Habían arrancado muy bien. Todos los que giraban alrededor de esa relación, sea desde Buenos Aires o del Vaticano, aseguran que durante largos meses hubo buena sintonía entre Alberto Fernández y el Papa Francisco. Era más que una relación que fluía, que tenía contactos mensuales y directos: era un apoyo geopolítico, en la que el hincha de San Lorenzo más famoso de todos hizo todo lo que pudo para apoyar a Argentina en la renegociación de la gigantesca deuda con el Fondo. Pero en algún momento algo se rompió: el Sumo Pontífice sintió que el mandatario local no le jugó limpio y, promulgación de la ley del aborto mediante, el vínculo se congeló. Es por todo esto que Fernández no tenía demasiadas ganas de asistir al Tedeúm, el 25 de mayo.
Habían arrancado muy bien. Todos los que giraban alrededor de esa relación, sea desde Buenos Aires o del Vaticano, aseguran que durante largos meses hubo buena sintonía entre Alberto Fernández y el Papa Francisco. Era más que una relación que fluía, que tenía contactos mensuales y directos: era un apoyo geopolítico, en la que el hincha de San Lorenzo más famoso de todos hizo todo lo que pudo para apoyar a Argentina en la renegociación de la gigantesca deuda con el Fondo. Pero en algún momento algo se rompió: el Sumo Pontífice sintió que el mandatario local no le jugó limpio y, promulgación de la ley del aborto mediante, el vínculo se congeló. Es por todo esto que Fernández no tenía demasiadas ganas de asistir al Tedeúm, el 25 de mayo.
Lo saben todos los que tuvieron que convencerlo de ir al clásico evento en la Catedral. Fernández se había mentalizado en viajar a la Antártida, un periplo junto al ministro de Defensa Jorge Taiana que tenía varios riesgos: uno climático -en esta época ir hacia ese rincón del mundo conlleva el riesgo de no poder salir por una nevada- y, en especial, el político. No asistir al Tedeúm, como podría atestiguar Néstor Kirchner, es una señal de desplante poderosa hacia la Iglesia.
Sin embargo, hubo un scrum de varios en su primer anillo, como Julio Vitobello, secretario General de la Presidencia, Guillermo Olivieri, el secretario de Culto, y Gustavo Béliz, el todoterreno secretario de Asuntos Estratégicos y hombre con sintonía con el mundo eclesiástico. Finalmente, el Presidente fue al evento -se cruzó por primera vez en más de un año con Horacio Rodríguez Larreta, el jefe de gobierno porteño- y cuando le tocó hablar pidió trabajar por la unidad.
¿Alcanzará su presencia a descongelar la relación con la Iglesia? Los que conocen el paño dicen que a nivel institucional el vínculo va a seguir funcionando, pero que, en lo que respecta al Papa, tiene el boleto picado. Francisco viene de gambetear un encuentro con Santiago Cafiero, el Canciller, aduciendo un problema en la rodilla en el mismo día en que luego mantuvo otras reuniones. Y después de eso recibió a Eduardo “Wado” de Pedro, ministro del Interior, y al gobernador de Chacho, Jorge Capitanich, ya lanzado como precandidato para las PASO 2023 del Frente de Todos.
Claro que Dios se mueve de maneras misteriosas y no siempre hay que leer los encuentros privados del Papa como señales políticas. Pero Alberto debería empezar a rezar si quiere volver a congraciarse con Francisco.
JLG PAR