Vivimos sin dudas tiempos de crisis. En el mundo, la referencia a la pandemia es inevitable. En la Argentina, a eso debemos sumarle dificultades económicas, políticas y sociales que ya estaban en ciernes antes de que el virus haga su aporte.
Es una situación compleja que, por lo tanto, no admite soluciones simples. Cualquier intento de aporte positivo puede ser tachado- y con razón- de parcial e insuficiente.
Sin embargo, creo que las verdaderas soluciones que se imponen en este tiempo deben entenderse como complementos de otras que, naturalmente, deben tener una mayor envergadura para que se enfoquen en cada uno de los problemas que deberemos enfrentar en el futuro cercano.
Con esa convicción, me puse a investigar un movimiento que conocí en mis viajes por Europa. Se trata de los Huertos Urbanos.
Creo que las verdaderas soluciones que se imponen en este tiempo deben entenderse como complementos de otras
Estos nacieron en Inglaterra siglos antes de la Revolución Industrial y se los llamó en su origen huertos para pobres. La idea, luego se replica en Francia, Bélgica y también en los Estados Unidos.
Durante las dos Guerras mundiales, el proyecto se potencia y tanto en el Reino Unido como en Alemania se recurre a ellos como complemento frente al racionamiento.
Recién en la década del ‘70 los jardines y huertos urbanos resurgen con fuerza en los Estados Unidos, en medio de un contexto de recesión económica, crisis energética y crecimiento de los procesos de degradación y abandono de los espacios residenciales. También en Europa se produce una revaloración del recurso.
Desde ese momento hasta hoy, el movimiento no ha dejado de crecer.
Sirva esta larga introducción para fundamentar una propuesta que nos permita aportar soluciones para el futuro inmediato de nuestro país.
Me referiré directamente a la situación del conurbano bonaerense, pero es un formato que podría aplicarse en todas las grandes ciudades de la Argentina y de Latinoamérica.
Se trata de implementar la entrega de tierras a los vecinos para ser utilizadas como huertos urbanos. La medida tendría un efecto inmediato en el acceso a una parte importante de muchos de los productos de la canasta básica, como así también en la generación de empleo.
Se trata de implementar la entrega de tierras a los vecinos para ser utilizadas como huertos urbanos
En el conurbano bonaerense abundan las tierras ociosas, algunas de ellas de propiedad fiscal y otras que pertenecen a particulares. Estos propietarios temerosos de la ocupación de sus tierras de manera indiscriminada podrían convenir con las autoridades para que se hagan cargo de cuidarlas, y permitir que allí también funcione esta modalidad.
En ningún caso implica la transferencia de propiedad, sino del uso comunitario de las mismas.
Dicha propuesta no entra en conflicto con la entrega de tierras para la construcción de viviendas, todo lo contrario, se complementa y se potencia. Si cada nuevo barrio nace con un espacio para el huerto comunitario ya definido, la implementación será mucho más sencilla.
Por supuesto, en toda esta idea es fundamental la participación del Estado Nacional y de los Gobiernos Provinciales y Municipales. De otra manera, la iniciativa nacería viciada de una falta de marco legal que, con el tiempo, las debilitaría impidiendo su desarrollo armónico.
Por el contrario, si se hace de la manera adecuada, se trataría de un aporte que puede ayudar de manera directa a la provisión de alimentos y a la generación de empleos y de manera indirecta a la integración social, al saneamiento ambiental y a la formación de una conciencia del cuidado de la Tierra que ayudaría a detener el deterioro ambiental que producen las grandes agrupaciones urbanas.
La participación de las distintas religiones fue importante y estuvieron presentes en todo el desarrollo de estos proyectos.
No hace falta aclarar que no es la solución a todos los problemas de la Argentina. Es simplemente un aporte para avanzar en un terreno que ya avizoramos como problemático para un futuro inmediato.
*Ex Presidente de la Nación.