OPINIóN
Columna de la USAL

A 200 años del encuentro de José de San Martín y Simón Bolívar en Guayaquil

Un repaso por algunas de las horas más difíciles y decisivas del Padre de la Patria. El encuentro entre los líderes y el acuerdo que no fue.

San Martín y Simón Bolivar
San Martín y Simón Bolivar | cedoc

Hace pocos días, se cumplieron dos siglos de las reuniones entre José de San Martín y Simón Bolívar, llevadas a cabo el 26 y 27 de julio de 1822 en la ciudad de Guayaquil. Esos diálogos, envueltos en un hermetismo que le otorgó al evento rasgos de enigma, fueron objeto de diversas interpretaciones.

Entre ellas, algunas se centran en oponer rasgos de la personalidad de ambos generales. Otras, son deudoras de la necesidad de construir héroes para nutrir épicas nacionales. Y no faltan las que parecen emular el cuento de Borges, en que la aparición de documentos trascendentes amaga esclarecer definitivamente el misterio, aunque sin lograrlo.

La falta de acuerdos entre figuras tan eminentes, de cara a enormes desafíos, puede causar extrañeza. Pero si se considera la complejidad del escenario y las diferentes ideas, contextos y posiciones de ambos, el resultado de la conferencia alcanza cierta verosimilitud.

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Coronado de gloria: ¿qué secreto escondía el sable de San Martín?

Bolívar se encontraba en el apogeo de su marcha victoriosa hacia el sur, presidente de una república que ampliaba progresivamente su territorio sobre los que actualmente abarcan Colombia, Panamá, Venezuela y Ecuador.

Por su parte, San Martín, Protector del Perú y a cargo del mando político y militar desde la independencia proclamada en Lima el año anterior, atravesaba una posición de debilidad política y no contaba con suficientes recursos para derrotar definitivamente al virrey de Lima, que se había retirado de la capital y se hacía fuerte en la sierra y el Alto Perú.

Otro elemento a considerar es la disputa entre Perú y Colombia por la incorporación de Guayaquil a sus jurisdicciones. Con ocasión de las entrevistas, Bolívar ofició como anfitrión, expresando claramente su negativa a ceder el dominio sobre esa ciudad. Los conflictos limítrofes de esa frontera han generado rispideces y enfrentamientos hasta nuestros días.

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Dos visiones opuestas alejaron a los líderes.

Confidencias de San Martín en Boulogne-sur-Mer

Además, tenían visiones diferentes sobre la forma de gobierno a promover en los pueblos emancipados. Bolívar adhería a la instauración de repúblicas, mientras que San Martín prefería el establecimiento de una monarquía constitucional.

Si bien el proyecto republicano bolivariano se inspiraba en el modelo monárquico británico, las tratativas de San Martín en busca de un miembro de alguna familia real europea para ser coronado en el Perú, a pesar de arraigar en ideas liberales, provocaban resistencias y suspicacias entre los patriotas, incluido el propio Bolívar.

En ese contexto, en Guayaquil, San Martín propuso a Bolívar unir fuerzas para culminar con la resistencia realista. A fin de facilitar la operación, se mostró dispuesto a ponerse a las órdenes del general caraqueño. Bolívar, invocando una situación regional aun no suficientemente consolidada, prefirió limitarse a ofrecer ayuda a través del envío de oficiales y tropas, retribuyendo a San Martín la colaboración recibida el año anterior para que el ejército patriota, comandado por Sucre, lograse la liberación de Quito.

El último hogar de San Martín en Francia
Cansado San Martín partió a Europa donde perdería la vida en este edificio.

San Martín retornó decepcionado a Lima. En su ausencia, se habían desarrollado convulsiones políticas que derivaron en la destitución de miembros de su gobierno y el destierro de Monteagudo. El Protector restauró el orden y promovió la creación de un Congreso Constituyente, ante el cual renunció el 20 de septiembre.

En su discurso, prolijo en lo institucional y optimista respecto del futuro, afloró su disgusto ante cierto clima adverso hacia su persona: “ya estoy aburrido de oír que quiero hacerme Soberano”. Esa misma noche, intempestivamente, partió hacia Valparaíso. Tomás Guido, ministro, compañero de armas y amigo, en un escrito publicado en 1864, expuso que mientras intentaba convencerlo de permanecer en Lima, el Libertador le habría dicho: “Bolívar y yo no cabemos en el Perú”.

Los últimos días del general San Martín

No existen dudas acerca del respeto y admiración que se dispensaron. San Martín no obtuvo éxito en los propósitos que lo llevaron a Guayaquil, pero durante sus largos años en Europa, el retrato de Bolívar estuvo siempre presente en su habitación. Si bien compartieron objetivos y una visión de unidad continental, algunas diferencias, contextos y circunstancias obstaculizaron acuerdos e integración. Tal vez, una muestra prematura de la recurrente distancia entre la proclamación de la “patria grande” y su real construcción.

 

*Lic. en Historia (USAL), Filosofía (UNTREF) y Teología (UCA). Profesor de la carrera de Historia, Universidad del Salvador.