slim tiene familiares políticos en el comando de campaña de López Obrador: su consuegro, el empresario Miguel Torruco, es asesor del favorito en las encuestas.
Slim jugó sus fichas en varios casilleros, con un único objetivo: gane quien gane mañana, él festejará de todos modos.
