Más de 700 profesionales de la salud en Suiza piden una “moratoria” para la aplicación en curso de la vacuna de Pfizer/BioNTech, que ha comenzado lentamente a inyectarse en los mayores de 75 años. Daniel Fortis, un ingeniero formado en la Escuela Politécnica Federal de Zurich, donde se graduó Albert Einstein, lanzó un llamado contra el riesgo de instaurar una “dictadura sanitaria”.
De cualquier sexo, médicos, farmacéuticos, anestesistas, neurópatas y enfermeros, de las cuatro zonas lingüísticas de Suiza que firmaron la petición, no están en contra las vacunas en general, sino que alertan sobre los eventuales efectos negativos de las dos inyecciones propuestas por Pfizer/BioNTech con su “ARN mensajero”, la única que se está empezando a suministrar ahora en Suiza, cuyos “efectos secundarios a medio y largo plazo” son para ellos actualmente imprevisibles.
Estiman que no se conoce aún la duración y el porcentaje de protección que ofrecería a las personas, y si estas serían susceptibles, o no, de transmitir la enfermedad a los demás.Preconizan abrir un compas de espera y aguardar la inoculación de otras vacunas que llegaran al mercado “sin ARN- mensajero”, concebidas con técnicas tradicionales o menos inciertas, que “podrían ser más eficaces y seguras” y “con riesgos potencialmente menores”.
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A todo esto se añade el trascendido que el laboratorio Pfizer/BioNTech, exigiría un descargo de los gobiernos que compran su vacuna, sobre posibles consecuencias nefastas en los vacunados, y plantearía que los mismos deben paralelamente continuar recomendando las presentes medidas de utilización de máscaras, higiene asidua de manos y respetar la distancia social, completando las restricciones en vigor sobre la circulación en la vía pública, eludiendo u omitiendo la perspectiva si influirá, o no, sobre el contagio del Covid-19. Dudas de tal naturaleza, incluirían hipotéticamente a la vacuna de Moderna-Lonza, la segunda a utilizarse en Suiza, probablemente desde el mes que viene, la cual contempla conjuntamente el “ARN mensajero” que siembra la discordia.
Por cierto, el antes citado Daniel Fortis, fundamentó su advertencia en cuanto a la tentación de establecer una “dictadura sanitaria”, sobre la base de la presunta obligatoriedad de un “pasaporte sanitario” de vacunado para viajar, concurrir a un espectáculo, acceder a un empleo, o asimismo presentarse en un hospital para que lo curen. Se preguntó “si ¿estamos aún en democracia o en una sociedad como la descripta por George Orwell en 1984?”.
En consonancia, un médico de familia, fuente conocida de un diario de gran tiraje, que protegió su nombre con un seudónimo, adelantó el rechazó a que sus pacientes “sirvan de cobayos”, y criticó a las autoridades sanitarias por no haberlos consultado “en esta campaña, mientras las preguntas sin respuesta son numerosas”.
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Los interrogantes que despierta la vacuna Pfizer/BioNTech, prevista para inmunizar a 2,65 millones de personas en Suiza, no se aplacarían con la segunda vacuna comprada por el gobierno federal, la de Moderna-Lonza, planificada para alcanzar a 3,75 millones de habitantes, desarrollada también, como se ha dicho, con el sistema de “ARN mensajero”, origen de las incógnitas de la anterior, sabiendo que ambas necesitan dos dosis para ser efectivas.
Restan las 5,3 millones de unidades adquiridas a Astra-Zeneca, igualmente a dos dosis por cada ser humano, pero con un método asimismo no tradicional e innovador, a partir de un adenovirus de chimpancé modificado, procedimiento no obstante diferente de las dos anteriormente evocadas, cuya eficacia se considera sin embargo menor que las dos precedentes, lo cual de momento no ayuda a disipar a priori la desconfianza que están generando las vacunas elegidas como prioridad en un país de solo 8,5 millones de ciudadanos y residentes. A este contexto de incertidumbre se suman la aparición en Suiza de varias mutaciones del virus original descubiertas recientemente en Gran Bretaña y Sudáfrica.
En Inglaterra ha provocado el confinamiento total de la población, y se observan propagaciones en Dinamarca y Francia. Por lo demás, Suiza mantiene un alto grado de infección, según sus propios criterios de evaluación, con alrededor de casi 5000 nuevos contagios diarios, más de 200 hospitalizaciones cotidianas y cerca de 100 fallecidos por día.
El gobierno federal prolongó hoy hasta fines de febrero próximo las restricciones ya dispuestas para la cultura, el deporte y la gastronomía, que se asemejan a varias de las que han entrado en vigor en países vecinos como Austria, Francia y Reino Unido, y acaba de anunciar una nueva evaluación de la situación la semana que viene.
En Ginebra, Juan Gasparini