En una campaña dominada por la guerra en Ucrania, la oposición de Francia quedó con poco margen de maniobra para instalar cuestiones domésticas. El presidente Emmanuel Macron, candidato a la reelección, impuso una agenda internacional (más cómoda que la nacional) a pesar de los escasos o nulos avances en el intento de frenar los afanes bélicos de Vladimir Putin.
Asoma ahora, a tres días de las presidenciales francesas, una recuperación en las encuestas de Marine Le Pen, candidata de la ultraderecha, y la figura de la izquierda, Jean-Luc Mélenchon. Le Pen buscó mostrarse moderada para congraciarse con el centro sin abandonar del todo su discurso nacionalista, de modo de seducir a la clientela electoral de otro candidato de ultraderecha Éric Zemmour.
Macron vs. Le Pen, reservado para mayores
Si bien la abstención en sí misma tendría un gran porcentaje de adhesión, las encuestas coinciden en que Macron y Le Pen pasarían a la segunda vuelta, prevista para el 24 de abril, con un 27 y un 22 por ciento de intención de voto, respectivamente. Mélechon y Zemmour cosechan el 17 por ciento. Debajo queda la candidata conservadora Valérie Pécresse, cercana al expresidente Nicolas Sarkozy, con menos del 10 por ciento.
La participación de los votantes disminuyó en Francia del 84 por ciento en 2007 al 78 por ciento en 2017, cuando Macron derrotó a Le Pen en la segunda vuelta. Quizás estas elecciones, con un contexto diferente en Francia y en Europa, sean un revival de aquellas. Una suerte de déjà vu.