OPINIóN
Reclamo internacional

Chat GPT: ¿muleta o garrocha?

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Avances. “La Inteligencia Artificial desafía una vez más a la educación, tal como lo hizo internet”. | shutterstock

Un profesor de la UBA presentó al Chat GPT las consignas del parcial que tenía previsto tomar a sus alumnos. Las preguntas eran sofisticadas, requerían elaboración conceptual y comprometían la identificación de relaciones no intuitivas entre conceptos. Su diagnóstico fue contundente: “GPT aprueba con cinco: sus respuestas no descuellan, pero tampoco son desacertadas. Zafa”.

Uso con frecuencia esta herramienta y tuve una percepción semejante. Aunque, sería imprudente generalizar: todo depende de la naturaleza del tema, del tipo de consigna, del nivel de especificidad requerido, y de otros muchos factores.

La Inteligencia Artificial desafía una vez más a la educación, tal como lo hizo internet. En este caso, el desafío es mucho más complejo. La web puso a disposición un caudal inédito de información fácilmente accesible y apropiable. Relativizó el sentido de autoridad basado exclusivamente en la posesión formal del cargo docente. Paralelamente, la crisis del aprendizaje enciclopédico quedó al descubierto: ¿para qué aprender datos si ellos están a la mano, accesibles con sólo hacer un click? La educación post-enciclopédica se volcó hacia los procedimientos. Si los contenidos están disponibles en las góndolas de la web; lo importante es saber operar con ellos. En lugar de saber mucho, la educación procedimentalista se propuso desarrollar en los estudiantes habilidades para resolver problemas, para discernir con espíritu crítico, para aprender a comunicarse y relacionarse con otros, etc.

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Los nuevos Modelos de Lenguaje Grande (familia a la que pertenecen Chat GPT, Bard o Chat Bing) desafían la concepción procedimentalista de la educación. No sólo ponen a disposición un caudal inmenso de contenidos socialmente validados, sino que también resuelven los procedimientos que aseguran su aprovechamiento. En Youtube encontramos tutoriales que enseñan a diseñar una web; ahora Chat GPT puede diseñar los códigos para resolver la tarea. Si en portales especializados se nos explicaba cómo desarrollar un fallo jurídico, Chat GPT puede redactarlo. Si un estudiante debía consultar varias fuentes para hacer una monografía, Chat GPT puede hacer la búsqueda y escribirlo. No hay ámbito en el que estas herramientas no puedan aportar su capacidad resolutiva.

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La pregunta resuena en los pasillos de escuelas e instituciones de formación superior: si los contenidos y los procedimientos son aportados por las máquinas, ¿cuál será el cometido de la educación? Hay voces que proponen que la tarea educativa se concentre en la formación de destrezas para el buen uso de las tecnologías: que enseñe a dar buenas consignas y a discernir con sentido crítico si las respuestas son adecuadas. Además, invitan a concentrar esfuerzos en la educación socio-emocional, único reducto en el que –interpretan estas voces– todavía la IA no ha podido rivalizar con la acción humana.

La situación resulta sintomática, porque el desafío se presenta en un contexto educativo mundial que acusa el deterioro post-pandémico. En nuestro país, las capacidades de comprensión lectora y resolución matemáticas siguen cayendo estrepitosamente. Algo más del 50% de los estudiantes alcanzan niveles mínimos. Si el sistema educativo araña el cinco rasposo, significa que buena parte de la población no está en condiciones de entender y expresarse con corrección o de resolver situaciones problemáticas con suficiencia. Además, directivos y docentes están alarmados y desbordados por el creciente número de estudiantes que atraviesan necesidades de acompañamiento emocional.

La irrupción del Chat GPT pone al descubierto la devaluación que atraviesa nuestro sistema educativo. La solución pasa por un urgente fortalecimiento. El pensamiento crítico no se logra sin el dominio de contenidos significativos y habilidades profundamente arraigadas. Ellos actúan como criterios de discernimiento para el buen uso de las nuevas herramientas. Quien no sabe inglés no puede distinguir si una traducción automática es adecuada. Quien no entiende un problema matemático, difícilmente podrá dar las indicaciones pertinentes a la IA ni discernir si su respuesta se ajusta a la expectativa.

La IA puede actuar como muleta o como garrocha. O nos ayuda en nuestra invalidez, exponiéndonos a una creciente dependencia, o nos catapulta mucho más alto. Si nuestros músculos educativos están debilitados, lo mejor que podemos hacer es fortalecerlos. Esa decisión depende de nosotros, no de la tecnología.

*Decano de la Escuela de Educación de la Universidad Austral.