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China y Rusia estrechan lazos por la política exterior de EE.UU.

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Saludo. El presidente Xi Jinping: la asociación “no tiene límites”. | afp

Rusia y China han escalado a un nuevo nivel su estratégica alianza, tras la reciente visita oficial de Vladimir Putin a Beijing. Durante el cónclave, el presidente chino Xi Jinping fue enfático al expresar que la asociación con Moscú “no tiene límites”. Está basada en numerosos intereses geopolíticos y económicos compartidos, frente a un Occidente cada vez más hostil para ambas potencias. Paradójicamente, la agresividad y el expansionismo de Estados Unidos han dado un impulso decisivo para la histórica alianza, que también incluye a otros actores.

China le ha concedido a Rusia el máximo nivel de integración dentro de las diferentes categorías de asociación con terceros países. Se trata de un estatus que solo se puede equiparar con el que ha otorgado a Pakistán, su otro gran socio regional. La pujante alianza sino-rusa incluye no solo amplia cooperación en el plano económico (sobre todo energético), sino también estrecha coordinación en cuestiones de seguridad regional y, eventualmente, la mutua defensa ante agresiones externas. Este último elemento es crítico en la actualidad, teniendo en cuenta la delicada situación en Ucrania y la creciente tensión en el Mar del Sur de China. Si se desatara un conflicto armado en cualquiera de los casos, se descuenta que habrá algún tipo de involucramiento y cooperación militar sino-rusa. En ese sentido, el presidente Xi ha apoyado explícitamente la postura rusa en Ucrania.

La alianza sino-rusa no se agota en los sólidos intereses compartidos entre Beijing y Moscú, ante un nuevo contexto mundial signado por el declive estadounidense, la crisis de las democracias liberales y la multipolaridad. Hay otros actores regionales y extrarregionales coincidentes con los intereses y las preocupaciones del eje sino-ruso. En primer lugar, los países de Asia Central, ex miembros de la URSS. Estas naciones son beneficiarias –por no decir dependientes– de la seguridad rusa y del expansionismo económico chino. La salida de la reciente crisis de Kazajstán fue una demostración contundente en ese sentido. Asimismo, el marco multilateral que refleja esta simbiosis geopolítica regional es la ascendente Organización de Cooperación de Shanghai, la cual también incluye varios actores de peso de Medio Oriente que no podrían subsistir sin las armas rusas y las compras energéticas chinas.

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Extrarregionalmente, en tanto, hay un renovado interés de Estados europeos, africanos y latinoamericanos para profundizar los lazos con Beijing y Moscú, por razones similares a las de las naciones de Asia Central y Medio Oriente. Se trata de países en su mayor parte bajo gobiernos abiertamente autoritarios o bien con democracias y economías desfallecientes, ávidos de asistencia financiera y de ganar autonomía por fuera de las esferas de Washington. 

Frente a esto, la Casa Blanca apuesta a una retórica bastante hipócrita, con foco en la democracia y los derechos humanos, apelando esencialmente a administrar punitivos a los “malos” de este mundo. En tanto, Beijing no deja de incrementar su red internacional de alianzas bajo el irresistible paraguas de cooperación que es la Nueva Ruta de la Seda. Y Moscú celebra ese expansionismo chino, que es funcional a sus intereses regionales y globales. 

Por el momento, los programas Build Back Better de Estados Unidos y Global Gateway de la Unión Europea son tímidas insinuaciones que apenas hacen algo de sombra a la iniciativa china. Joe Biden se ha mantenido en una línea de política exterior casi idéntica a la de Donald Trump, con previsibles magros resultados. Está claro que, sin mayores esfuerzos económicos y diplomáticos para revalidar su red histórica de aliados, Estados Unidos solo seguirá promocionando una mayor integración sino-rusa que contribuirá a seguir precipitando el declive estadounidense.

*Director del Observatorio Sino-Argentino. Docente de la Especialización sobre China Contemporánea de la UCA. Máster en China Studies y profesor visitante de la Universidad de Zhejiang (China).