OPINIóN
Política

El populismo siempre lleva a la destrucción o la decadencia

La polaridad entre la filosofía liberal y el populismo es lo que divide hoy el mundo.

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Buenos Aires, Santiago de Chile, Beirut. Estas movilizaciones tienen rasgos comunes. Las organizan directamente ciudadanos que se conectan sin obedecer a liderazgos, ideologías, ni organizaciones tradicionales. Expresan un sentimiento antisistema, no se encuadran con partidos políticos y menos con gobiernos. | NA. / AP / cedoc

1 . El populismo siempre fracasó y la democracia liberal siempre triunfó en el largo plazo: el populismo respondió a necesidades de corto plazo, pero llevó a los países al desastre o a la decadencia en el largo plazo. Ejemplos nos sobran con Mussolini, Hitler, Franco, Perón, Castro, Jomeini, Chávez/Maduro, Trump, Bolsonaro, Menem, los Kirchner, etc.La filosofía liberal, contrapesando democracia en política y capitalismo en la economía, creó a largo plazo una prosperidad, libertad y paz nunca vista en el mundo pasando de un 95% de pobres en 1820 a un 20% actualmente, terminando con las grandes guerras desde 1945 y alargando la vida de unos 35 años en 1900 a unos 70 años ahora.China encontró la prosperidad a largo plazo cuando adhirió al capitalismo. Europa, Japón y Corea encontraron la paz y prosperidad cuando adhirieron a la democracia liberal con un capitalismo asociado a un estado de bienestar. Los países anglo-sajones lideraron el mundo al abrazar a ambos.

La Argentina pudo crear su identidad como nación y encontró prosperidad a largo plazo en la época en que adhirió a ambos. El país no resistió la crisis mundial del 30 y giró (como muchos países del mundo) al nacionalismo, el cual derivó en peronismo, entrando desde entonces en un ciclo de largo plazo de empobrecimiento. Sólo países muy liberales resistieron irse al populismo en esa época, por ejemplo, Estados Unidos a través de políticas keynesianas que volvieron más inclusiva a la democracia norteamericana.

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2 . El populismo siempre es reactivo: reacciona contra algo que le hicieron antes y por eso vive con la mente atada al pasado. El populismo reclama: “Yo soy por lo que me hicieron" y no proclama "soy por lo que decido”, como propone la filosofía liberal. En el caso de Argentina sigue con la mente puesta en una dictadura que ocurrió hace unos 45 años en el contexto de la guerra fría.  Y entonces, por ser reactivo no puede proponer nada superador.

La filosofía liberal en cambio propone nuevos caminos, no en contra de algo o alguien sino a favor de la prosperidad, la libertad y la paz, gracias a estar hecha a la medida del hombre con sus cosas buenas y malas, y no de una ilusión de grandes épicas.

La democracia liberal y el capitalismo han fallado muchas veces en representar bien a la sociedad y sus grandes fallos fueron los que dieron lugar al populismo de los siglos 20 y 21. Pero esto no significa que el populismo sea mejor, sino que hay que repensar la democracia para volverla más representativa.

El populismo es el síntoma de una falla de un sistema liberal, pero instalarse en el síntoma como si fuera una solución, lleva al desastre. La solución es mejorar el régimen liberal. Por eso, tan importante como vencer al populismo es rediseñar la democracia para que la nación no se vuelva inviable. Uno sin otro no alcanza. Y además es fundamental ser consciente de que siempre habrá fallos en la democracia que harán volver al populismo.

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En el caso de nuestro país, por ejemplo, el hecho de ser reactivo hace que el populismo se regodee en el goce de tener compasión por la pobreza. Por eso gusta a gente “bien pensante” y “sensible”. Esta compasión y empatía es necesaria y también lo es reparar las inequidades, pero ser sólo un reparador paraliza a una nación.

Por ser reactivo el populismo se vuelve determinista y por eso gusta a algunos “intelectuales” de mirada corta, que se gozan en encontrar razones recortadas del pasado que condicionan todo el presente que se sufre. Así culpa al sistema, del cual dice que determina en tal medida a los hombres, que elimina la idea de responsabilidad y libertad individual, volviéndose entonces garantista (el delincuente no es culpable sino víctima del sistema, el único culpable es el enemigo ideológico).

 

3 . El populismo es unidimensional: es utilitarista ("por el bien del pueblo"), a diferencia de la democracia liberal, que sostiene la tensión dialéctica entre el utilitarismo social y la dignidad personal, como así también la tensión entre la libertad y la igualdad.

Por eso el populismo piensa mucho más en ganar que en la verdad y más en el corto plazo que en el largo plazo. La filosofía florece en los regímenes más liberales, nunca en el populismo. Como decía Borges, desde su espíritu filosófico, son incorregibles y así es, porque no quieren ser corregidos, quieren ganar.

