Cualquier evento donde en una sola ubicación que puede ser en la vía pública, en una vivienda o edificio público, que involucre a cuatro o más víctimas se clasifica como asesinato en masa. En el caso de Ricardo Barreda corresponde al subtipo Familiar, el simular la escena como un robo era para su propio beneficio. En muchos casos de asesinato en masa familiar, las motivaciones corresponden a la búsqueda de aserción de poder, lucro, venganza con la sensación de revancha ante lo que se perciben como humillaciones, frustración y odio irreprimible que difícilmente estalle sin señales de alarma previas.
La Hiena de Querétaro. En otros y para sorpresa de las personas ajenas a la investigación de este tipo de conducta, simplemente concretar una fantasía, aunque a veces esta fantasía proviene de un juicio perturbado y patológico. El caso de Claudia Mijangos, la triple homicida de sus hijos, separada que el domingo 24 de abril de 1989, tenía alucinaciones visuales y auditivas que le venían “avisando” que “Mazatlán ha desaparecido” y que “todo Querétaro es espíritu”, los mató a puñaladas, según algunos los apiló en una cama, según otros, dejó escenas puras con una posición final sin modificaciones. En su caso la superposición de objetos o situaciones reales, pero que no estaban presentes la hacían confundir la realidad con esos contenidos. La ausencia de conciencia de la realidad se tornó más clara cuando fue detenida e interrogada y pedía que la dejen ir a llevar a sus hijos a la escuela para que no perdieran clases. Algunas de sus conductas previas que algunos testigos refirieron como extrañas suelen ser típicas cuando hay una irrupción de un brote psicótico, son espontáneas, tienen frescura sensorial y son difícilmente falsificables, son tan vívidas estas fantasías que las escenas del crimen no son limpiadas o modificadas para desviar la investigación y autopreservarse, al contrario, están llenas de evidencia forense y desorganización porque no hay conciencia de la criminalidad del acto ni de sus consecuencias, la capacidad de discernir entre el bien y el mal se encuentra alterada. Mijangos fue recluida en el anexo psiquiátrico del Centro Femenil de Readaptación Social de Tepepan, de la ciudad de México.
Barreda, conducta de autopreservación y engaño. Habiendo leído informes de fuentes judiciales, el caso del asesino en Masa familiar Ricardo Barreda, pareciera ser diametralmente opuesto al estado de alienación de Mijangos. No solo no presentó fisuras con la realidad porque luego de los hechos, fue rico en conductas complejas de autopreservación y engaño posteriores al hecho que son más propias de la lucidez que de la locura aguda. Su supuesta paranoia habría sido solo en relación al núcleo familiar sin extenderse a otros aspectos, funciones, lugares o vínculos de su vida, no sería entonces “el mundo contra mí”. Careció de pensamiento irracional, porque a la hora de montar la escena lo hizo fríamente como si se tratara de homicidios en ocasión de robo, en su descripción televisada de los hechos durante el juicio oral, no había nerviosismo, ni culpa, ni vergüenza ni se lo vio emocionalmente exhausto al relatar los hechos ahí o posteriormente para la prensa.
La historia de Ricardo Barreda, autor del cuádruple femicidio que conmocionó al país
En su vida normal era dueño de un carisma seductor. El egocentrismo patológico característico de los psicópatas, lo hizo anteponer sus ganas de aniquilar a su familia, a sus hijas en especial a la que dijo que amaba más, en vez de cambiar de rumbo y comenzar una nueva vida sin cortar el vínculo con ellas. Es sabido que los psicópatas tienen una vida sexual poco integrada o promiscua. Ese “insight” en el cual muchos luego de cometer este tipo de hechos recapacitan, hacen a un lado la rabia y le dan lugar al remordimiento aunque hayan dañado a alguien con quien no tienen vínculo estrecho, no aparecía, al contrario la esencia de lo que contaba era autorreferencial, reivindicatoria y en su propio beneficio.
En su libro Conchita, sobre Ricardo Barreda, el periodista Rodolfo Palacios cuenta luego de establecer un vínculo de conocimiento con él y su nueva esposa quien lo cobijó en su departamento de Belgrano, que el maltrato verbal hacia ella era continuo, la “chochán” le decía. Probablemente hoy este homicidio en masa familiar tendría una carátula más severa y su exposición mediática sería distinta y el estupor de aquel entonces, se convertiría en repudio, quizás se pensaría dos veces antes de crear estampitas con su imagen como si se tratara de un santo, aunque la subcultura de la violencia es algo que tiene un público que la consume, basta con googlear y se encuentran remeras con la cara de Charles Manson, muñequitos de Jeffrey Dahmer y diversa “murderabilia”. Hoy en plena era de la información, es importante recordar y analizar para prevenir futuras repeticiones.
*Diplomada en criminología y criminalística. Especializada en Técnica de Perfilación criminal.