OPINIóN
Columna de la UB

La educación es requisito para la reducción de la pobreza

Es importante evitar que se agraven aún más nuestras grandes diferencias educativas por nivel socioeconómico de las familias. Por esta razón se requiere establecer más opciones tecnológicas en las escuelas.

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De regreso. En distintas provincias las escuelas repiten las medidas sanitarias básicas. | telam

Esta pandemia está afectando seriamente al sistema educativo, no sólo de nuestro país sino de todas las naciones. El impacto es negativo porque perturba el nivel educativo de los alumnos, pero también porque aumenta la desigualdad de los conocimientos de los estudiantes en función del nivel socioeconómico de sus familias.

El cierre de las escuelas provoca grandes costos sociales y económicos. Los problemas que ocasiona afectan a todos los alumnos, pero las consecuencias son graves para los niños desfavorecidos y sus familias.

Es importante evitar que se agraven aún más nuestras grandes diferencias educativas por nivel socioeconómico de las familias. Por esta razón se requiere establecer más opciones tecnológicas en las escuelas.

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¿Por qué no nos duele la desigualdad?

 

La desigualdad en el acceso a oportunidades educativas por la vía digital aumenta las desigualdades educativas por nivel económico de las familias. Las diferencias por nivel socioeconómico y cultural de los estudiantes son marcadas.

La educación constituye el factor más importante para garantizar la igualdad de oportunidades, promover el empleo bien remunerado, los ingresos, la salud y la reducción de la pobreza. Pero debemos señalar que, en nuestro sistema educativo, el estatus socioeconómico de la familia de origen -medido mediante el nivel educativo de madres y padres- tiene un peso determinante en el nivel educativo y el futuro laboral de sus hijos. Debemos evitar que esta pandemia agrave aún más la creciente desigualdad emergente de esta vinculación.

Las evidencias indican que nuestro sistema educativo avanza hacia la consolidación de un modelo organizativo de carácter socialmente dual, situación que se agravó por esta pandemia global, que afectó mucho más a los alumnos de los barrios más humildes, que tienen menos acceso a los recursos tecnológicos para reemplazar de una manera no presencial el obligado cierre de las escuelas.

Se profundiza la pobreza en niños, niñas y adolescentes

Un año después del inicio de la pandemia de COVID-19, más de 800 millones de estudiantes, es decir más de la mitad de la población mundial estudiantil, siguen enfrentándose a importantes interrupciones en su educación, desde el cierre total de las escuelas en 31 países hasta la reducción de los horarios académicos en otros 48, según informa UNESCO, que advierte que las escuelas han estado cerradas por completo durante una media de 3meses y medio (14 semanas).

La duración de los cierres varía mucho según la región, desde cinco meses (20 semanas) de cierres completos a escala nacional de media en los países de América latina y el Caribe, hasta dos meses y medio (10 semanas) en Europa, y sólo un mes en Oceanía.

Se observan variaciones regionales similares cuando se tienen en cuenta los cierres localizados. La duración de los cierres completos y localizados superó los siete meses (29 semanas) de media en América latina y el Caribe, en comparación con la media mundial de cinco meses y medio (22 semanas).

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Los gobiernos se esforzaron en reducir al mínimo los cierres a escala nacional -de 190 países durante el peor momento, en abril de 2020, a 30 países en la actualidad- en favor de cierres parciales y/o locales. Hoy en día, según UNESCO, las escuelas están totalmente abiertas en 101 países, ya que el cierre total de las escuelas debe ser una decisión extrema.


* Alieto Guadagni, director del Centro de Estudios de la Educación Argentina de la Universidad de Belgrano.