 

4 . El populismo no integra a los excluidos al sistema político: Su sistema consiste en el personalismo político unido a la dictadura de las mayorías, por encima de la ley. Le es esencial la corrupción entre un estado cooptado ideológicamente, un empresariado prebendario, mafias sindicales y grupos de choque. Florece y prefiere una sociedad sin normas propias sino impuestas (las normas propias le darían fortaleza a la sociedad civil).

El populismo crea de esta manera su propia oligarquía político-empresarial-sindical en las sombras. Por eso mismo, un gobierno de estas características no está capacitado para incluir a los excluidos del sistema, teniendo como única forma de mantenerse en el poder la dialéctica entre estos y el líder.

La diferencia entre un Alfonsín y un Kirchner, es que el primero resolvió esa exclusión a través de reinstalar una democracia liberal más inclusiva. En cambio, el segundo mantuvo a los excluidos fuera del sistema manejados por medio de favores, por lo cual nunca terminan de incluirse. Sin excluidos, el populismo no tiene razón de ser, y por eso los trata como postergados o privilegiados, con paternalismo, pero nunca iguales, nunca libres.

Perón también los condenó a la exclusión al darles identidad de movimiento. Un movimiento nunca puede incluirse en las instituciones políticas y por lo tanto vive en constante lucha, pero jamás puede incluir a los excluidos como ciudadanos. Martin Luther King, decía que las sociedades se rebelan cuando no son escuchadas por los que mandan, pero al contrario de lo que hizo Perón, logró que su lucha aumente significativamente el grado de inclusión de aquellos a los que defendía.

 

5 . El populismo nunca puede ser verdaderamente hegemónico porque necesita un enemigo: este es una regresión del sistema político a una etapa previa a la racionalidad madura, lo cual se observa en que vive echando la culpa de sus fracasos a su contraparte y buscando chivos expiatorios. Esto les impide la superación, el auto aprendizaje y la adaptación a la realidad por la experiencia. Esto es lo que lo lleva a crear enemigos por su propia necesidad.

Por otro lado, al ser tan dependiente de un enemigo, la lealtad es más importante que la idoneidad para ocupar un cargo en el populismo. La lucha contra el enemigo es más importante que hacer bien las cosas para la nación.

Si su enemigo desaparece, pierde su razón de ser y por eso tiene necesidad de crearlos constantemente. Así su propia naturaleza pone un límite al desarrollo. Si el pueblo prosperase libremente, se crearía una clase media autónoma, que no es “pueblo” y por lo tanto el populismo dejaría de existir. En cambio, en la democracia liberal, por más que la gente prospere y se exprese, puede seguir siendo democracia liberal.

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Entre sus varios enemigos, el populismo culpa a los países que han prosperado gracias a aplicar principios del liberalismo, diciendo que en realidad es gracias a la explotación que han hecho de otros países. La explotación ha ocurrido, pero los países que han reaccionado reconociendo que con el liberalismo pueden entrar en el desarrollo se han transformado y lo han hecho sin recurrir a la explotación de otros países (como por ejemplo Japón, Corea y China).

Todas las naciones históricas que han tenido supremacías se han aprovechado de los vencidos, pero solo el liberalismo creó una filosofía universal para la prosperidad y la paz que ha servido cada vez a más naciones, siendo por ejemplo los primeros en la historia en eliminar definitivamente la esclavitud.

 

6 . El populismo se apoya en intelectuales para llegar al poder y luego los pervierte o elimina: Así, los intelectuales que lo apoyan se ven metidos en una contradicción sin salida: Les gusta pensar y expresarse, pero cuando el populismo llega al poder, a este no le gusta el pensamiento libre. Entonces estos se encuentran ante la elección de ser fieles a la causa y no pensar libremente o seguir pensando libremente y ser un traidor (en términos populistas).  

Ejemplos de importantes intelectuales que hayan apoyado un sistema enemigo de la libertad de expresión y que luego se encontraron con esta contradicción son Heidegger, Sartre y Foucault. Pero lo mismo ocurrió con los intelectuales argentinos que apoyaron a Perón en los 60s y 70s, sabiendo que Perón siembre fue enemigo de la libertad de expresión.

El mismo Marx, sólo pudo escribir con libertad en Gran Bretaña, el país más liberal de su época, cosa que no hubiese podido hacer en un país con un régimen como el que él proponía.

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El uso verdadero de la razón, del verdadero intelectual, lleva ante todo a la autocrítica, de la cual el populismo dice que es la debilidad de los demócratas, siendo en realidad la causa de su éxito a largo plazo.

 

7 . Conclusión: La polaridad entre la filosofía liberal y el populismo es lo que divide hoy el mundo. Los regímenes liberales pueden tener crisis terribles, ser víctimas de sus éxitos, fracasar, generar explotación, pero la propia filosofía liberal que los sostiene no está determinada, es abierta y puede autocriticarse, superarse y progresar constantemente (al contrario de lo que el saber popular sostiene, el progresismo se basa esencialmente en la filosofía liberal). Por eso ha triunfado en el largo plazo.  El populismo en cambio, es pan para hoy y hambre para mañana, y en nuestra patria, el hambre de mañana ya llegó.