A lo largo de la historia de las sociedades se ha ido modificando la visión del mundo y la participación de los sujetos en la intervención sobre la realidad. En este sentido, las rupturas epistemológicas respecto de la forma de intervenir sobre los fenómenos sociales han incidido asimismo en la forma de planificar la acción, en los sujetos que intervienen y en la forma de abordar la complejidad social.
Por lo tanto, la relación entre Estado y sociedad ha ido cambiando, y puede comprenderse a la luz de distintos paradigmas. Particularmente el tema que nos convoca, de innovación cívica, no puede entenderse como una cuestión descontextualizada de la realidad social contemporánea, por lo que paradigmas como el de gobierno abierto o conceptos como gobernanza se encuentran íntimamente relacionados, ya que cuando hacemos alusión a la idea de innovación cívica, en términos amplios, nos referimos a la participación ciudadana sobre iniciativas innovadoras para dar solución a problemas de relevancia social, anclados territorialmente, pero sin desconocer su relación con lo global.
Así, desde el paradigma de gobierno abierto se busca fortalecer la gobernanza democrática a través de una filosofía de gestión orientada al ciudadano, a través de mecanismos de participación y colaboración que retroalimentan los procesos de gestión pública, fomentando la apertura y la transparencia. Si bien la noción de gobierno abierto no es nueva, el auge de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) fueron consolidando nuevos mecanismos de participación ciudadana y les dieron una fuerte impronta a los procesos de innovación. Pero aquí debemos hacer una aclaración; comúnmente el concepto de innovación se encuentra relacionado con los espacios científicos, empresariales o simplemente tecnológicos, pero cuando hacemos alusión a innovación cívica estamos incorporando la variable de ciudadanía, es decir, que en tanto ciudadanos pertenecientes a un Estado hacen uso de sus derechos políticos para tratar cuestiones que los conciernen como sociedad y pertenecen al espacio de lo público.
Por ello, los procesos de innovación se encuentran relacionados con el desarrollo de capacidades cívicas, competencias y conocimientos que fomenten el debate público y el trabajo en red entre distintos actores de la comunidad para la resolución de problemas sociales. A través de esta concepción, el espacio de lo público se ve robustecido, con una sociedad mas activa, que no solo demanda soluciones de los problemas públicos al Estado, sino que se involucra de manera activa en la resolución de ellos.
Esto supone una ciudadanía mas comprometida socialmente y, en contrapartida, un Estado más abierto, es decir, que fomente no solo la transparencia y la rendición de cuentas de los procesos de gestión, sino también distintos mecanismos de participación ciudadana y de coproducción de políticas públicas con actores de la sociedad civil.
En nuestra sociedad actual, globalizada y mediada por las TIC, es de suma relevancia poder fomentar y consolidar espacios de construcción colectiva con una mirada desde lo local, que busque aportar desde lo comunitario soluciones ancladas territorialmente. En este sentido, la ciudad surge como el espacio preponderante, aunque no el único, donde se desarrollan este tipo de interacciones. Así, las propuestas de innovación cívica contribuyen a construir soluciones inteligentes a los problemas de las ciudades, lo cual redunda en una mejor calidad de vida de sus habitantes.
Desde una perspectiva comunitaria, entonces, se pueden desarrollar propuestas innovadoras de políticas sobre distintas temáticas (sociales, económicas, medioambientales) a través de las cuales se incorporen, por ejemplo, la reingeniería de los procesos, el diseño de sistemas diversos, el desarrollo de dispositivos tecnológicos, aplicaciones móviles u otras estrategias, donde convergen de una manera relacional, la tecnología con la ciudadanía y el Estado.
*Docente e investigadora de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER).
