El papa Francisco realiza este sábado los primeros actos de su visita de cinco días a México, el segundo país con más católicos del mundo, bajo grandes expectativas para que aborde temáticas referidas a la violencia, corrupción, narcotráfico y problemas migratorios. Después de que miles de personas lo recibieran en las calles de la capital la noche del viernes con cánticos y hasta música de mariachi, Francisco arrancó esta mañana su apretada agenda en la Ciudad de México con una reunión en Palacio Nacional con el presidente Enrique Peña Nieto.
La de hoy fue la primera vez en que un presidente mexicano reciba en el Palacio al jefe de la Iglesia católica, un gesto simbólico en un país devoto, pero con una larga tradición laica y que apenas en 1992 restableció relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Ante toda la plana política y social de México, Peña Nieto dedicó esta tarde unas palabras al Sumo Pontífice a quien calificó como "el reformador": "México quiere al Papa Francisco por su sencillez, por su bondad, por su calidad. Usted tiene un hogar en el corazón de millones de mexicanos. Todos estamos llamados a trabajar en un mundo mejor, porque la solidaridad es un modo de hacer la historia. La palabra clave es diálogo, como dijo usted. México lo recibe con el corazón y los brazos abiertos. El paso de su Santidad dejará una huella imborrable en los mexicanos. Y los mexicanos dejarán una profunda huella en el Papa Francisco".
Tras esto, hizo uso de la palabra el Papa: "Vengo como hijo que quiere rendir homenaje a su madre, la Virgen de Guadalupe, y dejarse mirar por ella. Buscando ser buen hijo, siguiendo las huellas de la madre, quiero rendirle homenaje. Quiero abrazar y saludar al pueblo mexicano. Gracias por recibirme hoy en su tierra".
En segundo término habló sobre las problemáticas que enfrenta México por estos años: "México es un país, bendecido con abundantes recursos naturales, con una biodiversidad que se extiende en todo el territorio. Es un referente de América. Sus culturas le dan una identidad propia que le posibilitan una riqueza, no siempre fácil de encontrar y especialmente valorar. Es una identidad que fue aprendiendo a gestarse en la diversidad. Pienso y me animo a decir que la principal riqueza de México hoy tiene rostro joven. Son sus jóvenes, un poco más de la mitad de la población está en edad juvenil. Esto lleva a reflexionar sobre la propia responsabilidad a la hora de construir el México que queremos. Este bien común que en este Siglo XXI no goza de buen mercado. Cada vez que buscamos el beneficio de unos pocos en detrimento del beneficio de todos, tarde o temprano la vida se vuelve un terreno fértil para el narcotráfico, la violencia, e incluso el tráfico de personas causando el sufrimiento y frenando el desarrollo".
Y añadió: "El pueblo mexicano afianza su esperanza en la identidad que fue forjada en duros momentos de su historia. Una cultura ancestral tiene que ser fuente de estímulo para que encontremos nuevas formas de diálogo, de negociación para encontrar la senda del compromiso solidario. A los dirigentes les corresponde de modo especial trabajar para ofrecer a los ciudadanos la oportunidad de ser dignos actores de su destino. Ayudándoles a desarrollar los bienes terrenales y espirituales. Esto no es solamente un asunto de leyes. Es una tarea que involucra a todo el pueblo mexicano".
"Le aseguro señor presidente que en este esfuerzo el gobierno mexicano puede contar con la colaboración de la iglesia católica, que renueva su compromiso de voluntad de servicio a la gran causa del hombre, la edificación de la civilización del amor. Me dispongo a recorrer este hermoso país como misionero y peregrino. Me pongo bajo la mirada de María, pido que me mire, para que por su intercesión que el padre Misericordioso nos otorgue la oportunidad de que esta sea un encuentro de comunión y paz", concluyó.
La presencia de Francisco en el Palacio "viene a cerrar un círculo (...) durante mucho tiempo, en el siglo XIX y buena parte del XX, vivimos momentos en la relación con el Vaticano que se caracterizaron por la tensión e incluso el conflicto" en medio de las leyes anticlericales del gobierno nacido de la Revolución, reconoció el embajador de México en el Vaticano, Mariano Palacios Alcocer.
De hecho, la visita del Papa a México fue buscada con insistencia por el gobierno de Peña Nieto, que ha sido blanco de fuertes críticas por la situación de derechos humanos en el país, con casos como la desaparición y presunta masacre de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Tras el encuentro con el presidente, el pontífice visitará la catedral metropolitana para, en la tarde, encabezar uno de los actos espirituales más esperados de su visita: la misa en la Basílica de la Virgen de Guadalupe, a quien Francisco ha encomendado su viaje.
"El encuentro del papa con la Virgen de Guadalupe será monumental. Él es un gran devoto mariano y la virgen de Guadalupe no es sólo reina en México sino emperatriz de América", estima Andrew Chesnut, profesor de estudios de religiones en la Universidad de Virginia Commonwealth, Estados Unidos. Francisco ha manifestado su emoción por estar en el santuario y ha dicho que, al terminar la misa, le gustaría rezar solo y en silencio frente a la imagen de la virgen.
Pobreza, migración y violencia. Aún conmocionado por el motín que el jueves dejó 49 muertos en una cárcel de Monterrey (noreste), México condensa actualmente todos los temas que preocupan a Francisco: una sociedad desigual donde la mitad de sus habitantes sigue siendo pobre, un país acechado por la violencia del narcotráfico y donde miles de migrantes viven un calvario tratando de llegar clandestinamente a Estados Unidos. "El México de la violencia, de la corrupción, del tráfico de drogas, de los cárteles, no es el México que quiere Nuestra Madre y, por supuesto, que yo no quiero tapar nada de esto", manifestó el papa días antes de su visita.
"Intentaré ser claro, hablar claro", se comprometió el viernes Francisco en el avión papal ante la expectativa de muchos mexicanos para que dé unas palabras de aliento ante la dramática situación que vive el país. Y la elección de las paradas del papa parecen estar cargadas de simbolismo. El domingo visitará Ecatepec, una sobrepoblada ciudad de la periferia de la capital que vive un repunte de violencia, especialmente hacia las mujeres. El siguiente punto será el lunes en Chiapas (sur), el estado más pobre e indígena del país, donde está previsto que el papa de una misa con fragmentos en tres lenguas indígenas (tzotzil, tzeltal y chol) y que apruebe un decreto para el uso de lenguas nativas en las misas.
El martes, Francisco visitará Morelia, la capital del convulso estado de Michoacán (oeste), donde en 2013 grupos de autodefensas se levantaron en armas contra los abusos del cártel de Los Caballeros Templarios. Y el papa se reservó para el final de su viaje la fronteriza Ciudad Juárez, que durante años fue considerada la más peligrosa del mundo y que ahora trata de cicatrizar heridas abiertas por los femicidios y la violencia que vivió.
Francisco visitará ahí una cárcel y se despedirá con una simbólica misa en el borde de la frontera con El Paso (Texas, Estados Unidos) por donde miles de migrantes cruzan clandestinamente cada año y donde se espera que participen padres de los 43 estudiantes desaparecidos.