OPINIóN
Argentina

Crisis bancaria e inflación

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Tipo de cambio. Fue una semana de serrucho en la City. | cedoc

El quiebre del Silicon Valley Bank (SVB) dio el inicio a la crisis bancaria que tuvimos los últimos días en los Estados Unidos, estas crisis nos suelen recordar que, a pesar de estar viviendo en un mundo con un crecimiento estable, siempre se convive con una inestabilidad latente.

Pero, ¿qué ocurre durante una crisis bancaria? Para empezar, se presentan obligaciones que no pueden cumplirse, como la devolución de préstamos o depósitos. A esta situación hay que agregarle modificaciones del contexto precedente, la variación de la tasa de interés (costo del crédito) o que la economía entre en ciclo recesivo. Cuando el riesgo de incumplimiento se expande, la crisis empieza a crecer por toda la estructura y mientras que la oferta de liquidez se contrae empieza a afectar las decisiones de inversión. No obstante, las decisiones de los bancos centrales sobre inyectar liquidez al sistema es la correcta a pesar de los costos dinámicos en materia de inflación e impulso al riesgo moral de los agentes financieros. Contrariamente, la oferta de liquidez se contraería, lo que afectaría la actividad económica en forma masiva. Historia que conocemos desde la Gran Depresión de la década de 1930.

Desde los países emergentes se observa con cautela, pues las consecuencias dependerán de la magnitud de la crisis, la cual afortunadamente parece no escalar. A su vez, en la pasada crisis financiera de 2008-09, los países emergentes contaban con recursos y con una macroeconomía con mejores condiciones luego del período de bonanza internacional (2002-2007), posibilitando un mayor espacio de gestión. Esta vez es diferente, pues las condiciones son sustancialmente distintas en el escenario pospandemia, a lo que se suma la invasión de Rusia a Ucrania y sus efectos sobre los costos de insumos y materias primas, entre otros, a nivel mundial.

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Las expectativas inflacionarias convergen con una inflación que se sostendrá alta

En el marco actual de inflación y descoordinación de la política económica hacia un objetivo de estabilización, los incentivos de los agentes económicos también divergen en relación con la reactivación económica y con un espacio de cierta estabilización nominal. Es claro que el círculo vicioso déficit fiscal-financiamiento monetario-acumulación de deuda interna deberá desactivarse si el objetivo es estabilizar la economía. En el corto plazo la sustentabilidad macroeconómica deberá contemplar la renegociación de plazos de toda la deuda y la necesidad de inversión extranjera para implementar un ordenamiento de la estructura de erogaciones del sector público.

Las expectativas inflacionarias en el inicio del año convergen con una inflación que se sostendrá en niveles altos y similares a los del año precedente, aun con las regulaciones y acuerdos de precios, en ausencia de un programa de estabilización integral. La estrategia implementada a través de controles y acuerdos de precios aislados expone las deficiencias lógicas frente a los comportamientos inerciales de la formación de precios derivados de un entorno inflacionario por encima del 90%-100% anual.

El año electoral y la ausencia de un programa de estabilización serán factores convergentes para la intensificación de la inflación, ya que la política económica expansiva deberá recurrir al financiamiento monetario. Frente a una inflación interanual por encima del 100%, inflación promedio mensual del 6,3% y expectativas inflacionarias que se sitúan cercanas al 100%, desde la experiencia de otros países, será determinante afectar el curso de las expectativas y la inercia del sistema de precios mediante un programa macroeconómico integral de estabilización con metas mensuales alcanzables, de producción y reasignación de erogaciones fiscales.

En suma, si la gestión de los bancos centrales logra detener la crisis definitivamente, la economía mundial no debería verse afectada. Mientras que en nuestro país la escala de las dificultades avanza justamente por la estrategia contraria a la de las autoridades internacionales sobre la crisis, es decir, no atacar fehacientemente el problema debido a una combinación de restricciones en recursos y de perspectiva política.

*Economista investigador del IAE Business School, Universidad Austral.