El papa Francisco se encontró ayer en La Habana con el patriarca ruso Kirill, en la primera cita cargada de simbolismo que sostienen los líderes del cristianismo de Occidente y Oriente desde el milenario cisma. “Finalmente nos encontramos. Somos hermanos”, dijo el argentino al estrecharlo en un fuerte abrazo y saludarlo con un beso. “Está claro que este encuentro es la voluntad de Dios”, agregó. En el encuentro, los dos líderes religiosos reclamaron una acción “inmediata” para defender a los cristianos en Medio Oriente.
“Hablamos de nuestras iglesias. Coincidimos en que la unidad se hace caminando”, afirmó Francisco tras el encuentro. Por su parte, el patriarca de Moscú afirmó que la reunión permitió “entender y sentir” la posición del otro y que ambos estuvieron de acuerdo en la posibilidad de que católicos y ortodoxos cooperen en la defensa del cristianismo. Se mostraron muy cordiales antes de sentarse a charlar ante los flashes de las cámaras, que retrataron una imagen histórica para el cristianismo. Al término del encuentro, que duró tres horas, difundieron un comunicado oficial en el que llamaron a detener la violencia y la persecución a cristianos en Medio Oriente.
“Fue un momento histórico y una gran alegría para el Papa”, afirmó el vocero vaticano Federico Lombardi, quien aseguró que se llegó a “una meta”, pero que también se trata “del punto de salida de un camino de unidad y comprensión, no fácil, pero muy valioso”.
Francisco aterrizó en la capital cubana para la trascendental cita con Kirill, de 69 años, quien llegó un día antes en visita oficial a Cuba. El papa argentino hizo una escala en La Habana previa a su gira por México, un país azotado por la violencia del narcotráfico.
“Esto es un viaje colmado por compromisos, que ha sido deseado por mi hermano Kirill, por mí y por los mexicanos”, dijo el Papa a los periodistas que viajaban con él en el avión. Al arribar a La Habana fue recibido por el presidente Raúl Castro, que ofició de anfitrión. “Gracias al pueblo cubano y a su presidente. Si sigue así, Cuba será la capital de la unidad”, le dijo el Pontífice al finalizar el encuentro.
Los líderes religiosos, que representan a unos 1.330 millones de fieles, entre católicos y ortodoxos rusos, protagonizaron el primer encuentro desde el cisma que dividió a la Iglesia en 1054. “ Es un paso en el camino del ecumenismo. Hace veinte años que se intentaba lograr este acontecimiento. Para el cristianismo es una señal de paz”, dijo a PERFIL el vaticanista Andrea Tornielli, del sitio Vatican Insider.
La reunión que el Vaticano trató de organizar en vano por décadas en Europa se fraguó en gran secreto, en parte debido a las resistencias de algunos sectores del patriarcado de la Iglesia ortodoxa rusa, que representa a 130 millones de fieles. Para muchos analistas, los estrechos vínculos entre el patriarcado y el presidente ruso, Vladimir Putin, dan a la reunión una dimensión política y estratégica. “Entre bambalinas hay un tercer protagonista, el presidente Putin”, sostuvo en su blog el vaticanista Marco Politi.
Buenos Aires. Por no ser europeo, Jorge Bergoglio es una figura más amigable para el Patriarcado de Moscú. En la preparación del histórico acercamiento, también fueron claves sus redes de contactos y su experiencia en la Argentina. “Cuando era cardenal de Buenos Aires tenía mucha relación con Oriente. Bergoglio conoce muy bien a la Iglesia Ortodoxa Rusa. Ha tenida relación con ella en Buenos Aires”, explicó Alejandro Iwaszewich, arcipreste de la Iglesia Ortodoxa Rusa en Buenos Aires.