Marcelo Tinelli vuelve a ser noticia. Primero, por haber recibido -ahora sí- la vacuna para el COVID-19. Después, por haber sido tapa de la revista Caras, luciendo justamente un nuevo rostro, que en las redes sociales se ha comparado con el de Ricardo Fort, y Jorge Rial le dedicó toda una emisión de TV Nostra a dilucidar si se trataba de un exceso de bótox o de Photoshop. Por una cosa o la otra, Tinelli se resiste a perder la atención del público. La obsesión característica de un conductor de televisión.
En estos días, se dio a conocer también la noticia de que Tinelli pidió licencia de su cargo como presidente de San Lorenzo. Lo hizo sin especificar las razones, ni el tiempo que se la tomaría, pero aseguró que se trataba de una “decisión dolorosa”. De lo que podemos estar seguros es de que, conociendo a Tinelli, no es una decisión sorpresiva. Su historia fue siempre la de un hombre que corrió atrás del éxito y que en los momentos difíciles escapó siempre como rata por tirante.
Fue dueño de Radio del Plata con el apoyo de Néstor, luego se la vendió a Electroingeniería. Cuando se puso complicada la situación en Canal 13, se asoció con Cristóbal López. Cuando lo asustaron la cantidad de problemas y juicios millonarios en torno a este personaje, se metió en San Lorenzo junto a Lammens. Al complicarse la gestión, lo dejó solo (también mediante licencia) pero volvió cuando pensó que ganar el campeonato estaba cerca. Al entrar o al salir de algún lado, nunca le importó patearle la escalera a nadie.
Lo mismo podría decirse de su ya conocido coqueteo con la política. Apoyó a Menem y a Kirchner, fue sciolista hasta que también las posibilidades de Scioli mermaron, y entonces empezó a reunirse con su viejo amigo Mauricio. Su última participación visible fue en la mesa contra el hambre organizada por Alberto Fernández en los albores de su gestión. Todo para medirse, a ver si se animaba a entrar en política o no, seguramente con el impulso en reuniones con amigos políticos de sus vinos (Bressia ultima hoja) de 100 dólares la botella. Le falta algo que en política es necesario: Capacidad, decisión, tolerancia y resiliencia a la posibilidad de fracasar. Porque Tinelli no se anima si el éxito no es seguro, donde está inicialmente hay cámaras fotos, tapas de diarios sonrisas y glamour
Imaginemos solo por un momento un país conducido por este personaje mediático irreverente y sin escrúpulos. Una buena carrera en los negocios o en la televisión no convierte a nadie en la persona más calificada para arreglar el país y la economía. Es verdad que tampoco un título en Derecho es garantía de nada, ni anunciar un gobierno de científicos, ni de CEOs.
El político debe tener vocación y ambición, elementos que forman parte fundamental de la estructura básica del político, ambas son "necesarias", nunca van por separado; la política no se hereda ni se compra, se desea, se ambiciona y se persigue. El hombre tiende a alcanzar por medios políticos lo que no puede conseguir por herencias o compras, y por eso busca el liderazgo, el placer social, el beneficio económico y la fuerza del poder. (Francisco Ortiz Cabeza)
La formación es solo un elemento más de la personalidad y esta es solo un elemento pequeño en el programa de gobierno para el que le toca ser presidente.
Imaginemos a una persona con este grado de egoísmo y baja tolerancia a la frustración. ¿Podría sentarse a negociar con los sindicatos con la oposición con los presidentes del mundo, con el FMI, piqueteros, etc.?
Un día Ricardo Caruso Lombardi dijo sobre él “Marcelo Tinelli es tan cagón que no fue capaz ni de llamarme por teléfono y decirme 'Ricardo, gracias por lo que hiciste por San Lorenzo'”.
Buena suerte hoy en tu debut Tinelli, seguí haciendo TV popular que lo haces bien, tratá de dejar la política nacional, el fútbol, la Afa y dejá la política para los que tienen vocación de servicio y de servir que es lo que necesitamos los argentinos.