OPINIóN
Política en crisis

Argentina, Drácula y el Banco de Sangre

Como el personaje de Bram Stoker que no se veía frente a espejos, algunos Gobiernos no observan el resultado de sus actos y ante las consecuencias, no se ven reflejados.

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El Conde Drácula necesitaba beber sangre para vivir. Por ello jamás debemos permitir que viva  en un Banco de Sangre, mucho menos quedar a cargo de la administración del mismo. De lo contrario, no quedaría sangre para quien lo necesite. El evidente conflicto de interés que tendría Drácula entre preservar la sangre para los enfermos o para sí mismo está en muchas otras áreas de la vida. Por eso, ya desde hace siglos, se ha establecido la división de poderes. Los que administran (poder Ejecutivo) deben instrumentar las decisiones del Poder Legislativo y ante conflictos en la ejecución de ese mandato hacia o entre particulares, actúa el poder Judicial. Fundamentalmente el poder judicial está para preservar a los particulares del accionar del Estado. La clave es si la Justicia es efectiva. La división de poderes es la base de una  República.

Drácula no se reflejaba en los espejos y su sombra era independiente. Lo mismo parece que ocurre con algunos Gobiernos. No observan el resultado de sus actos y ante las consecuencias, no se ven reflejados. No identifican sus propias normas o regulaciones como las causantes del efecto. Al mismo tiempo,  distintos ministerios, o dentro de un mismo ministerio, actúan en forma independiente. Son sombras que están en todas partes, regulando y opinando, a veces en forma contradictoria. No hay unidad de criterio ni objetivos en común cuando hay tantos decisores.

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Drácula estaba secundado por tres vampiresas que chupaban sangre para mantenerse jóvenes. Sus víctimas fallecían o se convertían a su vez en vampiros, también llamados no-muertos. Lo mismo ocurre con el cobro de impuestos a familias y empresas, que sufren cargas y regulaciones hasta que mueren o se convierten a su vez en receptores de dádivas y subsidios, utilizando los recursos que vienen de los impuestos que otros pagan.

Drácula necesitaba dormir en un ataúd con tierra de su Transilvania natal. No soportaba la luz del sol. Es similar a los mitos y leyendas que circulan alrededor de las glorias pasadas de un país, o de sus líderes. Si se expusiera  a la luz los verdaderos errores y la gente pudiera ver lo que realmente ocurre, nadie tardaría en darse cuenta que son verdaderos monstruos cuyo fin es chupar sangre (destruir) para perpetuarse (en el poder).  No podemos permitir oscuridad en discusiones importantes como la del presupuesto que  debe ser transparente y debe haber mucha información sobre los gastos.

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Drácula está obsesionado con Mina, una bella joven parecida  a quien fuera su esposa 400 años atrás. Trata de convertirla en vampiro y volver el tiempo atrás. De la misma manera, muchas políticas públicas miran hacia el pasado que tratan de recrear, sin darse cuenta que las circunstancias son diferentes.

Al igual que con Drácula,  muchos en su séquito ansían vida casi eterna o no-muerte por no haberse opuesto a sus colmillos. Toda similitud con partidos políticos queda a criterio del lector. También están quienes prefieren ser protegidos como pobres vasallos antes que correr el riesgo de sobrevivir por sí mismos.

Al igual que muchos son los seguidores y séquito de Drácula, no son muchos quienes intervienen para reducir su nefasto accionar. Hay quienes no creen o minimizan su existencia, quienes piensan que ya son muchos los vampiros y nada se puede hacer, quienes tibiamente  se  oponen con un crucifijo y ajo  para que no siga avanzando.   Pero sólo le ahuyentan y Drácula sobrevive. La única opción es lograr una verdadera muerte con una estaca en el corazón. Cuando la crisis y desesperación cunde, los tres enamorados de Nelly (una de sus víctimas) reconocen con valentía que  actuar en conjunto es la única opción para  librarla del mal.  Unidos, logran enfrentar el verdadero problema y dar muerte a Drácula. O mejor dicho, logran eliminar la maldición sobre Mina, darle paz a quien en vida fuera un Conde y devolver la alegría a su pueblo.

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Estimado lector: estas analogías no son invento mío. El autor Bram Stoker de esta famosa novela trató estos temas –y muchos más-. Publicada en 1897, puede ser leída como un cuento de terror o como múltiples enseñanzas. Cada argentino  sabrá si prefiere ser un no-muerto, un vasallo o luchar por su libertad.

 

 

* Diana Mondino. Economista – Universidad CEMA. (Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA.)