OPINIóN
Comunicación

La desinformación y los desafíos del fact checking

El periodismo de verificación y la alfabetización mediática pueden consolidarse como dos herramientas muy valiosas para combatir la infodemia.

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Exceso de información. | Shutterstock

El vaticinio es desalentador y alarmante. La consultora tecnológica Gartner lo viene sosteniendo hace unos cuantos años sin modificar su pronóstico: “La mitad de las noticias que circulen en el 2022 serán falsas”. Es decir que, para cuando esté rodando la pelota en el próximo mundial de fútbol de Qatar, nuestro consumo de noticias será más de informaciones falsas que verdaderas. La alfabetización digital y el fact checking parecen ser dos herramientas que estarán en auge para hacer frente a este apocalíptico escenario. 

Por estos días, la predicción de Gartner también pareció haber sido sostenida por uno de los fundadores del proyecto Desconfío, Adrián Pino, en la reciente Cumbre Global de Desinformación, que se llevó a cabo el pasado 1 y 2 de octubre. “La desinformación se ha vuelto un problema grave en este escenario digital y lamentablemente la perspectiva es que se siga agravando con el tiempo si no se toman las medidas necesarias” comentó Pino, en la apertura del encuentro co-organizado por Desconfío junto a la Sociedad Interamericana de Prensa y la Fundación para el Periodismo. Pese al gran trabajo que se hace para combatirla y detenerla, la desinformación seguirá creciendo y con ello el daño que genera tanto en lo personal como en lo social. 

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Precisamente en la mencionada Cumbre se abordó, con el eje puesto en la infodemia, la importancia del factchecking como herramienta indispensable para reducir la circulación de contenidos falsos, algo que demandan las sociedades modernas, evidenciado en el alto grado de apoyo y amplia comunidad que tienen dichos proyectos de verificación. Pero el simple chequeo de datos -como sería su traducción del inglés- y cotejo de la información parece no alcanzar y el foco también debe estar puesto en esa suerte de aceptación social y apoyo a los proyectos de verificación, siempre que éstos garanticen su plena imparcialidad, porque se erigen como jueces de validación y su tarea no puede ni debe estar teñida de suspicacias.

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Incluso, el periodismo de verificación ha comenzado a ser considerado como un nuevo género del periodismo debido a esa sensación de desconfianza que ha proliferado también de la ciudadanía en la información proporcionada por los medios de comunicación. Es esencial que, si realmente bregamos por un periodismo de calidad, comprendamos que la verificación tiene que estar muy interiorizada en las diferentes áreas de producción de noticias del mismo modo que es fundamental que los medios tengan conocimiento de las herramientas para verificar los datos y también los hechos, para no caer en la facilidad del perezoso cotejo informativo en las redes sociales. Precisamente allí es donde el periodismo de verificación deberá darle un salto de calidad al quehacer periodístico, desde el compromiso con la verdad y el retorno a la esencia de la profesión, para poder hacer frente a estos nuevos desafíos que presenta este tsunami digital y los nuevos hábitos de consumo informativo.

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Lo hemos comprobado durante todo el año 2020, la desinformación ha salido de esa idílica esfera de los grandes intereses corporativos y los beneficios puramente económicos para inmiscuirse en un marco mucho más directo que también incluye una afectación innegable en nuestra salud. Es por ello que debemos combatirla entre todos porque no solo afecta en lo colectivo, erosionando la confianza de los individuos en las democracias republicanas sino también en el plano individual, generando angustias y confusiones y produciendo severos trastornos en la salud mental). 

Para hacerle frente a esa situación, es imperiosa la necesidad de que el fact checking se consolide y logre superar esa encrucijada en la que se encuentra inmerso, entre la construcción de su propio ecosistema (basado en las alianzas de los diferentes sitios de chequeo para la optimización de sus recursos) y el superar esa barrera de desconfianza que la ciudadanía tiene para con los medios de comunicación. Solo con un trabajo de verificación basado en los pilares de la ética, la responsabilidad y el compromiso, esta herramienta podrá fortalecer el oficio periodístico y poner un freno contundente y real al daño inmenso que está haciendo la desinformación en estos tiempos que corren.