El ícono del mundo digital, esa pequeña A rodeada por un círculo que aparece en todas las direcciones de correo electrónico, tiene una historia llena de peripecias que se remonta al medioevo. En la época de los textos manuscritos, cuando había que ahorrar papiro y tinta, era la abreviatura de la partícula latina «ad», que significa «a», así como el ampersand era la abreviatura de la conjunción «et». En España se convirtió en el símbolo de una unidad de peso y volumen llamada arroba. El origen de esta palabra posiblemente sea árabe; como todas las unidades previas al sistema métrico decimal, una arroba tenía distintos valores de acuerdo a la región en que se usara. Entretanto, en el mundo anglosajón pasó a indicar el precio unitario de una mercancía. Este uso comercial persistió hasta principios del siglo XX, y por ello en las antiguas máquinas de escribir se lo podía encontrar, aunque casi como una reliquia o un detalle vintage. Cuando en la década de 1970 un ingeniero estadounidense tuvo que elegir un símbolo para utilizar en las direcciones de correo electrónico se fijó en la arroba, porque en ese momento era un símbolo en desuso y no podía originar confusiones. De ahí al estrellato y al ciberespacio. En otros idiomas la arroba tiene nombres mucho más pintorescos que aluden a su forma retorcida: en danés equivale a «A con trompa», en holandés a «cola de mono», en italiano a «caracol», en taiwanés a «ratoncito».
(En la imagen: Tom Hanks escucha con atención a Meg Ryan, sin saber que todos los días lee sus mails. En You've Got Mail, de Nora Ephron, 1998.)