OPINIóN
la gran enciclopedia argentina

Cómo comprender al país desde la ficción

El investigador rosarino Carlos Alberto Scolari, radicado en Europa hace más de 20 años, publica su primera novela en la que, afirma, trata de escribir al país para entenderlo, de modo de poder transformarlo.

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Contrastes. “En la Argentina tenemos gente para redactar varias enciclopedias: una peronista, otra antiperonista y otra transperonista, por las dudas. Lo que sobran son escribas”, se afirma en el texto. | cedoc/Daniel Santoro - Los bombardeos a plaza de mayo.

El prestigioso investigador rosarino, radicado en Europa hace más de 20 años, publica por primera vez una novela. Carlos Alberto Scolari vive en Cataluña y trabaja en la universidad, en Barcelona. Famoso por sus trabajos científicos de ecología de los medios, alfabetización transmedia y su blog Hipermediaciones, autor prolífico de libros académicos, sorprende a sus seguidores y seguidoras con la publicación de su primera obra de ficción.

Buena lectura dice al final de un capítulo un apócrifo y querido Jorge Rivera. Una expresión que puede ser entendida como un deseo, pero también como un juicio. La Gran Enciclopedia Argentina es “buena lectura” en este último sentido. Veamos por qué.

La dedicatoria aparece al final del libro, algo poco frecuente. Está dirigida a su padre, Carlos Oscar Scolari, quien todavía insiste en la sana costumbre de contarme historias de la Argentina que no fue”. La patria deseada (para retomar un adjetivo de Miguel Wiñaski) es tal vez la que no fue. Pero, también, en la construcción de mundos posibles que propone el texto, esa Argentina sí fue y de diversos modos, en el sentir de muchos y muchas compatriotas.

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A pesar de haber vivido muchos años en Italia y en España, Scolari conserva el acento argentino. Ese acento de los que emigran ya adultos y que los une a su patria como un cordón imaginario. Desde esa mirada interna e interna, el autor relata su ficción.

Estructura. La parte más extensa del texto consta de 18 capítulos breves que se estructuran siempre del mismo modo: un ex agente de los servicios de inteligencia recibe en los años 50 un pedido secreto de Eva Perón: investigar qué trama el General que no quiere compartirlo con ella. Francisco Muñoz narra, en cada uno de los capítulos, la investigación que siguió por casi 30 años a un periodista, probable alter ego del autor. Leal a Evita, a pesar de haber muerto al poco tiempo del encargo, Muñoz descubre que Perón ha encargado a José Antonio Uriburu, sobrino nieto del Uriburu del Golpe del 30, que redacte la Gran Enciclopedia Argentina, el Libro de la historia, geografía, cultura de este país. Cada capítulo se inicia con el relato de Muñoz. Se transcribe luego un fragmento de la enciclopedia y se cierra con la continuación del relato de Muñoz. Esta estructura uniforme enlentece un poco el texto.

Entre el capítulo 9 y el 10, el autor intercala un artículo de investigación (tantos años de trabajo académico no se abandonan rápido) del personaje Uriburu titulado “La enciclopedia y sus metáforas”. Concepto este último, muy estudiado por el mismo Scolari en trabajos de investigación. En ese artículo, se reflexiona sobre cómo la enciclopedia puede ser inventario e invención a la vez y, además, una “máquina de generar metáforas”.

Después del capítulo 18, se incluye el texto apócrifo de Jorge Rivera, titulado La enciclopedia manuscrita. Los lectores y las lectoras descubrirán que lo de manuscrita no se refiere únicamente a que la Gran Enciclopedia de Uriburu solo figuró en fichas escritas a mano con tinta de diversos colores. En ese texto, se confirma que Uriburu fue asesinado por la dictadura en 1978 y se analizan diferentes características de la enciclopedia: la lectura diversa y promiscua de cientos de textos que la nutrieron, el uso de hibridaciones y polifonía (hay dos Uriburus en una misma persona que escriben la misma entrada de la enciclopedia, con opinión opuesta o diferente, en distintos contextos históricos); el uso de la listas (tan caras a Umberto Eco y a Borges, ordenadoras del mundo y abiertas hasta el infinito); la tensión entre lo micro y lo macrotextual (cada ficha es una “lexía”, muy al modo de Barthes en S/Z). Rivera se detiene en el análisis de dos casos: la figura de Florentino Ameghino y la de Mariano Moreno. Le interesa el papel de la censura, apenas tratada por Uriburu y entiende a la Enciclopedia como el “relato polifónico de un gran país”. Finalmente, aventura que, como la enciclopedia y la novela son creaciones burguesas, las fichas de Uriburu bien podrían ser “la gran novela argentina pero de un país manicomio”. Después de este artículo atribuido a Rivera, podemos leer una “Coda”, en la que el periodista que entrevistó a Muñoz nos cuenta su experiencia y la muerte del ex agente. 

