Habitualmente, los sueños duran unas pocas horas en la noche. Es más, durante muchos años los neurólogos pensaban que el tiempo real del material onírico se limitaba a unos pocos segundos. Poco tiempo, por cierto. Carlos Lunghi y Pablo Temes, hoy director de Imágenes y director general de Arte de PERFIL respectivamente, tuvieron, hace unos veinte años, una suerte inusual entre los humanos: fueron partícipes de un sueño que se prolongó durante más de dos meses. Dos meses en los que trabajaron mucho y durmieron bastante poco.
¿Por qué hablamos de sueño? Porque muchas cosas que anhelamos quienes nos dedicamos a la comunicación se dieron en la realidad en la primera experiencia del diario PERFIL: trabajar con todos los recursos posibles, con un equipo humano amplísimo, con estándares de exigencia inéditos en nuestro mercado editorial.
Lunghi y Temes ya eran jefes de Imagen y Diseño por aquel entonces. Ambos lloraron cuando el sueño se terminó con un “hasta pronto”. Y los dos reconocen que en el diario de hoy ese sueño perdura, pero con una palabra más: el ahora abre una impronta. “Cambió todo. El periodismo cambió completamente”, pero se conserva lo que Temes define como una “chispa”: la creatividad, el encontrar una mirada nueva sobre las cosas.
Cambios. Lunghi cuenta que el gran cambio de hace veinte años a hoy pasa por la exigencia de “inmediatez”: “Solamente en la fotografía, nosotros teníamos que tomar la foto, llegar a la redacción, revelar, procesar, editar. Y después juntarnos con la gente de Arte y ver cómo se usaba la foto… Era un proceso que podía llevar un día. Hoy, entre la foto y el envío son apenas unos segundos”. El equipo de fotógrafos hace veinte años contaba con cincuenta profesionales: “Cada sección tenía su propio editor fotográfico. Y este a su vez trabajaba con Arte, con los editores periodísticos en la búsqueda de imágenes”. PERFIL fue, hace dos décadas, innovador en lo tecnológico: las primeras cámaras digitales de la editorial se utilizaron en el primer diario. Y ese cambio de paradigma, esa apertura hacia lo nuevo, es algo que recorre del ayer al hoy. “Nuestra búsqueda, en algún sentido, es la misma”, dice Lunghi.
Similitudes. Este PERFIL es, para Pablo Temes, “un nieto de aquel. Tiene rasgos comunes, pero está adaptado a los tiempos actuales”.
Temes resume cómo fueron los comienzos de la versión 98 y los cambios del de hoy. “Para llegar al anterior se hicieron decenas de prototipos. La proa se hizo, en aquel entonces, buscando El País de España. En ese momento era un diario vedette en el mundo de habla hispana. El diario de hoy tiene un parecido físico con aquel, pero se ha dinamizado muchísimo. Antes, un copete (el texto introductorio a los artículos) podía tener extensiones inusitadas. Ahora está todo más adaptado a los lectores actuales”, explica.
En cuanto al estilo, precisamente, Lunghi explica un poco cuál es esa mirada de lo fotográfico que estuvo en el germen original y que hoy se ha desarrollado. “A los fotógrafos les digo: ‘Mirá la foto como si fuera cine. Pensá que las fotos más importantes del diario son panorámicas. Buscá un encuadre como si fuera cine. Y siempre les digo que den vueltas alrededor del personaje. No hay que quedarse con una sola mirada, aunque sea algo clásico”.
Temes describe el diseño de hoy como “distinto de otros productos de la editorial Perfil. Pero lo que siempre subyace es que el mundo de las ideas sigue siendo vigente. Aunque sea en un dibujito o en una foto pequeña, si hay una idea, esa chispa es la que queda”.
Buscar la idea diferente es un trabajo que empieza cada martes y sigue hasta el momento de salida del diario. “Para eso hacemos reuniones continuas”, explica Lunghi.
Temes cuenta que cuando vio que salían los primeros ejemplares de la impresora, allá por mayo de 1998, se quebró. Ambos reconocen que también lloraron el día del “hasta pronto”, con la última edición que salió a la calle, el 31 de julio de ese año.
No fue un adiós. En 2005, el sueño volvió a manifestarse. Y encontró un lugar en lo real que lo hace factible cada fin de semana.