Estados Unidos volvió a interceptar este domingo un buque petrolero en el mar Caribe, cerca de las costas de Venezuela, en una operación que refuerza la presión de la administración de Donald Trump sobre el gobierno de Nicolás Maduro y profundiza un bloqueo de facto sobre el comercio energético venezolano. Se trata, al menos, del tercer petrolero intervenido en pocos días, en el marco de una ofensiva que combina sanciones económicas, interdicciones marítimas y un mensaje político explícito hacia Caracas y sus aliados.
Según confirmaron funcionarios estadounidenses citados por la cadena CNN, el estado del buque interceptado aún es incierto y no estaba claro si transportaba crudo venezolano al momento de la operación. Consultados por la agencia EFE, tanto el Pentágono como la Guardia Costera derivaron las consultas a la Casa Blanca, que hasta ahora evitó brindar precisiones oficiales sobre el operativo.
La secuencia se produce apenas un día después de la incautación de otro tanquero con bandera panameña, acusado por Washington de integrar la denominada “flota fantasma” utilizada por Venezuela para eludir sanciones y comercializar crudo en mercados asiáticos. Medios como Reuters y Bloomberg adelantaron la información a partir de fuentes oficiales que pidieron reserva.
La estrategia de Trump
El endurecimiento del cerco marítimo fue anunciado días atrás por el propio Donald Trump, quien habló de un “bloqueo total y completo” a los petroleros sancionados que intenten entrar o salir de Venezuela. La medida marca un salto cualitativo en la estrategia estadounidense: ya no se trata solo de sanciones financieras o comerciales, sino de interdicciones físicas en aguas internacionales, con fuerte impacto geopolítico.
Según The New York Times, uno de los buques interceptados sería el Centuries, de bandera panameña, que habría zarpado de Venezuela rumbo a Asia. Fuentes del sector petrolero venezolano indicaron que la carga pertenecería a una empresa con sede en China, principal destino del crudo venezolano. El diario estadounidense señaló que el barco no figuraba inicialmente en la lista de petroleros sancionados por el Departamento del Tesoro, aunque la Casa Blanca aseguró luego que sí estaba incluido.

Bloomberg, en tanto, identificó otro de los buques intervenidos como el Bella 1, también con bandera panameña y sancionado desde 2024 por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), por presuntos vínculos con Irán y el transporte ilícito de petróleo. Construido en 2002, el buque pertenece a la empresa Louis Marine Shipholding Enterprises.
La “flota fantasma”
Desde la incautación, días atrás, del petrolero Skipper —que transportaba cerca de 1,9 millones de barriles y navegaba con una bandera presuntamente falsa—, el comercio energético venezolano quedó virtualmente paralizado. Caracas se apoya desde hace años en una flota de barcos antiguos, sin rastreo claro y con cambios frecuentes de bandera, una modalidad similar a la utilizada por Rusia e Irán para sortear sanciones occidentales.
Pese a las advertencias de Trump, algunos petroleros continuaron saliendo de Venezuela, en ciertos casos escoltados por embarcaciones militares, según revelaron medios internacionales. Sin embargo, Reuters reportó una caída abrupta de las exportaciones venezolanas tras las últimas interdicciones, con impacto inmediato en el precio internacional del crudo y desvíos de buques que operaban en la región.
El gobierno de Maduro aseguró que mantendrá sus compromisos de exportar unos 700.000 barriles diarios a China, su principal socio energético. La viabilidad de esa promesa, no obstante, quedó en duda frente al despliegue naval estadounidense en el Caribe.
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La escalada provocó una reacción inmediata de Venezuela en el plano diplomático. El canciller Yvan Gil anunció que Irán ofreció cooperación para enfrentar lo que calificó como “actos de piratería” y “terrorismo internacional” por parte de Estados Unidos. Tras una conversación telefónica con su par iraní, Abbas Araghchi, Gil sostuvo que Teherán expresó su “plena solidaridad” con Caracas y ofreció asistencia “en todas las áreas”.
Para Washington, en cambio, las interdicciones forman parte de una operación más amplia. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, afirmó que Estados Unidos, junto a la Guardia Costera y aliados regionales, llevará adelante “operaciones de interdicción marítima” en el marco de la denominada Operación Lanza del Sur, con el objetivo de desmantelar redes criminales y reforzar el control en el hemisferio occidental.
La administración Trump volvió a colocar al petróleo venezolano en el centro de su estrategia de presión para forzar cambios en Caracas, con un despliegue que combina poder militar, sanciones económicas y diplomacia coercitiva. El resultado inmediato es una nueva zona de tensión en el Caribe, con impacto directo en el mercado energético global y en el delicado equilibrio geopolítico entre Estados Unidos, China, Irán y Venezuela. Un tablero que, lejos de estabilizarse, parece encaminarse a una fase de mayor confrontación.
GD / EM