En mayo de 1810, con la conformación de la Primera Junta, comenzó un largo proceso que llevó a la declaración de la independencia en 1816. En esos seis años el grupo minoritario independentista fue creciendo y se consolidó. Hubo idas y vueltas, avances -como en 1812- y estancamientos -como cuando volvió al trono Fernando VII en 1814-. La guerra de la independencia fue transformando a toda la sociedad y las ansias de libertad fueron calando cada vez más hondo.
Momentos de héroes que defendieron sus ideas, entre los que, permítanme destacar a cuatro: Manuel Belgrano, José de San Martín, Martín Miguel de Güemes y Juan Martín de Pueyrredón. Belgrano pasó de ser jefe del Ejército de Observación a encabezar el del Norte y tres días antes de la declaración informó al Congreso las novedades de la Restauración. San Martin, gobernador de Cuyo, preparaba el cruce de los Andes y requería la necesidad de no ser General de un ejército de “insurgentes”. Güemes, gobernador de Salta, resistía las entradas realistas en la frontera Norte, mientras que Pueyrredón, primero nombrado diputado por San Luis, y luego Director Supremo, garantizaba la unidad y la conciliación.
El Teatro Colón celebra el 9 de julio con una canción de María Elena Walsh
La rica correspondencia entre ellos muestra el interés común de dar todo por declarar el nacimiento de una nueva Nación. Los cuatro con perfiles diferentes, con formación distinta y cada uno con ideas propias, aunque compartían un mismo objetivo: la independencia. Buscaron la integración y el consenso, las similitudes y no las diferencias: afianzar la identidad americana.
En 1816 se reunió el Congreso de las Provincias Unidas en Sud América en Tucumán, compuesto por 33 diputados representantes de 14 provincias, en su mayoría clérigos y abogados, egresados de las Universidades de Córdoba, Charcas, Lima o Santiago de Chile, encarnaban el pensamiento de sus provincias en un momento crítico en que las presiones externas -la dominación española en el Alto Perú y Chile, la amenaza de una expedición española y la Restauración europea- y los distintos problemas internos -en el ejército de Observación, en el Ejército del Norte y el dominio de Artigas en el litoral- amenazaban constantemente.
El 9 de julio, bajo la presidencia de turno del doctor Francisco Narciso de Laprida, diputado por San Juan y ante la iniciativa del doctor Teodoro Sánchez de Bustamante, diputado por Jujuy, quien pidió que se tratara el proyecto de “deliberación sobre la libertad e independencia del país”, todos respondieron “Sí queremos” y votaron en unanimidad.
Manuel Belgrano, un imprescindible
El Acta dice:
Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside al universo, en el nombre y por la autoridad de los Pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo, la justicia que regla nuestros votos: Declaramos solemnemente, a la faz de la tierra que, es voluntad unánime e indudable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los Reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una Nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y Metrópoli…
El día 21, ante el peligro de una invasión portuguesa, se le agregó: la siguiente frase: “y toda otra dominación extranjera”.
Con estas contundentes palabras el Congreso declaró la independencia de las Provincias Unidas en Sud América dejando abierta la posibilidad para que se sumen otras. Las 1500 copias del acta en español, las 1000 en quechua y las 500 en Aymará, demuestran la voluntad del Congreso en dar a conocer lo actuado e integrar a todos.
A 210 años del inicio de la Revolución de Mayo
La noticia corrió por el ancho territorio y luego fue comunicada a los demás países, pero el reconocimiento se hizo esperar: Estados Unidos lo concretó en el 1822 mientras que España, recién 43 años después, en 1859.
A 204 años, los argentinos y argentinas tenemos una deuda con nuestra historia: conocerla para saber de nosotros mismos, entendernos en nuestras similitudes y buscar el bien común como lo hicieron en 1816.
* Profesora y Doctora en Historia. Profesora titular de la Facultad de Historia, Geografía y Turismo de la Universidad del Salvador.