En la construcción de mundos posibles que propone el texto, hay una Argentina

Cierre. La novela se cierra con la última clase (La clase final) que dictó Uriburu, en su seminario de los días sábado, antes de ser secuestrado por las fuerzas de tareas.  Sus últimas palabras a sus alumnos (¿o del autor a sus lectores?): “Hoy no les voy a pedir que lean nada. Solo piensen en lo que les he contado”.

El aspecto que más me interesa son las opiniones de los distintos personajes acerca de nuestro país. La suma de estas opiniones es triste. Repasemos algunas para, como nos recomendó Uriburu, no dejemos de pensar en ellas:

Esto siempre fue así: con los problemas que hay en este país, tenemos que ocuparnos de cada pelotudez(Pág. 22)

Este país es así: más investigás, más te das cuenta de que vivimos en un manicomio”. (Pág. 26)

“Una nueva Argentina necesitaría una nueva historia (Pág. 33)

“En la Argentina tenemos gente para redactar varias enciclopedias: una peronista, otra antiperonista y otra transperonista, por las dudas. Lo que sobran son escribas”. (Pág. 33)

“El Archivo es un laberinto, el libro total, nuestro mapamundi a tamaño natural de ese otro gran laberinto que es la Argentina”. (Pág. 45)

El país estaba hecho un quilombo… Bueno, este país siempre estuvo hecho un quilombo”. (Pág. 53)

Este país es incontrolable. Te lo digo yo. Desde siempre. Incontrolable e incomprensible”. (Pág. 68)

Este país siempre fue así. Somos un caballo viejo dando vueltas y vueltas en un pisadero de mierda y sangre”. (Pág. 77)

Un país condenado a reescritura perpetua”. (Pág. 80)

“Invierno o verano, con lluvia o niebla, con gobiernos civiles o militares, siempre con inflación y crisis económica…” (Pág. 81)

este país no había terminado de nacer y ya lo querían renovar. Una constante argentina”. (Pág. 122)

La Argentina también es un cementerio de libros sepultados en los lugares más inesperados”. (Pág. 154)

No le habrá resultado difícil al enciclopedista encontrar candidatos para este inventario de la neurosis argentina”. (Pág. 172)

Teniendo en cuenta el carácter psicopático de la Nación, el autor de la Gran Enciclopedia Argentina apostó por un camino analítico, como diciendo: Fuera de la ficción, no hay salida. O mejor: Fuera de la ficción, no hay cura”. (Pág. 181)

El autor enfatiza en el valor de lo no dicho. La novela dice mucho, y bueno, pero calla más

“Algo parecido nos sucede a los argentinos con las palabras: nos pasamos la vida intentando poner en discurso el país en donde vivimos, pero cuando creemos tenerlo apalabrado, las cosas ya cambiaron de lugar. Es mentira que este país esté lleno de psicoanalistas: la profesión nacional no es escuchar sino narrar”. (Pp. 190-1).

Reflexiones. Como todo texto es, en el fondo, subjetivo, he elegido las frases que llegaron más al corazón. Sin embargo, vale la pena reflexionar sobre ellas.  Se dice en la novela que la Enciclopedia trata de escribir al país para comprenderlo de modo de poder transformarlo. Por otra parte, el autor también enfatiza en el valor de lo no dicho. Las enciclopedias (círculos de aprendizaje, en una pobre traducción del griego) pretenden explicarlo todo. 

La Gran Enciclopedia Argentina de Carlos Alberto Scolari fue escrita, seguramente, para comprender al país del que nunca se fue del todo. La novela dice mucho y bueno, pero calla más, como si ya estuviera esperando a ser reescrita.

*Escuela de Posgrados en Comunicación. 

Universidad Austral.