Alejandría fue fundada por Alejandro Magno luego de conquistar Egipto, hacia el 332 antes de nuestra era. Se convirtió en un puerto privilegiado para el comercio y el intercambio cultural entre Grecia, Egipto y Oriente. La dinastía de los Tolomeos la eligió como residencia y capital; fue uno de sus reyes, Tolomeo Filadelfio, quien decidió iniciar una enorme construcción frente al puerto, un edificio alto y esbelto con una fogata siempre ardiente en su cúspide, cuya luz sirviera de guía a los marinos. Corría en el año 280 antes de nuestra era y ese edificio de más de cien metros de altura fue considerado uno de los más espléndidos de la antigüedad: una de las siete maravillas del mundo. Estaba construido en una pequeña península a la salida del puerto, llamada Pharos. Pronto se le dio ese nombre a la construcción misma, y empezó a llamarse faro a toda torre iluminada que sirviera para guiar la navegación durante la noche. Los últimos restos del faro de Alejandría se perdieron quince siglos después, pero la idea se imitó en otras costas escarpadas y tormentosas. Se usaron lámparas de aceite primero, poderosos focos eléctricos después; usualmente amplificaban la potencia de la luz mediante juegos de espejos y lentes. La linterna que originaba la luz dio en llamarse farol, y no pasó mucho hasta que los faroles llegaran a las calles.
(En la imagen: Suzy mira con sus binoculares, en Moonrise Kingdom, de Wes Anderson, 2012.)