OPINIóN
Análisis

El mal del Estado argentino tiene fecha de nacimiento

Estamos en un período donde la disputa Estado-Mercado se ha inclinado hacia el primero. En la Argentina, el Estado cuenta con mayor simpatía que el mercado, cosa que no sucede en países como China o Vietnam.

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El presidente Alberto Fernández y el ministro de economía Martín Guzmán | Cedoc Perfil

Estamos en un período en la Argentina donde la disputa Estado-Mercado se ha inclinado hacia el primero. La desconfianza sobre las fuerzas del mercado ha sido expuesta claramente en una columna en Perfil por Federico Sturzenegger (“Por qué el kirchnerismo ganará en 2023”). En la Argentina, el Estado cuenta con mayor simpatía que el mercado, cosa que no sucede en países como China o Vietnam.

En el plano académico y en los circuitos intelectuales domésticos, el libro “El estado emprendedor”, de Mariana Mazzucato, profesora en la University College de Londres, es el gran argumento para revitalizar el rol del Estado y desmitificar que la innovación y el avance tecnológico están únicamente en el campo privado. La cuestión pasa por si la hipótesis de Mazzucato es generalizable. ¿Dónde encontrar respuestas?

Una clave para elevar significativamente el debate asoma en un libro de reciente aparición. Se trata de “Latecomer State Formation. Political Geography & Capacity Failure in Latin America” de Sebastián Mazzuca.

Un Estado dentro de otro Estado

El autor realiza un exhaustivo estudio histórico de las condiciones del surgimiento y consolidación –o no– de los estados latinoamericanos teniendo presente una pregunta crucial: por qué hoy los Estados latinoamericanos - y el argentino entre ellos - se caracterizan por su incapacidad para contar con agencias estatales eficaces.

Mazzuca, politólogo argentino y académico de la Johns Hopkins University, asume la tradición y el bagaje intelectual de dos de los más destacados iluminadores de la realidad social argentina y latinoamericana: Guillermo O’Donnell y Tulio Halperin Donghi.

El autor compara el origen de la creación de los estados en nuestra región con el mismo proceso en Europa. Y allí marca una distinción clave. Mientras las elites europeas originaron sus Estados a partir de la guerra entre los siglos XVII y XVIII, las elites latinoamericanas asociaron la formación del Estado entre 1845 y 1875 a una expansión del comercio. Como resultado, los Estados que se conformaron a partir de conquistas militares generaron mejores agencias estatales que aquellos que se formaron buscando mercados. Hallazgo políticamente incorrecto si lo hay.

En América Latina el proceso tardío de conformación del Estado (state-formation) no fue acompañado posteriormente por la construcción del mismo (state-building).

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El estallido económico que generó la Segunda Revolución Industrial, la revolución del carbón y del acero, el despuntar de los ferrocarriles y el predominio de los clippers norteamericanos, que facilitaron el comercio marítimo a mitad del siglo XIX.

En el caso argentino, el puerto de Buenos Aires fue la vía de la incorporación al capitalismo central. Los porteños, mal que les pesara, debieron pactar con las elites de su hinterland. Estas habían asumido el rol de perros del hortelano del puerto: no pudieron constituirse en un estado económicamente autónomo y consolidado, pero tenían la capacidad militar mínima para ser una amenaza intimidante y costosa para los comerciantes de Buenos Aires.

El acuerdo entre Bartolomé Mitre y Justo José de Urquiza permitió la conformación del Estado argentino. La alianza entre la elite ilustrada del puerto (Mitre) y un caudillo y al mismo tiempo un poderoso productor agropecuario (Urquiza) generó las condiciones de formación del Estado argentino en tiempos del capitalismo industrial. Tal alianza, producto de una negociación que supone respetar territorios y prácticas, no culminó en la construcción de un estado centralizado que permitiera la afirmación de un Estado de Derecho consolidado. 

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El Estado al que apela Mazzucato es eficaz al ofrecer bienes públicos a sus ciudadanos; el latinoamericano –y por tanto, el argentino– es uno carente de este atributo. La proporción excesiva del empleo público con relación al privado; las capturas corporativas; el caudillismo, el patrimonialismo y el clientelismo políticos, son sólo algunos ejemplos históricos que contribuyen al magro desempeño estatal local.

Para finalizar, una recomendación que no es un trabalenguas: no leer a Mazzucato sin leer a Mazzuca.

 

 

* Christian Schwarz. Dr. en Sociología (UCA). Docente UCA, UCES, UNTREF.