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POLÉMICA SANITARIA

Covid: cuando los científicos también desinforman

Investigadores y revistas especializadas contribuyeron a la “pandemia de desinformación” sobre el coronavirus. El caso de la ivermectina y los papers sin revisión.

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En la actualidad unos pocos tuits o "fake news" pueden tener más peso en mí que miles de libros llenos de investigaciones y evidencias | AGENCIA SHUTERSTOCK

El 8 de noviembre de 2021 la revista de la Asociación Cardíaca Estadounidense publicó el resumen de un paper que advertía que las vacunas contra el COVID podían causar inflamación del corazón. Lo reprodujeron 23 medios y se viralizó en 69 mil tuits. Dos semanas después, la entidad debió aclarar que la investigación podría no ser confiable: no había una correlación causa-efecto ni un análisis estadístico sólido. Pero el daño ya estaba hecho.

Más allá de las redes sociales y los comunicadores que llegaron a tomar dióxido de cloro en vivo, las publicaciones científicas también pueden ser vectores de confusión y afirmaciones sin corroborar, un agravante para la “pandemia de desinformación” que se vive desde hace dos años, que la propia Organización Mundial de la Salud definió como infodemia.

La desinformación puede empezar con los propios investigadores. Sus empleadores suelen incentivarlos para que publiquen cada vez más artículos o para que exageren los resultados, más allá del análisis riguroso. Las revistas, por su parte, caen a veces en la lógica de los títulos engañosos para sumar lectores. La ciencia también compite por los clicks.

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La desinformación y los desafíos del fact checking

El peligro de los papers sin revisión

El problema se intensifica con el aumento de los llamados preprint papers, aquellos que todavía no han atravesado el proceso de revisión de pares. En 2020 representaron el 25% de las investigaciones publicadas sobre COVID. El ejemplo más infame fue el de la ivermectina, una droga desarrollada para tratar infecciones por parásitos, cuya efectividad contra el virus todavía no fue confirmada, a pesar de haber sido aprobada en Bolivia, Brasil y Perú.

Las investigaciones demuestran que, aunque esos trabajos sean rebatidos posteriormente, es muy difícil “desaprender” lo que se da como cierto a partir de su lectura. Entre las medidas para empezar a contrarrestar el fenómeno, los expertos sugieren que las revistas aclaren si las investigaciones fueron revisadas o no, que los papers se escriban en un lenguaje más comprensible y que los autores participen del proceso de difusión de sus trabajos, incluso a través de un uso más creativo -pero no por eso menos responsable- de las redes sociales.

CB PAR